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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro:
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9780789919380
Editorial: Unilit
Todos los niños expresan su amor a través de uno de los lenguajes del amor. Comprenderlos e identificar cuál es el de cada uno resulta fundamental para poder darles una enseñanza acorde a sus necesidades emocionales. Si eres capaz de transmitirle respeto, afecto y compromiso a tu niño de forma adecuada, su desarrollo se verá positivamente afectado.
Durante la crianza del niño, lo que realmente importa es el amor que existe entre padre e hijo. De ello dependerá todo.
El doctor Gary Chapman sostiene que, si hablas el mismo lenguaje del amor que tu niño, serás capaz de llenar su “tanque emocional” de amor. Así, será mucho más sencillo educarlo.
Para poder llenar de amor ese tanque, hace falta un amor en particular: el amor incondicional.
Se trata de “un amor total que acepta y afirma a un niño por lo que es, no por lo que hace. Sin importar lo que haga (o no haga), el padre lo sigue amando”.
De esta forma, seremos capaces de entenderlos en detalle y de afrontar sus comportamientos, tanto buenos como malos.
El autor explica que existen cinco formas de percibir el amor: toque físico, palabras de afirmación, tiempo de calidad, regalos y actos de servicio.
Para Chapman, el toque físico es la manera más fácil de demostrarles amor incondicional a nuestros hijos.
El ejemplo más claro son los besos y los abrazos. Es el modo más sencillo de expresar amor.
Sin embargo, no es tan común como aparenta serlo. Muchos padres tienden a evitar este tipo de afecto y luego no saben cómo modificar ese patrón.
Por supuesto, el toque físico hacia nuestros hijos se va modificando dependiendo de la edad:
Las palabras son poderosas y esto se ve reflejado en este lenguaje del amor.
Expresarle a tu hijo términos de afecto, cariño, elogio o ánimo significa que le dices: “Me preocupo por ti”. Sirven como guía positiva.
En cambio, las palabras cortantes, generalmente dichas a raíz depor una frustración pasajera, pueden dañar su autoestima. Además, ponen en duda sus habilidades.
Chapman señala que “los niños piensan que creemos profundamente lo que decimos”.
En este sentido, ellos no siempre comprenden las palabras que utilizamos. Por eso debemos asociar conceptos abstractos como amor a sentimientos afectuosos.
Una vez que entienda el significado, puedes utilizar el “te amo” en diferentes ámbitos y situaciones.
Si el lenguaje del amor primario de tu hijo son las palabras de afirmación, necesitará escucharlo de ti.
Al mismo tiempo, escuchar condenas y frases nocivas le harán mucho daño. Por eso resulta importante que el adulto se disculpe rápidamente cuando comete un acto de este tipo delante del niño.
Con el tiempo de calidad, los niños expresan que lo que los hace sentirse amados es la atención plena de sus padres.
Para Chapman, esto es posible aun en tiempos actuales, en los que muchos padres viven para el trabajo. Si quieres llevar una vida de este tipo, debes aprender este lenguaje del amor.
Cuando nuestro hijo es bebé, es más fácil compartir tiempo valioso con él. Pero a medida que va creciendo, el sacrificio que debemos hacer como padres es cada vez mayor. Pasar tiempo con ellos requiere más compromiso.
“El tiempo de calidad es el regalo de la presencia de un padre a un niño. Transmite este mensaje: ‘Tú eres importante. Me gusta estar contigo’”, explica el autor.
Esto no significa ir a un lugar especial, sino que el niño tenga a su padre para sí mismo por un tiempo. No importa dónde.
Lo genial es que, además de hacer cosas junto a él, podrás utilizar ese momento para conocerlo mejor.
“Dar y recibir regalos puede ser una poderosa expresión de amor, en el momento en que se entregan y, a menudo, se extiende a años posteriores”, comenta el doctor.
De todos modos, para que nosotros, como padres, seamos capaces de hablar este lenguaje del amor, nuestros hijos deben sentir que realmente les importamos.
El regalo sirve si viene acompañado de los otros lenguajes. Se trata de una combinación de todos los que vimos anteriormente más un obsequio que siga alimentando el tanque.
Como siempre, hay que mantener un equilibrio y ser cuidadosos. Dar regalos pero no estar presentes para nuestros hijos es un error asiduo.
La parte negativa de esto es que “puede hacer que los niños sean materialistas y manipuladores, a medida que aprenden a manejar los sentimientos y el comportamiento de las personas mediante el uso indebido de los regalos”.
“La crianza de los hijos es una vocación orientada al servicio”. Chapman sostiene que hasta nuestros niños son conscientes de ello.
Esto requiere mucho esfuerzo por nuestra parte. Los actos de servicio exigen tanto física como emocionalmente. Por eso, hay que tener los dos aspectos balanceados para no colapsar.
El objetivo de este lenguaje no se trata de complacer al niño, sino de hacer lo mejor posible para él.
“Servimos a nuestros hijos; pero a medida que están listos, les enseñamos a servirse a sí mismos y después a los demás”, aclara el autor.
Tampoco es una manera de manipular a nuestros hijos. Al igual que los regalos, los actos de servicio deben utilizarse de forma adecuada.
No se trata de un trabajo. Chapman señala que el trabajo viene impuesto desde el exterior y se ejerce con cierto rechazo. En cambio, el servicio amoroso es un regalo, no una necesidad.
Luego de conocer los cinco lenguajes del amor, ahora resta saber cuál es el primario de tu hijo.
Esto puede demorar, aunque hay señales que ayudan a identificarlo en todas partes.
En este proceso de reconocimiento se necesita tiempo, sobre todo si el niño es pequeño. La razón se debe a que, en ese momento, recién está empezando a aprender cómo dar y recibir amor en diferentes lenguajes.
Además de apurarse, tampoco es recomendable discutir tu búsqueda con tu hijo. Menos aun si es adolescente. Chapman cuenta que, por naturaleza, los niños son egocéntricos y pueden manipularte si se dan cuenta de lo importante que son para ti los lenguajes del amor.
El autor recomienda apostar por alguno de estos métodos:
Gary Chapman deja en claro que “disciplina” no es una palabra negativa. “La disciplina implica la larga y vigilante tarea de guiar a un niño desde la infancia hasta la adultez”, explica.
Como el objetivo final es que el niño, a futuro, obtenga un nivel de madurez que le permita ser un adulto responsable en la sociedad, se trata de una meta positiva.
Asimismo, el autor asegura que castigar no es disciplinar. Muchos padres creen que la tarea principal de la crianza es esa, pero en su lugar, pueden utilizar formas positivas de disciplina.
¿Cómo? Llenando y manteniendo lleno el tanque emocional de amor del niño. Esto garantiza eficiencia en la educación.
“Disciplinar sin amor es como tratar de operar una máquina sin aceite. Por un tiempo, quizá parezca que funciona, pero terminará en desastre”, agrega.
Además, Chapman brinda cinco alternativas para controlar el comportamiento de tu hijo:
Investigadores han demostrado que “el momento óptimo para la estimulación de las habilidades básicas de aprendizaje en un niño es antes de los seis años”.
Por lo tanto, los padres somos los principales y más importantes maestros de nuestros hijos. Tenemos un papel crucial en su formación.
Aquí vuelve a entrar en juego la disciplina. Ya la vimos como guía para la madurez, pero en esta ocasión, Chapman habla sobre cuando les enseñamos cosas a nuestros niños.
“Debes tratar de comprender el impulso innato de tu hijo para aprender, explorar y, luego, satisfacer la necesidad urgente de su cerebro en desarrollo de estímulos sensoriales y experiencias de aprendizaje agradables”.
Como van conociendo la vida a través de los cinco sentidos, su desarrollo del lenguaje dependerá de la estimulación verbal que les den sus padres durante los primeros años.
De este modo, hablar con ellos y estimularlos resulta de gran ayuda en este proceso. Con el tiempo, transforman ese vocabulario en oraciones. Y esas oraciones las utilizan para expresar emociones, pensamientos y deseos.
“La clave para motivar a un niño es lograr que asuma la responsabilidad de su propio comportamiento”.
El autor ofrece tres sugerencias para lograr este objetivo:
“Los dos están más estrechamente relacionados de lo que la mayoría de nosotros quiere admitir. Nos enojamos con las personas que amamos”, manifiesta Chapman acerca de estos dos conceptos.
El enojo es la emoción que más problemas trae en la familia. Puede desencadenar conflictos, peleas y abusos.
A pesar de esto, el autor cree que no todo enojo es malo. “Puedes sentir enojo porque quieres justicia y deseas el bienestar de alguien”, explica. “El propósito supremo y adecuado del enojo es motivarnos a hacer bien las cosas y corregir el mal”.
Como padres, debemos saber qué es y cómo podemos lidiar con el enojo. Si no, no seremos capaces de enseñarles a nuestros hijos qué hacer cuando se sientan enojados.
Si los niños aprenden a controlar bien el enojo, gozarán de una gran ventaja en sus vidas. Evitarán problemas y podrán utilizar el enojo en su beneficio.
Pero, en ocasiones, los padres no han podido instruirse de esa manera, así que no lo pueden hacer con sus hijos. En caso de estar en esa situación, Chapman sugiere buscar asistencia profesional. “Si nunca has aprendido a controlar tu enojo, te recomendamos encarecidamente que busques ayuda en este aspecto”.
Con un estilo de escritura claro y sencillo, Gary Chapman y Ross Campbell lograron que los padres se puedan acercar más a sus hijos.
En “Los 5 lenguajes del amor de los niños”, los autores no solo enseñan a comprender los lenguajes de cada niño, sino también a identificarlo.
El toque físico, las palabras de afirmación, el tiempo de calidad, los regalos y los actos de servicio son las cinco formas de percibir el amor.
Si logras reconocer el de tu hijo, su aprendizaje será más eficiente y su desarrollo más positivo.
Puedes continuar con la saga de Gary Chapman leyendo “Los 5 lenguajes del amor”, donde explica los diferentes tipos de comunicación que existen en las relaciones amorosas.
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Es un pastor bautista, consejero matrimonial y escritor estadounidense. Estudió teología, letras y antropología en diferentes instituciones académicas, entre las que sobresale la Universid... (Lea mas)
Este psicólogo ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar y trabajar sobre las relaciones entre padres e hijos. Fue profesor de psicología pediátrica en el Colegio de Medici... (Lea mas)
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