Seis sombreros para pensar - Reseña crítica - Edward de Bono
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Seis sombreros para pensar - reseña crítica

Seis sombreros para pensar Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Psicología y Gestión de personas y liderazgo

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9780241257531

Editorial: Planeta

Reseña crítica

Edward de Bono nos brinda una herramienta fundamental para pensar de una mejor manera. El método se basa en el análisis de los cambios químicos que realiza el cerebro al momento de pensar, y potencia al máximo la inteligencia, la experiencia y la información. ¿Qué esperas para descubrirlo?

Introducción

Según el autor, el pensamiento es el mejor recurso humano. La principal problemática a la hora de analizar el pensamiento productivo se reduce a la confusión. En nuestra intención de resolver más de una cosa a la vez, lo que logramos es no resolver ninguna. Además, se atropellan sentimientos, emociones, información, esperanza y creatividad.

El autor plantea el método de los seis sombreros para dar una alternativa al pensamiento occidental, al sistema de discusión, que nunca ha sido constructivo ni creativo. Busca, a través de los sombreros, dirigir pensamientos paralelos (individuales y colectivos) en una misma dirección. Cada uno de los seis sombreros define un tipo de pensamiento.

Esta elección se debe a que es mucho más sencillo pensar en colores de sombreros que en términos psicológicos complicados. Lo que intenta hacer De Bono de esta forma es achicar el proceso de entendimiento e ir a la práctica de manera clara y sencilla. Hace especial hincapié en lo que “puede ser” y no dictamina “lo que es”, para avanzar hacia adelante.

Lo ideal sería poder diseñar ese camino, trazarlo, y no juzgarlo. En el pensamiento occidental tradicional, cuando dos personas no llegan a un acuerdo, empiezan a discutir para demostrarle al otro que está equivocado. En el pensamiento paralelo, se sitúan en la contradicción, abarcando las dos posibilidades, o de ser necesario, decidiendo por una. 

Los sombreros no son descriptivos de personas, sino de modos de comportamiento. Intervienen a la hora de pensar las direcciones de pensamiento. Indican un rol asignado previamente según el color. Son direcciones, no descripciones de lo que acontece. Las primeras hacen referencia a lo que está por venir, en cambio las segundas, al pasado.

El libro plantea la importancia de no asignar categorías a las personas. Esto es para evitar que se encasillen en “cajas” y permanezcan allí. Nuevamente, nos encontramos con “lo que es” y no lo que “podría ser”. El pensamiento paralelo posibilita usar la experiencia e inteligencia de todos en todas las direcciones.

Utilización de los sombreros

Existen dos maneras de utilizar los sombreros: individual o en secuencia. En el primer caso se usan para pedir un pensamiento determinado. Es decir, para situaciones en las cuales se necesite alguna opción nueva y específica de alguno de los sombreros. Esto evita que las peticiones suenen personales.

La utilización de los sombreros también puede ser uno detrás del otro, formando una secuencia, sin necesidad de usarlos todos. Existen dos tipos de secuencia: evolutiva y preestablecida.

En la primera, se elige el primer sombrero y al terminar con este, el siguiente. Se recomienda en casos donde los participantes estén familiarizados con el método. Esto es para impedir que alguien empiece a discutir sobre cuál sombrero usar. El segundo motivo es para no correr el riesgo de que se piense que quien elige los sombreros quiere manipular la reunión.

En la secuencia preestablecida se proponen los sombreros por adelantado y se inicia con un sombrero azul.

En los dos tipos, lo más importante es la disciplina. El sombrero indicado es el que debe conservar cada participante y el único que puede autorizar el cambio es el líder del grupo.

El autor aconseja que el tiempo del uso de cada sombrero sea breve, de dos minutos aproximadamente, y esto depende del sombrero. El tiempo puede aumentarse mientras sigan surgiendo ideas interesantes.

Cuando el método se aplica en reuniones de grupo, de igual manera el facilitador podrá pedir que planteen pensamientos individuales para lograr más ideas.

El sombrero blanco

El objetivo de este sombrero es el de recaudar toda la información de los hechos y cifras de manera neutra y objetiva. Para evitar la sobrecarga de información, quien solicite el pensamiento del sombrero blanco podrá concretar su petición. Aporta una dirección a tomar según la información.

En el uso del sombrero establecemos un sistema de dos niveles: hechos creídos y hechos comprobados. En el primer caso debemos siempre aclarar que hablamos de hechos de “segunda clase”. Antes de tomar una decisión, debemos verificar que se tomará en base a un hecho comprobable, de “primera clase”.

Con este pensamiento, no emitimos opiniones ni juicios de valor, buscamos siempre neutralidad. Por otro lado, cabe destacar que no hay nada absoluto y que es simplemente una dirección en la que se intenta avanzar. Consiste en pensar de manera práctica y despojada de prejuicios buscando toda la información útil.

Por último, cabe señalar que la verdad y los hechos no guardan una relación tan estrecha como se cree. La verdad tiene que ver con la filosofía, y los hechos con la experiencia comprobable.

El sombrero rojo

En este caso, el autor propone una asociación con los sentimientos: se ofrece la oportunidad de expresarlos, junto con sensaciones, emociones o intuiciones. Es de vital importancia no explicarlos ni justificarlos, solo hay que expresarlos cuando aparecen, en ese mismo momento.

El sombrero rojo habilita y legitima las emociones como parte constitutiva del pensamiento. Abarca dos tipos de sentimientos: las emociones normales y los juicios complejos. Las primeras hacen referencia al temor, al desagrado, la desconfianza. Las segundas a las corazonadas, la intuición, las sensaciones, sentimientos difíciles de justificar.

Aquí se presentan tres dificultades. La del comienzo es saber si efectivamente la acción propuesta satisface los deseos expresados. La del medio es cuando la satisfacción de uno de los deseos se produce a costa de la otra. Por último, nos encontramos con el tiempo: la satisfacción a corto y a largo plazo.

El sombrero negro

Este es el más utilizado. Hace alusión a la precaución, a los cuidados. Un error puede quitarnos del medio, por más creativo que sea lo que planteemos. Este sombrero es el más “occidental”, ya que señalamos lo que está mal, lo que no va a funcionar o simplemente no encaja. Siempre de una manera lógica.

Le da valor a la cautela, invita a ser precavidos. Hay que tener mucho cuidado de no caer en el abuso de la crítica, ya que resulta más sencillo eso que ser constructivo y creativo. Es inútil y lo provoca el ego. Hay personas que centralizan su autosuficiencia en su disposición a criticar.

El sombrero negro, además de señalar los errores del pensamiento, puede manifestar si algo del proceso no estuvo bien. Otra de sus funciones es cuestionar la fuerza de la evidencia, poniendo cautela a lo que se da por sentado. ¿Acaso la conclusión final es la única posible?

Con este modo de pensamiento se consideran los riesgos y obstáculos, se señala lo que puede llegar a ser perjudicial para nuestros objetivos a futuro. Dirige a los puntos donde se debe prestar especial atención.

El sombrero amarillo

De Bono asocia este color con el optimismo. El pensador buscará posibles beneficios de lo planteado. Es difícil de llevar, ya que el cerebro posee un mecanismo natural que ayuda a evitar el peligro, pero no uno que ayude a pensar de manera positiva y propositiva. Muchas veces somos incapaces de reconocer una buena idea por esta razón.

Debe siempre apoyarse en una base lógica, es un sombrero de juicio. Aunque es un sombrero de pensamiento positivo, requiere de la misma disciplina que el sombrero negro o blanco. Existen aspectos positivos que no se ven a simple vista si no se les presta especial atención.

El punto clave es saber cuál es la acción que sigue al optimismo. Siempre debería dirigirnos a la dirección elegida, y nuestra idea debería pronunciarse siempre en cálculos aproximados de probabilidades, es lo que le da sustento. 

Es un pensamiento constructivo y positivo. De aquí surgen propuestas y sugerencias concretas. Puede ser especulativo y buscador de oportunidades.

El sombrero verde

Su valor consiste en la creatividad. El pensador buscará alternativas desconocidas, dejando atrás lo obvio y satisfactorio. La curiosidad llevará al movimiento y sustituirá al juicio. Avanzará a partir de una idea en busca de otra nueva.

Se utilizará el pensamiento lateral, que consiste en un conjunto de actitudes, lenguajes y técnicas para tomar atajos de un sistema autoorganizado para abrir nuevos conceptos y percepciones. Es una especie de entrenamiento que estimulará la creatividad, ya que no es solo una cuestión de talento o personalidad.

El autor sugiere que se utilice la figura del mánager de conceptos. Será el encargado de estimular, recoger y guiar las ideas. Organizará los sombreros para poner los problemas en manos del indicado, y sobre todo, de cuidar las ideas. La creatividad no es un don especial, sino una parte normal y necesaria del pensamiento.

El sombrero azul

Al principio y al final de las secuencias se recomienda usar el sombrero azul. Es el sombrero del control. Este pensador será quien organice los pensamientos de los demás sombreros, buscando qué es lo mejor para cada circunstancia. Define los temas a los que hay que dirigir cada pensamiento. Es quien establece la secuencia y la coreografía.

Muchas veces, el portador del sombrero azul es quien lleva la reunión, pero también se puede pedir que se lo pongan todos y pensar juntos las propuestas a tratar o conclusiones. Quien lo posea, además, será el responsable de las visiones globales. También será su labor que se respeten las reglas del juego manteniendo un mapa de pensamiento.

Es importante que el pensador pueda pedir tareas específicas para poder enfocar el pensamiento. Esto se puede hacer a través de dos tipos de preguntas: la primera es la de tanteo, y es exploratoria; la segunda es la pregunta disparo, para comprobar algo, y la respuesta se reduce a sí o no.

Resultados y conclusiones

En primer lugar, nos encontramos con la posibilidad de poder: la concentración de las capacidades mentales de las personas en un mismo problema puede contribuir a que este se resuelva con mayor facilidad.

Otro punto es el ahorro del tiempo. Se acortan los márgenes de discusiones destructivas, poco creativas, y se capitaliza el tiempo, ya que no hay que responder ni refutar posiciones ajenas. En cambio, se sitúan las posibilidades una al lado de la otra, sin enfrentarse.

En tercera medida encontramos un encauce del ego importante. Las personas solemos discutir para exhibir nuestro ego; con el pensamiento paralelo, lo que se intenta es explorar los temas de manera neutra y objetiva, no como en la discusión.

Por último, logramos desmenuzar el pensamiento y abordarlo por partes, evitando la confusión. Con el método de los seis sombreros, no pretendemos resolver todos los pensamientos a la vez, ya que esto limitaría nuestras posibilidades.

El método de los seis sombreros tiene dos objetivos: simplificar el pensamiento para tratar los puntos de uno en uno, y permitir un cambio en la forma de pensar. Presenta un concepto definido pero nunca ofensivo; funciona mejor cuando se logra un lenguaje común a todos los participantes.

Notas finales

Edward de Bono propone un nuevo concepto del pensamiento. Busca simplificarlo, quitarle la complejidad que produce confusión y así permitir un cambio en él. La intención es potenciar, en distintas direcciones y diferentes momentos, la inteligencia, la experiencia y la información.

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¿Quién escribió el libro?

Escritor y psicólogo maltés. Entrenador e instructor del pensamiento como herramienta para mejorar las habilidades y actitudes. Se enfoca, a lo largo d... (Lea mas)

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