En Auschwitz no había Prozac - Reseña crítica - Edith Eger
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En Auschwitz no había Prozac - reseña crítica

En Auschwitz no había Prozac Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Autoayuda y motivación

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9789504972129

Editorial: Editorial Planeta

Reseña crítica

Podemos liberarnos de las prisiones mentales que tenemos. Edith Eger habla sobre las 12 prisiones en las que nos recluimos cuando sufrimos un hecho traumático. Las explica y da ejemplos y herramientas para que todos podamos superarlas y sanar. ¡Disfrutar la vida es posible! ¡Anímate!

Capítulo 1: ¿Y ahora qué?

Edith Eger destaca una gran diferencia entre las personas víctimas y las sobrevivientes.

Las primeras se preguntan “¿por qué a mí?”, mientras que las sobrevivientes “¿y ahora qué?”.

Todos padecemos dolor en algún momento de nuestras vidas, por más que seamos bondadosos o nos esmeremos. Será por otra persona o por una circunstancia, pero pasará.

Esto es inevitable. Lo que sí se puede sortear es el victimismo. Para la autora, victimizarse es opcional.

Por eso da estas claves para librarse de ese victimismo:

  • Eso fue entonces, ahora estamos en el presente: debes alejarte del lugar en el que te hirieron, lejos del pasado.
  • En cada crisis hay una transición: a través de cartas, puedes manifestar que fuiste una víctima pero ahora eres una persona fuerte.
  • Saca provecho de tu libertad: busca lo que te atraiga y déjate guiar por la intuición creativa.

Capítulo 2: En Auschwitz no había Prozac

“Me gusta recordar esto a mis pacientes: lo contrario de la depresión es la expresión. Lo que sacas no te puede afligir; lo que te guardas para ti, sí”, cuenta Eger.

Ella misma lo vivió, al ocultar por años que era sobreviviente de Auschwitz. Se dio cuenta de que “a largo plazo, intentar proteger a otros o a nosotros mismos de nuestros sentimientos es inútil”.

Estas son las llaves para liberarnos de la evasión:

  • Siente para poder curarte: tienes que acostumbrarte a analizar cómo estás de manera constante. La autora recomienda hacerlo en un momento neutro, como a la hora de comer.
  • Todo es temporal: cuando te sientas cómodo evaluando tus sentimientos, intenta conectar con ellos cuando te invada una gran emoción, ya sea positiva o negativa. En lo posible, trata de alejarte de la situación que te provoca ese sentimiento.
  • Lo contrario de la depresión es la expresión: nunca es tarde para asumir sentimientos y decir la verdad.

Capítulo 3: Todas las demás relaciones se van a terminar

Cuando somos pequeños experimentamos uno de los primeros miedos, el del abandono. Pero aprendemos de forma rápida cómo ganarnos la atención, el afecto y la aprobación de las personas.

Con el tiempo aprendemos en qué tenemos que convertirnos para satisfacer nuestras necesidades. Hasta ahí va todo bien.

El problema es cuando seguimos haciendo lo mencionado anteriormente, buscando hacer cosas para que nos amen. “Es muy peligroso poner toda tu vida en manos de otra persona”, dice Eger.

Las claves para librarnos del autoabandono son:

  • Las cosas que practicamos se nos van dando mejor: la autora sugiere que dediquemos al menos cinco minutos al día a disfrutar de sensaciones placenteras como tomar un café o el abrazo de un ser querido.
  • Trabaja, ama, juega: puedes realizar una tabla semanal distribuyendo el tiempo que dedicas a trabajar, a amar y a jugar. Luego, suma todas las horas y mira si las tres categorías están equilibradas. Si están desparejas, hay que equipararlas.
  • Date un poco de amor: piensa cómo respondiste la semana pasada cuando alguien te pidió un favor. Después, piensa si pediste ayuda a alguien. Qué dijiste y qué puedes hacer hoy para darte amor y cuidado.

Capítulo 4: Un trasero para dos asientos

Eger utiliza un dicho húngaro para explicar este capítulo: “Quien entre dos sillas se sienta da con el trasero en tierra”.

Es decir, si tienes una doble vida, tarde o temprano, te pasará factura. Si ocultamos una parte de nosotros, no seremos capaces de curarnos.

“Cuando eres libre puedes vivir una vida auténtica, dejas de estar sentado a horcajadas entre dos sillas —entre tu yo ideal y tu yo real— y empiezas a ser congruente. Aprendes a sentarte en la silla de tu propia satisfacción”, agrega la autora.

¿Cómo liberarnos de los secretos?

  • Quien entre dos sillas se sienta da con el trasero en tierra: prueba sentarte en una silla y luego en dos sillas, colocando una nalga en cada una. ¿Cómo te sientes? Termina sentándote en una sola silla para “volver a casa”.
  • La honestidad empieza por aprender a contarnos la verdad: varias veces al día, trata de analizar conscientemente el estado de tu cuerpo y tu temperatura emocional.
  • Cuenta la verdad en entornos seguros: los grupos de ayuda y los programas de 12 pasos son lugares ideales para comenzar a compartir tu verdad.

Capítulo 5: Nadie te rechaza excepto tú

La culpa y la vergüenza pueden permanecer por largo tiempo dentro de una persona. “Tardé décadas en perdonarme por haber sobrevivido”, dice la autora poniéndose como ejemplo.

Eger aclara que la culpa se presenta cuando alguien se condena a sí mismo y cree que es responsable de algo.

“La culpa te atasca”, añade, y encuentra inspiración en la vergüenza. No importa qué hagas, no te crees suficiente.

Sin embargo, ninguna de las dos refleja lo que verdaderamente somos. Así que puedes utilizar estas sugerencias para librarte de ellas:

  • Lo has conseguido: busca tu zona vulnerable y dale amor para revertir la situación. Puede ser tu corazón o tu sistema respiratorio, lo que sea.
  • Lo que cuidas se hace más fuerte: presta atención a cómo hablas y reemplaza los mensajes de culpa y vergüenza, como “debería”, “sí, pero” o “es culpa mía”, por cosas amables todos los días.

Capítulo 6: Lo que no pasó

“El hecho de que la vida no vaya como queremos o esperamos es una experiencia universal. La mayoría sufrimos porque tenemos algo que no queremos, o porque queremos algo que no tenemos”, explica la autora.

Si no aprendemos a resolver ese dolor, viviremos con una ira difícil de controlar.

Para eso debemos absolvernos de la responsabilidad de todas las cosas que no dependen de nosotros. Al mismo tiempo, tenemos que hacernos cargo de las decisiones que tomamos y que ya no tienen marcha atrás.

Por eso, ten en cuenta estos consejos:

  • Deja en paz a los muertos: el dolor no va a desaparecer, así que dedícale un tiempo diario a honrar a esa persona que ya no está y su pérdida.
  • El alma nunca muere: si haces el duelo, puedes tener una vida más alegre, con más sentido y propósito.

Capítulo 7: Nada que demostrar

Los conflictos son naturales para los seres humanos. Si los evitamos, estaremos más cerca de la tiranía que de la paz.

“El conflicto en sí mismo no nos encarcela. Lo que nos atrapa es la mentalidad rígida con que solemos gestionarlo”, analiza Eger.

En este sentido, brinda estas claves para liberarte de la rigidez:

  • Abrázate con ternura: toma un problema actual de tu vida y expresa tu verdad en voz alta. Analiza la situación e indaga qué te dice y qué puedes hacer con ella.
  • Piensa en los demás tal como son: describe a una persona con la que tengas conflictos sin emitir juicios de opinión.
  • Cooperación, no dominación: los conflictos deben abordarse de forma cooperativa, ponderando la relación entre las personas antes que el poder o el control.
  • Trata a los demás según lo que pueden llegar a ser: imagina a la persona con la que tienes conflictos siendo la mejor versión de sí misma.

Capítulo 8: ¿Te gustaría casarte contigo?

“Cuando estamos enojados, muchas veces es porque hay una brecha entre nuestras expectativas y la realidad”, señala Eger. “Creemos que es la otra persona quien nos estorba y nos menoscaba, pero la cárcel real son nuestras expectativas quiméricas”.

Para poder librarte del resentimiento, toma estas sugerencias:

  • Cambia los pasos de baile: hay parejas que sufren un ciclo repetitivo que comienza con la frustración, empeora con la pelea y parece recuperar la armonía con la reconciliación. Pero esa paz no dura mucho si no se resuelve la frustración. Cuando esta aparezca, haz algo de otra manera. Cambia tu forma de actuar.
  • Resuelve las cuentas pendientes a nivel emocional: piensa sobre el mensaje acerca del amor que aprendiste cuando eras niño y que aún mantienes.
  • ¿Te gustaría casarte contigo?: pregúntate cuáles son tus puntos fuertes, haz una lista con ellos y evalúa si tu forma de vida saca lo mejor de ti o no.

Capítulo 9: ¿Estás evolucionando o involucionando?

“No hace falta valor para buscar la perfección. Pero sí hace falta valor para ser del montón, para decir: ‘Me contento con cómo soy. Me vale’”, expresa la autora.

En otras palabras, nadie puede ser perfecto. Todos los seres humanos cometemos errores.

Aquí entra en juego el miedo, que nos paraliza. No nacemos con él pero lo incorporamos. El miedo utiliza la resistencia como lenguaje y, si dejamos que ella entre, no crecemos.

Pero, según Eger, “la cárcel del miedo puede ser un motor para crecer y empoderarse”. Hay que afrontar los temores y no combatirlos ni huir de ellos.

Las claves:

  • Puedo. Quiero. Estoy dispuesto: en vez de utilizar el lenguaje del miedo, como “no puedo” o “necesito”, emplea este vocabulario.
  • Cambio es sinónimo de crecimiento: escoge una cosa que hiciste ayer y hazla de otra manera.
  • Identifica tus miedos: haz una lista e identifica qué miedos son realmente tuyos y cuáles son adquiridos o heredados.

Capítulo 10: El nazi en ti

Muchas personas se sienten condenadas por el pasado de su familia. Sucede con descendientes de nazis, dictadores y genocidas que, en muchos casos, ni siquiera conocieron a sus antepasados.

“Te digo una cosa: no fuiste tú. Culpa a los culpables y luego decide”, dice la autora. Decide cuánto tiempo más cargarás con ese peso en tus espaldas.

Agrega que “cuando vivimos en la cárcel del prejuicio, no solo victimizamos a otros. Nos victimizamos a nosotros mismos”.

Eger menciona estas claves para liberarte del prejuicio:

  • Nuestros mejores maestros: piensa qué te pueden enseñar las personas más tóxicas y aborrecibles que conociste en tu vida.
  • Nacemos para amar; aprendemos a odiar: enlista los mensajes que escuchaste durante tu infancia y que dividen a la gente en buena o mala. Identifica cuáles son prejuiciosos y cuáles no.
  • ¿Cuál es el legado que quieres transmitir?: el pasado no se puede cambiar, pero sí podemos dejar un legado positivo para las futuras generaciones.

Capítulo 11: Si sobrevivo hoy, mañana seré libre

En situaciones difíciles u horribles, la esperanza es un estímulo para seguir viviendo.

Eger experimentó esto en carne propia cuando fue prisionera en Auschwitz. Sentía impotencia al no encontrar respuesta al cuestionamiento que se hacía a diario: si alguien cercano suyo sabía realmente que ella y su hermana estaban ahí.

Vivió un infierno, pero supo que era temporal. Al ser temporal, era posible sobrevivir. Así que eligió qué cosas pensar para sortear la tormenta.

La impotencia puede irse si aplicas estas sugerencias:

  • No mezcles ajo con chocolate: no es lo mismo esperanza que idealismo, este último es una forma más de negación. “La resiliencia y la libertad no se logran haciendo ver que no estás sufriendo”.
  • Hay que ser valiente para no desanimarse: haz una lista de todos los cambios que puede haber en el mundo en general y en el tuyo personal de aquí a cinco años. Utiliza esto como un impulso de esperanza.
  • La esperanza es una oda a la curiosidad: imagina cómo es tu yo del futuro, imagina dónde vive y cómo, por dónde camina.

Capítulo 12: Sin ira no hay perdón

Una de las preguntas habituales que recibe Eger en sus charlas es cómo pudo haber perdonado a los nazis.

“No está en mis manos conceder a nadie el perdón, o eximir espiritualmente a otros de sus maldades. Pero sí está en mis manos liberarme a mí misma. Y en las tuyas también”, responde.

El perdón lo hacemos por nosotros, no por la persona que nos hirió. Así, podemos dejar de cargar con un peso que solo se traduce en dolor.

Claves para liberarte de la cárcel con el perdón:

  • ¿Estoy preparado para perdonar?: el perdón no es algo que concedes a otros, es tu forma de eximirte.
  • Reconoce y da rienda suelta a la ira: legitima la ira, escoge un modo de canalizarla y luego disuélvela. Tienes que soltarla para que no empeore y te envenene.
  • Perdónate: es probable que te estés aferrando a la culpa, la vergüenza o la autocrítica si te cuesta perdonar a alguien que te hizo daño.

Notas finales

Con un proceso de sanación atravesado por el proceso de haberse sobrepuesto a Auschwitz y sus secuelas, además de haber trabajado con otros sobrevivientes, Edith Eger brinda herramientas útiles en “En Auschwitz no había Prozac”.

Escribió sobre las 12 prisiones mentales que atormentan a las personas a lo largo de la vida.

Se trata del victimismo, la evasión, el autoabandono, los secretos, la culpa y la vergüenza, el dolor no resuelto, la rigidez, el resentimiento, el miedo paralizante, el prejuicio, la impotencia y la incapacidad de perdonar.

Si sufriste algún hecho trágico y estás en alguna de ellas, ahora sabes que es posible sanar.

Consejo de 12min

Edith Eger cuenta su brutal y fascinante historia de superación en “La bailarina de Auschwitz”. Escúchalo para entender cómo pudo transformar los traumas que tuvo que vivir en aprendizajes para la vida.

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¿Quién escribió el libro?

Sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz. Una vez que se radicó en Estados Unidos estudió psicología. Desde entonces es una de las portavoces más importa... (Lea mas)

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