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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Emotional Intelligence – Why It Can Matter More Than IQ.
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 8573020806, 9780553903201
Editorial: Objetiva
En “Inteligencia Emocional”, Daniel Goleman rompe con el mito de la importancia del coeficiente intelectual a favor de la inteligencia emocional.
Las pruebas de inteligencia tradicionales (IQ) fueron proyectadas para evaluar la capacidad de procesar información y no la probabilidad de ser exitosos. Sí, el IQ tiene un papel importante, pero para Goleman, no es fundamental.
Las emociones son un producto de la evolución del ser humano para ayudarlo a lidiar con las situaciones peligrosas y responder de forma inteligente. Después de millones de años, todavía poseemos el mismo sistema emocional que los hombres de la prehistoria.
Las emociones, frecuentemente, superan al pensamiento. De cierta forma, los seres humanos tenemos dos mentes, una racional, que piensa y reflexiona, y otra que siente, que es impulsiva, poderosa y ocasionalmente ilógica.
Estas dos mentes funcionan, la mayor parte del tiempo, en armonía y equilibrio, entrelazando sus diferentes formas de conocimiento para guiarnos por el mundo.
Las emociones fuertes interfieren en nuestra atención y en cada aspecto del pensamiento. Incluso así, nuestra meta jamás debe ser eliminar la emoción, sino encontrar un equilibrio inteligente entre la razón y la emoción.
Para Goleman, el coeficiente intelectual (IQ) contribuye con apenas el 20% a nuestro éxito en la vida. El 80% restante es el resultado de la inteligencia emocional, que incluye factores como la habilidad de automotivarse, la persistencia, el control de los impulsos, la regulación del humor, la empatía y la esperanza.
El IQ y la inteligencia emocional (EQ) no son habilidades opuestas -pero sí trabajan de forma separada-. Es posible ser intelectualmente brillante, pero emocionalmente no muy hábil. Este tipo de desalineamiento causa los mayores problemas en la vida de las personas.
A primera vista, puede parecer que nuestros sentimientos son evidentes y que siempre percibimos cuando aparecen. La verdad es muy diferente. Frecuentemente, nuestros sentimientos se esconden y la autoconciencia emocional es un estado neutro que debe buscarse incluso durante las emociones más intensas.
Es necesario estar “consciente de nuestro humor y de nuestro pensamiento sobre ese humor”. Es decir, si estás de mal humor y quieres salir de ese estado, el primer paso es saber que estás pasando por él.
No esperes que alguien te lo diga, debes buscar comprender siempre tus estados emocionales para no actuar por impulso y ponerte en situaciones que entorpezcan tu éxito.
Las personas acostumbran a adoptar algunos perfiles típicos para enfrentar sus emociones. Estos son:
La habilidad para lidiar con los desafíos emocionales es vista como una virtud desde los tiempos de Platón. Por otra parte, no podemos dejar de lado nuestras pasiones y preferencias. Una vida sin pasiones sería tediosa, por eso, tu objetivo debe ser siempre tener las emociones adecuadas y que ellas respondan a las circunstancias.
Cuando las emociones son suprimidas, pueden crear malestar y distancia. Por otro lado, cuando están fuera de control y son extremas y persistentes, pueden volverse patológicas. Para entender cómo lidiar con nuestras emociones, es necesario entender cómo funciona nuestro cerebro.
La verdad es que nuestro cerebro no tiene casi ningún control sobre las emociones. Aunque sí podemos controlar sobre cuánto tiempo durará una emoción y cuánto estaremos susceptibles a ella. Es posible cambiar nuestros hábitos y emociones, incluso en casos severos, a través de tratamientos, psicoterapias, etc.
Un buen ejemplo de una emoción difícil de ser evitada es el enojo. Puedes estar enojado por alguna situación en el trabajo y probablemente no podrás evitarlo. Lo que no puede ocurrir es que permanezcas así durante horas y que tu productividad se pierda.
Si notas que empiezas a sentir enojo, una buena forma de librarte de él, por ejemplo, es encontrando una distracción. ¿Qué tal dar una vuelta por Excel o entrar de cabezas en aquel informe que debes terminar? O, si tu trabajo te lo permite, ¿qué tal salir más temprano y correr?
La tristeza frecuentemente alivia la rabia, sin embargo, nos lleva a la depresión. Para quebrar un ciclo de depresión o tristeza, necesitamos bloquear los pensamientos que nos deprimen. La solución es relativamente simple: realizar actividades placenteras. Puede ser un deporte, una oración o ayudar a los más pobres.
La herramienta más importante aquí es saber reestructurarse cognitivamente, es decir, cambiar tu percepción de la situación actual. Dejar de ver las cosas desde una óptica negativa y pasar a verlas con una óptica positiva. Nadie dice que sea fácil, pero recuerda, ¡todo tiene un lado bueno!
La motivación es crucial para alcanzar tus objetivos. Los atletas y los músicos se destacan por su automotivación y sus rutinas de entrenamiento de alto desempeño.
Nuestras emociones alteran nuestra capacidad de pensar y planificar nuestro futuro y saber cómo lidiar con ellas permite que alcancemos nuestros objetivos y metas. Por ese motivo, una habilidad esencial es ser capaz de reprimir las emociones e impulsos que nos llevan a buscar gratificaciones instantáneas sin sentido.
Nuestra ansiedad perjudica nuestra mente racional, mientras que el buen humor alimenta nuestra capacidad de pensar. Si tienes autocontrol, puedes ser capaz de utilizar tu ansiedad como combustible para mantenerte motivado.
La relación que existe entre ansiedad y desempeño, es como una U al contrario. Poca ansiedad significa que no existe motivación, lo que trae un mal desempeño. Por otro lado, mucha ansiedad perjudica nuestro lado racional y hace que no seamos capaces de tomar buenas decisiones.
El mejor desempeño se encuentra en el medio de la U invertida, en un estado llamado hipomanía, que es ideal para encontrar tu creatividad y tu máximo desempeño. La hipomanía es una alteración de humor semejante a una obsesión, una manía, aunque con menor intensidad.
La esperanza y el optimismo también tienen papeles importantes en nuestras vidas. La esperanza significa no dejarse llevar por la negatividad o por los momentos de depresión. El optimismo significa atribuir el fracaso a las cosas que puedes cambiar. Si logras cambiar tu destino, no hay motivos para deprimirse.
¡El optimismo es esencial para el éxito en el mundo de los negocios, donde las personas necesitan moverse rápido y crear sus propias oportunidades!
Varios psicólogos descubrieron un alto estado de desempeño llamado “flujo”, o como lo llamamos nosotros, “flujazo”. Este es un ejemplo de inteligencia emocional en su mejor expresión: el flujo aparece cuando nos comprometemos completamente con una tarea en la cual somos habilidosos. Es una zona mental donde la productividad es máxima.
El flujo es el mejor punto de la inteligencia emocional puesta al servicio del desempeño y del aprendizaje. En el flujo, las emociones no están solamente contenidas y canalizadas, sino que éstas son estimuladas y están alineadas con una tarea inmediata.
Quedarse preso en lo tedioso deprime y, en la agitación, genera ansiedad. El flujo es una experiencia que casi todo el mundo tiene de vez en cuando, sobre todo cuando alcanzas el desempeño óptimo y rompes tus barreras. El cerebro se vuelve más pacífico en ese estado y hace que una tarea difícil pueda ser ejecutada usando un mínimo de energía.
Las emociones no se manifiestan con palabras. La clave para intuir los sentimientos de otra persona está en la habilidad de poder interpretar las señales no verbales: el tono de la voz, los gestos, la expresión facial, los movimientos del otro, etc. La capacidad de relacionarse pide esa empatía.
Las personas que tienen habilidades de empatía son capaces de ajustarse mejor al medio y volverse más populares y amigables. La empatía comienza desde la infancia, desde bebés, y se basa en la imitación de los sentimientos de los otros.
Cuando eras niño, sin querer, imitabas físicamente lo que veías en otras personas. La sintonía de la relación entre el bebé y la mamá, viene naturalmente de su relación próxima, diaria. Un hijo sabe cuándo la mamá está triste o feliz, casi instintivamente. Eso es empatía y sentirse emocionalmente conectado.
Muchas veces, nuestras actitudes empáticas vienen de nuestros juicios morales. ¿Mentirías para no lastimar a tu pareja? Es importante entender cómo la empatía afecta tu juicio para tomar la decisión moralmente correcta.
Las raíces de la moralidad deben encontrarse en la empatía, ya que el hecho de empatizar con los afectados y de compartir tu aflicción es lo que mueve a las personas a actuar para ayudarlas.
La mayor parte de nuestros contactos sociales son sutiles y se desenvuelven poco a poco. Transmitimos y captamos los estados de ánimo de otras personas. Algunos encuentros son fantásticos, otros terminan siendo tóxicos. Las demostraciones emocionales tienen consecuencias inmediatas en tu relación con otras personas en el día a día.
Cada actitud habla de nuestras emociones. La simple manera en cómo alguien te saluda y te dice “¡Hola!” puede hacer que nos sintamos bien o ignorados. Por eso, es necesario entender cómo funcionamos.
Nosotros, los seres humanos, enviamos frecuentemente señales emocionales en cada encuentro. Inconscientemente, imitamos las emociones que vemos en los otros. Sí, ¡las emociones son contagiosas! Nuestras señales afectan a los otros todo el tiempo.
¿Conoces a amigos que andan juntos todo el tiempo? Nota que hablan de manera parecida y actúan en sincronía. Esa coordinación de emociones es la versión adulta de la sintonía entre el bebé y la mamá. Esta es la verdadera clave de la eficiencia interpersonal. Mientras más socialmente habilidosos seamos, mejor controlaremos las señales que emitimos.
En una pareja existen dos realidades emocionales distintas: la de cada individuo. Los hombres y las mujeres tienen modelos emocionales diferentes por cuestiones biológicas. De forma general, las mujeres son mejores en comunicar sus emociones, mientras que los hombres tienden a minimizarlas y esconderlas.
La inteligencia emocional puede ayudar a contraponer las tensiones personales y sociales que hacen que las relaciones fracasen. Para evitar desacuerdos en una relación, es necesario saber criticar una acción sin atacar a la persona.
Los ataques personales dejan los sentimientos de las personas heridos y las ponen a la defensiva. En una relación, es necesario reconocer que los malos hábitos no cambian de un día para otro. Requieren de persistencia y actitud. Lo principal es aprender a estar sereno y dominar tus impulsos.
La arrogancia de algunos jefes desmotiva a su equipo y entorpece la productividad. La aplicación de la inteligencia emocional para liderar es crucial y su principal herramienta es la retroalimentación.
Los buenos líderes y gerentes deben aprender no solo a hacer comentarios, sino a aceptarlos. Tienen que ser cuidadosos para no confundir la crítica con un ataque personal.
Una crítica constructiva debe ser hecha personalmente, con empatía, incluyendo elogios y con enfoque en soluciones.
El cerebro emocional está directamente relacionado con tu sistema inmunológico. El estrés te vuelve más susceptible a los dolores infecciosos. La hostilidad y la agresividad se asocian con los problemas del corazón. Por eso es necesario trabajar nuestro cerebro emocional.
Los ejercicios de relajación, los deportes y las actividades placenteras son maneras de trabajar y fortalecer nuestros músculos emocionales.
Guiar sentimientos puede ser una forma de prevenir enfermedades. Mantente atento a las influencias negativas, por si alguna está afectando tu salud y bienestar.
Tu temperamento es algo innato. Te acompaña desde que naces y está asociado directamente a tu genética. Cada persona siente emociones diferentes en una misma situación.
Lo que tenemos que preguntarnos es: ¿logramos cambiar nuestro temperamento a través de nuestras vivencias en el día a día? Nuestro cerebro no está totalmente formado en el momento del nacimiento. Este sigue moldeándose y desarrollándose a medida que el tiempo pasa.
La vida familiar es el primer gran aprendizaje emocional y en ella aprendemos a entender nuestros sentimientos y expresarlos. Es importante entender cómo estos son moldeados, sus orígenes y cuándo ocurren. Así, podremos aumentar nuestra inteligencia emocional y también desarrollar la de nuestros hijos.
Las demostraciones emocionales tienen consecuencias inmediatas en tus relaciones cotidianas con otras personas. Cada actitud gana o pierde créditos cuando se trata de mostrar nuestras emociones a los otros y entender cómo nos sentimos.
El factor emocional de nuestra inteligencia es responsable de la mayor parte de nuestro éxito, por lo que es necesario desarrollarlo. Y es más fácil mejorar tu inteligencia emocional que tu coeficiente de inteligencia.
Saber empatizar con las personas, hacer críticas constructivas y no sucumbir a tus impulsos son habilidades esenciales para lograrlo.
Si te gustó aprender acerca de las emociones, puedes leer o escuchar “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” para comprenderlas aún más.
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Psicólogo, investigador, periodista y escritor oriundo de Estados Unidos, especializado en inteligencia emocional y conducta. Estudió antropología en la Universidad de... (Lea mas)
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