El hombre que estaba rodeado de idiotas - Reseña crítica - Thomas Erikson
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El hombre que estaba rodeado de idiotas - reseña crítica

El hombre que estaba rodeado de idiotas Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Psicología

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Surrounded by Idiots: The Four Types of Human Behaviour (or, How to Understand Those Who Cannot Be Understood)

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788403517998

Editorial: AGUILAR OCIO

Reseña crítica

Thomas Erikson plantea una forma interesante de clasificar a las personas de acuerdo con colores y según la personalidad, las actitudes frente a otras personas y la percepción ajena.

Existen personas de color rojo, amarillo, verde y azul. ¿A qué color perteneces?

El destinatario es quien decide

El mensaje, según se capta, es lo que queda de lo que has dicho a una determinada persona después de haber pasado por el filtro de sus sistemas de referencia, sus preferencias y sus prejuicios.

El destinatario puede interpretar tu mensaje de forma completamente diferente a lo que pretendías comunicar. Lo que se entiende varía, como es lógico, dependiendo de con quién hables, pero solo en contadas ocasiones el mensaje completo se recibe exactamente igual que como tú lo pensaste.

Ser conscientes del poco control que se tiene sobre lo que el destinatario terminará entendiendo puede resultar deprimente; sin embargo, ceñirte a cómo las demás personas podrían desear ser tratadas sería un buen inicio para que tu comunicación fuese más efectiva.

Crear un ámbito seguro para la comunicación con los demás en sus propios términos los ayudará a entenderte. De este modo, el receptor podrá destinar su energía a comprender, en lugar de a reaccionar, de forma consciente o inconsciente, a tu forma de comunicarte.

No puedes partir de tus necesidades. Lo que caracteriza a un buen comunicador es la flexibilidad y la habilidad para interpretar lo que los demás necesitan.

¿Cómo llegamos a ser lo que somos?

De forma muy resumida, puede decirse que ser lo que somos resulta de una combinación entre herencia y medio.

Algunos patrones de conducta que mostramos durante la edad adulta se han configurado incluso antes de nuestro nacimiento. El niño se convierte en una copia de otra persona, para bien o para mal.

Los niños aprenden de dos maneras: pasan de la insatisfacción y el descontento a la satisfacción y la alegría. El método más habitual de aprendizaje en el niño es por imitación: aprende lo que ve a su alrededor.

Aprendemos de las actitudes y los valores de las personas a nuestro alrededor, y esto repercute en la elección de la conducta que se tendrá.

Cuanto más te conoces a ti mismo, mayores son las probabilidades de que te adaptes a la gente que te rodea. Son pocos los que se animan a dar el paso de conocerse.

Introducción al método

Existen cuatro tipos de conducta principales: las conductas azul y verde se encuentran dentro del sector de los introvertidos, pasivos y reservados, y las conductas roja y amarilla engloban a los extrovertidos, activos y ejecutores.

Muchas de las personas que conoces poseen cualidades que te gustaría tener, quizá incluso que envidies. Estas personas dominan cosas que tú no dominas.

Tal vez te gustaría ser capaz de tomar decisiones, como los de conducta roja, o poder interactuar con extraños, como los amarillos. Es posible que desees no estresarte tanto y conseguir tomar las cosas con más tranquilidad, como saben hacerlo los verdes. Quizás querrías mantener tus papeles en orden sin esfuerzo, como los azules.

Con esta clasificación, podrás aprender a ser como ellos y también cómo evitar ciertas conductas de ti mismo.

La conducta roja

A este tipo de personalidad Hipócrates la definió como “colérica” en su teoría del temperamento humano. Las personas de conducta roja son resueltas y dinámicas. Tienen metas vitales que a otros puede resultarles difícil plantearse.

Siempre se esfuerzan por avanzar, siempre intentan llegar un poco más lejos y casi nunca tiran la toalla. Creen que sus habilidades no tienen parangón. En su fuero interno albergan una firme creencia de que no hay ningún objetivo que se les resista, si se lo plantean con suficiente empeño.

Son personas extrovertidas que aman los retos. Son líderes natos, que asumen voluntariamente el mando y toman la delantera. Son tan resueltos que logran sus objetivos con independencia de los obstáculos que se interpongan en su camino.

No tienen ningún problema en ser directos, dicen exactamente lo que piensan sin rodeos. A los rojos les gusta competir, piensan rápido y pasan a otra cosa antes que los demás. Pocas cosas les molestan más que la lentitud.

A los rojos no les suele importar lo que piensen los demás, lo suyo no es ayudar a otros, sino ayudarse a sí mismos.

La conducta amarilla

En el mundo hipocrático, a los amarillos se los circunscribe dentro de “la conducta sanguínea”, que quiere decir “optimista”. Se trata de personas que viven la vida y siempre hallan motivos para disfrutar.

La vida es una fiesta y las personas de conducta amarilla quieren quedarse hasta el final. Les mueve la diversión y la alegría constantes.

Es fácil reconocer a un amarillo, pues es aquel que no para de hablar y que prefiere responder preguntas antes que formularlas, incluso preguntas que nadie le ha hecho.

Saben cómo captar la atención de todo el mundo y cómo mantenerla. Los amarillos, al igual que los rojos, están más que dispuestos a tomar decisiones, pero en contadas ocasiones pueden explicar con argumentos racionales por qué las toman.

La conducta amarilla es contagiosa. Ellos sonríen y ríen sin parar, pueden hablar con todos y tienen mucha energía. Encuentran soluciones donde otros no, pueden darles la vuelta a las cosas y conseguir progresar, y casi nunca se ponen límites.

La conducta verde

Las personas verdes son las que más abundan, en consecuencia, te topas con ellas donde vayas.

Los verdes son más equilibrados. Hipócrates los denominaba “flemáticos”. Son serenos, imperturbables, tranquilos, impávidos, indiferentes y reposados.

Esto significa que las personas de conducta verde no destacan tanto como las de otros colores, lo que en general aporta serenidad a las situaciones.

Por eso es más fácil relacionarse con alguien de este tipo de conducta. Te dejan ser tú mismo, no piden demasiado y no arman escándalo en vano.

Los verdes no ofenden a nadie si pueden evitarlo, normalmente se esfuerzan por encajar en un ambiente, lo que los hace personas más equilibradas, y son muy tolerantes con las conductas de los demás.

Los verdes son introvertidos, son quienes mejor escuchan, siempre están más interesados en los demás que en sí mismos. Para los verdes, más vale pájaro en mano que cientos volando.

La conducta azul

El último de los cuatro colores es un curioso líder y seguramente te has encontrado con personas así. No se dan demasiada importancia, pero mantienen un control sorprendente sobre cuanto ocurre a su alrededor.

Sabrás que te has topado con una persona de conducta azul cuando visites su casa y todo esté organizado de una manera precisa.

Los azules siempre tratan de investigar las cosas antes de abrir la boca, los azules no lo saben todo pero seguramente lo que dicen siempre sea correcto.

Para los azules, los datos casi nunca son suficientes y la atención a la letra pequeña jamás será excesiva, pues la clave está en los detalles.

Son muy precavidos: lo primero que piensan siempre es en la seguridad, para ellos lo más importante es el camino, no la meta.

A veces, los azules renuncian a emprender algo solo porque no pueden valorar los riesgos.

Son silenciosos, pero por dentro puede estar ocurriendo cualquier cosa.

Nadie es perfecto

Hay personas a las que cuesta comprender en determinadas circunstancias, y otras a quienes no se logra entender en ninguna situación. Sin embargo, no porque tú tengas la razón significa que el otro esté equivocado.

Prestamos especial atención a los defectos y las carencias de los demás. Los psicólogos infantiles suelen afirmar que lo que nos parece más inadecuado de la conducta de nuestros hijos es aquello que reconocemos en nosotros mismos.

Nadie es perfecto, debemos aprender a vivir con nuestros defectos y sacar el mayor partido de cada situación. Una característica personal puede ser útil en algunas circunstancias e inadecuada en otras.

Un buen método para comenzar a lidiar con entender que hay todo tipo de pensamientos es tratar de observar qué dirían las personas de conductas opuestas sobre los patrones de comportamiento ajenos. Si logramos entender cómo son de verdad, estaremos por el buen camino.

Aprender cosas nuevas

Adquirir nuevos conocimientos no es una tarea fácil. Puede resultar sencillo, pero no fácil, pues siempre hay tanto que hacer, tanto para leer, tanto que aprender… ¿Por dónde empezar? Como es normal, resulta más fácil dedicar tiempo a aquello que despierta nuestra curiosidad y en lo que estamos interesados.

Entender a los demás siempre será un factor clave para lograr tus objetivos vitales del modo más fácil, con independencia de los objetivos.

Cuando comienzas a ver a las personas a partir de su conducta y entiendes el porqué de ella, la comunicación y la convivencia con ellos será más fácil.

Las apariencias importan

El lenguaje corporal se refiere a todas las formas de comunicación no verbal, tanto conscientes como inconscientes. Las diferencias en el lenguaje corporal varían entre los individuos y entre grupos de personas.

Este lenguaje también actúa como diferenciador cultural y social, incluso teniendo en cuenta la base biológica común. Está formado por una enorme cantidad de signos, muchos más de los que somos conscientes.

Las personas de conducta roja normalmente mantienen distancias con los demás, su apretón de manos es contundente, tienen a inclinarse hacia delante, miran a los ojos directamente y usan gestos que expresan control.

Los amarillos mantienen mucho contacto físico, tienen una actitud relajada y alegre, miran a los ojos de manera amistosa, usan gestos expresivos y suelen acercarse a los demás.

Los verdes sostienen una actitud relajada y se acercan a su interlocutor, actúan de manera metódica, tienden a inclinarse hacia atrás, miran a los ojos de forma muy amistosa y prefieren los gestos discretos.

Finalmente, los azules prefieren guardar distancia con los demás, no se mueven, ya estén de pie o sentados, su lenguaje corporal a menudo es retraído, miran directamente a los ojos y hablan sin gesticular.

¿Qué te dice todo esto de las personas que están a tu alrededor?

Adaptación

¿Qué podemos hacer ante el hecho de que las personas sean distintas entre sí, y que funcionen y reaccionen de maneras por completo diferentes?

Para todos los seres humanos, lo natural es comportarse como son o, lo que es lo mismo, comportarse según su conducta básica; pero por ciertas razones quizá sintamos la necesidad de adaptarnos a los que nos rodean.

Suele decirse que tenemos que ser flexibles y contar con capacidad de adaptación para poder manejar una amplia gama de situaciones y ser capaces de responder ante muchos tipos de personas distintas.

En un mundo ideal, todos los individuos pueden ser ellos mismos y las cosas funcionan a la perfección desde el primer momento, pero las personas siempre son diferentes a ti y aunque lo intentes no puedes ser todos los tipos al mismo tiempo.

Quizá te preguntes: “¿Cómo logro adaptarme?”. Cada día nos adaptamos a todo, sin embargo la clave está en conocerse a uno mismo y después conocer a los demás. Cuanto más sabes sobre los demás, más fácil te resultará tomar decisiones y relacionarte con todos en la vida.

Notas finales

La mejor manera de formar un grupo es mezclar personas de diferentes tipos. Es el único modo de conseguir una dinámica de grupo aceptable. El resto depende de ti.

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Escritor sueco con una larga trayectoria enfocada en la investigación del comportamiento humano a través de su lenguaje corporal y su personalidad. Ha publicado diversos libros sobre el tema —como... (Lea mas)

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