Mentes dispersas - Reseña crítica - Gabor Maté
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Mentes dispersas - reseña crítica

Mentes dispersas Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Psicología

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Scattered Minds

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788411080255

Editorial: Gaia Ediciones

Reseña crítica

Este libro explora en profundidad el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, desde una perspectiva médica, psicológica y holística. Podrás conocer más sobre las causas y las manifestaciones del TDA, así como las formas en que afecta a las personas en diferentes áreas de sus vidas, incluyendo relaciones interpersonales, rendimiento académico y laboral, y autoestima. Desde ahí, se desarrollan posibles tratamientos holísticos para su gestión y curación. 

La naturaleza del trastorno por déficit de atención

¿Cuál es el origen del TDA? Desde un principio, este libro invita a expandir esa visión y entender que se trata de un tema muy complejo que toma diversas formas y que puede manifestarse de maneras diferentes en cada individuo. 

No es simplemente un trastorno del comportamiento, sino que tiene raíces más profundas en el funcionamiento neurológico y las experiencias emocionales de las personas. La búsqueda del motivo y las causas que subyacen al TDA son la clave para poder encontrar un tratamiento adecuado.

En eso, influyen los factores genéticos, los aspectos sociales y ambientales que rodean al paciente, la exposición a la violencia, al estrés o a otro tipo de experiencias traumáticas desde temprana edad.

Por eso, es importante reflexionar acerca del carácter multifacético de este trastorno, las maneras de conceptualizarlo y diagnosticarlo, que fueron mutando a lo largo del tiempo. Resulta crucial observar los casos desde una integridad psicológica para alcanzar la plenitud, la reconciliación y la unión de los fragmentos inarmónicos de la mente propia. No es posible comprender una manera contemplativa del TDA sin considerar los matices individuales posibles y hacer el ejercicio de evitar la estigmatización al abordar el tema. 

Es entonces donde percibe que lo que empieza como un problema de la sociedad y del desarrollo humano se ha convertido en algo definido casi exclusivamente como una dolencia médica. Aunque en muchos casos los medicamentos ayudan, la curación que requiere el TDA es un proceso de llegar a la plenitud, que, a su vez, es el significado original de la palabra curación.

Muchos caminos por los que no se ha transitado

El trastorno por déficit de atención está definido por tres características principales, y para hacer un diagnóstico basta con presentar dos de ellas. Estas características son: escasas habilidades de atención, un control deficiente de los impulsos e hiperactividad. El TDA se manifiesta de manera particular que difiere entre individuos y también varía según la situación. Incluso puede variar en un mismo individuo.

El rasgo distintivo del TDA es una desconexión automática e involuntaria, una frustrante falta de presencia de la mente. Se trata de olvidos repentinos, pérdida de memoria a corto plazo, de concentración y de atención en lo que el exterior le presenta. Es así que el TDA impide el goce pleno de la vida. La distracción fomenta el caos. El individuo con TDA experimenta la mente como una máquina en movimiento perpetuo. En cuanto no encuentra un foco de actividad, distracción o atención, se apodera de él una intensa aversión al aburrimiento, un aborrecimiento a aburrirse. Internamente percibe una continua falta de quietud, una constante interferencia.

La mente con TDA carece por completo de una plantilla para el orden y la proyección, un modelo mental de cómo se consigue. Puede visualizar una situación ordenada, pero no cuenta con el esquema para lograrlo. La deficiencia en el sentido visual-espacial actúa en sinergia con la distracción. El orden no tiene ninguna posibilidad. 

La segunda característica casi omnipresente del TDA es la impulsividad de palabra o de obra, con una reactividad emocional mal controlada. La persona con TDA apenas puede contenerse para no interrumpir a los demás, le resulta una tortura esperar su turno en todo tipo de actividades y a menudo actuará o hablará impulsivamente como si fuera incapaz de pensar con antelación. Las consecuencias son previsiblemente negativas. 

Y la tercera característica destacada es la hiperactividad. Clásicamente se expresa en la dificultad para mantenerse físicamente quieto, pero también puede ocurrir en formas menos evidentes desde afuera. Lo más probable es que se manifieste como cierta inquietud o verborragia. 

Las habilidades sociales también son un problema. El TDA tiene algo que dificulta la capacidad de reconocer los límites interpersonales. El tema común de todos los días, ya sean buenos o malos, es la sensación de haberse perdido algo importante en la vida.

Todos podríamos volvernos locos

El hecho de que ningún rasgo del TDA sea tan exclusivo que no pueda encontrarse, en un grado u otro, en cualquier número de personas de la población sin TDA alimenta el escepticismo sobre su prevalencia real. 

Las consecuencias sociales a largo plazo de la ingesta masiva de fármacos para el tratamiento de la depresión, el déficit de atención y otras muchas afecciones aún no se conocen. Vivir en una sociedad cada vez más estresante y exigente puede llevar a un aumento en los problemas de salud mental, no solo en aquellos con predisposición genética-familiar al TDA, sino en la población en general. El estrés atenta, sobre todo, contra la atención y la regulación emocional. Por eso, estas experiencias disminuyen la capacidad de respuesta del cuerpo que comienza a responder con síntomas.

Es por eso que resulta tan fundamental abordar las causas subyacentes del estrés en el tratamiento y la gestión de la condición. Es necesario contar con múltiples enfoques integrales que aborden tanto los aspectos biológicos como los psicológicos y ambientales del trastorno. Es más, la palabra trastorno es en sí misma errónea. En términos médicos significa una dolencia o enfermedad, lo que no es el TDA.

Los circuitos cerebrales y la química del TDA

Para comprender mejor el TDA vale profundizar acerca del proceso químico y biológico del cuerpo. No funciona el mismo tratamiento para todos y cada quien debe poder elegirlo. Veamos cómo se desarrolla el cerebro y cómo surgen los circuitos asociados con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDA). 

  • Desarrollo del cerebro: desde la infancia hasta la adolescencia nuestro cerebro atraviesa el auge de su desarrollo. Por eso mismo, puede representar un período crítico en la formación de circuitos neuronales y la conectividad cerebral. Los factores genéticos, ambientales y experienciales influyen en este proceso y pueden surgir diferencias individuales en la estructura y función del cerebro.
  • Circuitos cerebrales implicados en el TDA: existen circuitos neuronales específicos que se cree están involucrados en el TDA, como el sistema de atención, el sistema de recompensa y los circuitos relacionados con la regulación emocional. Describe cómo las alteraciones en estos circuitos pueden contribuir a los síntomas característicos del TDA, como la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad.
  • Neuroquímica del TDA: además se reconocen desequilibrios neuroquímicos que se observan en el TDA, incluidos los niveles de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina. Estos desequilibrios pueden afectar la comunicación entre las células cerebrales y contribuir a los síntomas del TDA.
  • Impacto del estrés y la adversidad temprana: el estrés crónico y la exposición a experiencias traumáticas pueden afectar el desarrollo del cerebro. El TDA supone un reto para las categorías de normalidad o anormalidad. La mayor parte de la sociedad contemporánea cuenta con algún rasgo de TDA por anomalías en los circuitos cerebrales que determinan la atención, la regulación emocional y el control de los impulsos.

En resumen, existen decenas de manifestaciones que tienen motivo en los procesos químicos del cuerpo. Puede manifestarse con los síntomas típicos del TDA, problemas sociales, apegos familiares, traumas infantiles irresueltos o hasta alergias emocionales.

Las raíces del TDA en la familia y en la sociedad    

Existen muchos motivos que pueden desatar un diagnóstico de TDA. Entre ellos, los vínculos humanos más cercanos de la sociedad como los familiares, laborales y sociales. Son los más destacados porque es allí donde se generan grandes traumas en el momento de la formación de la mente. No se necesitan horrores para disparar profundas ansiedades conscientes e inconscientes en los padres. Estos factores negativos pueden estar presentes en cualquier familia, incluso en el caso de que las circunstancias materiales sean las ideales e incluso cuando los padres aman a sus hijos y no albergan más que las mejores intenciones para ellos.

Las influencias familiares en el TDA

Las dinámicas familiares pueden contribuir al desarrollo y la manifestación del trastorno por déficit de atención con hiperactividad. El estrés en el hogar, los estilos de crianza y la interacción entre los miembros de la familia pueden afectar la autoestima, el comportamiento y la regulación emocional de los niños. La sobreprotección, la negligencia o la crítica constante, la falta de apoyo emocional y la inestabilidad en el nido pueden contribuir al estrés crónico, a la repetición de patrones y a aumentar los síntomas del TDA.

Las raíces sociales del TDA

Las presiones sociales y culturales pueden contribuir al aumento de los casos de TDA en la sociedad contemporánea, la más frenética de las culturas. Las familias también viven en un contexto social y económico que está determinado por fuerzas que escapan a su control. El cerebro humano es un producto de la naturaleza, pero también de la sociedad y la cultura. La medida del rendimiento, la sobrecarga de información y la falta de apoyo comunitario pueden aumentar la angustia y la ansiedad y contribuir a la manifestación de TDA.

El significado de las características del TDA

La falta de concentración forma parte de las características humanas normales, al igual que sucede con todas las demás manifestaciones del TDA. Es uno de los subproductos psicológicos de vivir en una sociedad compleja. La cuestión no es cómo se desarrolla la capacidad de excluir ciertos aspectos de la realidad, sino cómo esta capacidad normal se distorsiona hasta convertirse en una disfunción mental lo suficientemente grave como para interferir en la experiencia diaria del mundo.

Asimismo, la hiperactividad se puede experimentar de diversas maneras. La persona con TDA se siente incómoda si tiene que permanecer quieta, aunque sea durante un periodo breve. Puede resultarle físicamente imposible no realizar durante más de unos minutos ningún movimiento que denote inquietud. Está siempre atrapada en un torbellino mental.

Las etapas del TDA, con los años, se convierten en estados: el desarrollo psicológico del individuo permanece estático. Los comportamientos y patrones emocionales se quedan en un nivel característico del niño pequeño. Cada uno de ellos representa la actividad del sistema nervioso autónomo, que, en el TDA, está mal controlado.

Como muchos otros aspectos del trastorno por déficit de atención, la hiperactividad, el letargo y la vergüenza están estrechamente relacionados con los recuerdos neurológicos del cuidador distante, estresado o distraído. Un requisito para curarse, para estar bien, es disponer de circuitos en el cerebro que puedan transmitir mensajes diferentes y una imagen del yo distinta y no desamparada.

El niño con TDA y la curación

Las perspectivas para la curación del trastorno por déficit de atención son positivas. El reto de poder curarse en etapas posteriores de la vida es idéntico al de la búsqueda de la causalidad en la infancia. ¿Qué condiciones promueven el desarrollo? ¿Qué condiciones lo obstaculizan?

El cerebro humano puede ser tanto perjudicado como favorecido por su ambiente. Satisfacer las necesidades sociales y emocionales es esencial a lo largo de toda la vida. Se trata de un ambiente donde importa el bienestar y la buena conducta del individuo, donde obtiene atención. 

Una de las formas en las que cambian los circuitos neurológicos es mediante el fortalecimiento o debilitamiento de las sinapsis, las conexiones entre las células nerviosas. Las nuevas formas de procesar las emociones necesitan circuitos neuronales nuevos, y la configuración de estos requiere nuevas experiencias en un entorno emocional favorable. Cuando un niño siente que es aceptado, aún con sus defectos, la relación de apego se mantiene y se deja más espacio al desarrollo. Lo que los padres están mostrándole es que su bienestar y su seguridad son para ellos más importantes que los objetivos de comportamiento, y que los conflictos entre las personas no tienen por qué acabar en un distanciamiento emocional. También demuestran su fe básica en que el niño está bien y tiene capacidad para afrontar sus problemas. 

Es preciso que los adultos dejen un margen emocional para las reacciones del niño, conociendo sus propias limitaciones. A menudo no es el comportamiento de los hijos, sino la incapacidad para tolerar sus respuestas negativas, lo que crea las mayores dificultades. Si los padres aprenden a anticiparse a las expresiones impulsivas de emoción negativa del niño y no se sienten amenazados por ellas, puede romperse el ciclo de ira o rechazo crecientes. No se necesita obtener una victoria sobre el niño, sino solo sobre su propia ansiedad y falta de autocontrol. El primer paso para ayudar al niño con TDA es reforzar la seguridad de su relación con los padres, para que lleve una vida con motivación y autonomía. 

El adulto con TDA

Aunque también son características de muchos otros estados psicológicos crónicos y problemáticos, como la depresión, por ejemplo, la baja autoestima y la autocrítica despiadada son tan propias de la personalidad del individuo con TDA que sería difícil saber dónde termina el TDA y dónde empieza la baja autoestima. Muchos de los síntomas que se diagnostican como TDA no son más que el producto de una sociedad con baja autoestima. 

La adicción al trabajo, el afán de superación y la incapacidad de decir que no, son algunos de los ejemplos que pueden ser por el trastorno como no. Sin embargo la cosa no es tan lineal: hay algunos adultos con trastorno por déficit de atención que muestran una gran confianza en sí mismos en áreas específicas de actuación y tienen un alto rendimiento según los estándares sociales. Lo que comparten todos ellos es una autoestima baja. 

El amplio abismo que puede abrirse entre el éxito y la autoaceptación puede generar ansiedades e inseguridades inimaginadas que lleven a una profunda insatisfacción con uno mismo. Se trata de un aprendizaje más complejo, el amor propio. La autoestima verdadera trasciende los logros. Los adultos con déficit de atención no tienen una baja autoestima porque tengan pocos logros, es eso lo que hacen que juzguen con dureza sus logros y a sí mismos. 

También es cierto que el TDA dificulta que alcancen todo su potencial, no se esfuercen por localizar dentro de sí mismas fuentes de creatividad y autoexpresión, no se aventuren a embarcarse en actividades y proyectos en los que el éxito es dudoso. Se sienten más seguras al no intentarlo, porque su escasa autoestima se aterra ante el riesgo de fracaso. 

Sumergidos bajo una superficie en la que ondean los impulsos superficiales e infantiles, existen impulsos más verdaderos de actividad significativa, de afirmación de la autonomía, de búsqueda de la propia verdad y de conexión humana. Cuanto más se haya hundido, menos sabrá la persona quién es o en qué dirección se encuentra. Encontrar los estímulos, generar autocrianza y autoaceptación, no castigarse en el camino, hacer terapia y tener compañías que acepten el trastorno tal como es. Son solo algunos de los primeros consejos para empezar un tratamiento holístico con TDA.

Notas finales

El tratamiento holístico del TDA puede ser el principio de una transformación radical en la vida de una persona que se ha sentido condenada al malestar. La pretensión de normalidad es algo conocido por cualquier adulto con trastorno por déficit de atención. Lo paradójico es que la energía que invierten los adultos con TDA en sus intentos de ser como el resto es un desperdicio, al igual que la ansiedad que generan los padres ante el hecho de que sus hijos sean distintos.

El mundo está mucho más dispuesto a aceptar a alguien que es diferente y se siente cómodo con ello que a alguien que busca desesperadamente encajar negándose a sí mismo. Los demás reaccionan contra el rechazo a uno mismo mucho más que contra la diferencia. Por tanto, la solución para el adulto no es “encajar”, sino aceptar su incapacidad para hacerlo. La curación no es un acontecimiento, no es un acto único. Se produce mediante un proceso; está en el proceso mismo. Si podemos amar activamente, no habrá déficit de atención ni trastorno.

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¿Quién escribió el libro?

Es un médico y autor canadiense conocido por su enfoque holístico de la medicina, que integra la comprensión de las conexiones entre la mente, el cuerpo y el entorno social. Es especialista en salud mental y adicciones, y ha escrito v... (Lea mas)

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