Comunicación no violenta - Reseña crítica - Marshall B. Rosenberg
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Comunicación no violenta - reseña crítica

Comunicación no violenta Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Cultura corporativa y comunicación y Psicología

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 978-8571831414

Editorial: Acanto

Reseña crítica

Marshall Rosenberg, PhD en psicología clínica, presenta su metodología original para perfeccionar las relaciones interpersonales. Esto además, asegura, sirve para construir un mundo mejor.

En su libro utiliza un enfoque innovador que puede aplicarse a cualquier situación que exija claridad en la comunicación. ¿Quieres conocerlo? ¡Empieza a leer!

Desde el corazón

La naturaleza humana es compasiva. Sin embargo, ¿por qué a veces nos comportamos de manera violenta y explotamos a otras personas? El autor afirma que en muchos casos esto es la consecuencia de un mal uso del lenguaje y las palabras.

Marshall Rosenberg identifica un enfoque específico de la comunicación en dos direcciones: hablar y escuchar. Estos elementos nos llevan a entregarnos de corazón, a conectarnos con nosotros mismos y con los demás. Así, permitimos que nuestra compasión natural florezca. Esto es lo que el autor denomina como Comunicación No-Violenta o CNV.

Esta teoría se basa en las habilidades del lenguaje que fortalecen la capacidad de continuar siendo humanos, incluso en condiciones adversas. El objetivo es recordarnos lo que ya sabemos: cómo debemos relacionarnos entre nosotros.

La CNV nos ayuda, por tanto, a reformular la manera en que nos expresamos y oímos a los demás. Cuando la utilizamos para escuchar nuestras necesidades más profundas, percibimos las relaciones a través de un nuevo enfoque.

En un nivel más profundo, es un recordatorio permanente para mantener nuestra atención concentrada allí donde es más probable encontrar lo que buscamos. Cuando nos entregamos de corazón, nuestros actos brotan de la alegría que surge. Resplandecemos siempre que enriquecemos de buena voluntad la vida de otra persona.

El proceso de la CNV

Para llegar al mutuo deseo de entregarnos de corazón, Rosenberg concentra la luz de la conciencia en cuatro áreas:

  • Observación
  • Sentimiento
  • Necesidades
  • Solicitud

Primero, observamos lo que está ocurriendo en una situación: ¿qué hacen los demás que es enriquecedor para nuestra vida? El truco es ser capaz de articular esa observación sin hacer ningún juicio o evaluación, sino simplemente decir lo que nos agrada.

A continuación, identificamos cómo nos sentimos al observar aquella acción: heridos, asustados, alegres, divertidos, irritados, etc. En tercer lugar, reconocemos cuáles de nuestras necesidades están ligadas a los sentimientos que identificamos allí.

Así, parte de la CNV consiste en expresar estas cuatro informaciones, ya sea de forma verbal o por otros medios.

Debemos mantener nuestra atención concentrada en esas áreas y ayudar a otros a hacer lo mismo. Así, establecemos un flujo de comunicación de los dos lados, hasta que la compasión se manifiesta naturalmente.

Cuando utilizamos la comunicación pacífica en nuestras interacciones, nos colocamos en nuestro estado natural. Se trata, pues, de un enfoque que se aplica de manera eficaz a todos los niveles de comunicación. Además, afecta a diversas situaciones como las relaciones íntimas, las negociaciones comerciales, las disputas de cualquier naturaleza, etc.

Algunas personas usan la CNV para responderse compasivamente a sí mismas; otras, para establecer mayor profundidad en sus relaciones personales; y otras, para generar relaciones eficaces en el trabajo o en la política. 

La comunicación que bloquea la compasión

El autor también establece algunas formas específicas de lenguaje y comunicación que contribuyen a nuestro comportamiento violento. Se trata de lo que él llama "comunicación alienante de la vida". Entre sus formas principales se destacan:

  • Los juicios moralizadores, que ven una naturaleza errónea o maligna en las personas que no actúan en consonancia con nuestros valores.
  • El acto de hacer comparaciones con otras personas, algo que nos deja infelices al intentar seguir modelos inalcanzables.
  • La negación de la responsabilidad, que oscurece la conciencia de nuestro protagonismo como individuos y nuestro compromiso ante la sociedad.

Es muy importante separar la observación de la evaluación. Si no sabemos hacerlo, los demás verán nuestros comentarios como una crítica. La comunicación no violenta es un lenguaje dinámico que desalienta generalizaciones estáticas. 

En su lugar, las observaciones deben realizarse de manera específica, para un tiempo y un contexto determinados. Por ejemplo, “Raúl no marcó ningún gol en 20 partidos", en lugar de "Raúl es pésimo jugador de fútbol".

El psicoanalista Rollo May afirma que la persona madura se vuelve capaz de diferenciar sentimientos en muchos matices: algunas experiencias son fuertes y apasionadas, mientras que otras son delicadas y sensibles, tal como los diferentes fragmentos de una sinfonía.

Asumir la responsabilidad por nuestros sentimientos

La CNV también pasa por el reconocimiento de nuestras necesidades. Lo que otros dicen y hacen puede ser un estímulo, pero nunca la causa de nuestros sentimientos.

Cuando alguien se comunica de forma negativa, podemos recibir este mensaje de diferentes formas. Podemos culparnos a nosotros mismos o a los demás. Sin embargo, la culpa no nos lleva a ningún lugar. Por otro lado, podemos percibir nuestros sentimientos y necesidades y las de las otras personas.

Los juicios, críticas, diagnósticos e interpretaciones son expresiones alienadas de nuestras propias necesidades y valores. Cuando los demás oyen críticas, tienden a invertir su energía en la autodefensa o en el contraataque.

Cuanto más directamente podamos conectar nuestros sentimientos a nuestras necesidades, más fácil será para los demás reaccionar compasivamente.

En el transcurso del desarrollo de la responsabilidad emocional, la mayoría de nosotros pasa por tres etapas:

  1. La "esclavitud emocional": creer que somos responsables de los sentimientos de los demás.
  2. El "estadio hosco": en el que nos negamos a admitir que nos importan los sentimientos y necesidades de cualquier otra persona.
  3. La "liberación emocional": en la que aceptamos total responsabilidad por nuestros propios sentimientos, pero no por los sentimientos de los demás. Al mismo tiempo, somos conscientes de que nunca podremos atender a nuestras propias necesidades a costa de los demás.

Pedir lo que enriquecerá nuestras vidas

La CNV también aborda la cuestión de qué nos gustaría pedir para enriquecer nuestra vida. Debemos intentar evitar frases vagas, abstractas o ambiguas. Si nos acordamos de usar un lenguaje de acciones positivas cuando declaremos nuestros deseos, nos estaremos acercando a ellos.

Cuando hablamos, cuanto más claros seamos acerca de lo que deseamos obtener como retorno, más probable será que lo consigamos. Esto se debe a que muchas veces el mensaje que enviamos no es el mismo que se recibe. Por eso es importante saber si la otra persona ha entendido de forma correcta lo que queríamos decir.

Especialmente cuando nos dirigimos a un grupo, necesitamos ser claros en cuanto a la naturaleza de la respuesta que deseamos obtener. En caso contrario, podremos iniciar conversaciones improductivas que desperdicien un tiempo considerable.

Las peticiones son percibidas como exigencias cuando los oyentes creen que serán culpables o castigados si no los atienden. El objetivo de la CNV no es cambiar a las personas y su comportamiento para lograr lo que queremos. Su objetivo es establecer relaciones basadas en la honestidad y empatía que atiendan necesidades colectivas.

La empatía

Muchas veces sentimos una fuerte urgencia de dar consejos o aliento y de explicar nuestra propia posición o nuestros sentimientos. Así, nos alejamos de la comprensión respetuosa del otro. La empatía requiere que vaciemos nuestra mente y escuchemos a los demás con la totalidad de nuestro ser.

No importa qué palabras los demás usen para expresarse, simplemente debemos prestar atención a sus observaciones, sentimientos, necesidades y pedidos. Entonces podremos desear repetir lo que oímos, parafraseando lo que comprendemos.

Cuando percibimos que estamos siendo defensivos o incapaces de ofrecer empatía, necesitamos parar, respirar o incluso gritar. En estos casos, lo más importante es darnos un tiempo.

Cuanto más nos conectemos con los sentimientos y necesidades detrás de las palabras de las otras personas, menos aterrador se vuelve abrirnos a ellas.

De esta forma, hay que prestar especial atención a las situaciones en que somos más reacios a expresar vulnerabilidad: aquellas en que deseamos mantener una "imagen de persona dura", por miedo a perder la autoridad o el control.

Nuestra capacidad de ofrecer empatía puede permitirnos ser vulnerables, desarmar situaciones de violencia potencial. También nos ayuda a oír a los demás sin experimentar rechazo. Incluso podemos escuchar los sentimientos y necesidades expresados a través del silencio.

Conectarse compasivamente consigo mismo

La aplicación más crucial de la comunicación no violenta es ver cómo nos tratamos a nosotros mismos. Cuando cometemos errores, podemos utilizar los procesos de luto y perdón para mostrarnos dónde podemos crecer. No debemos enredarnos en juicios moralizadores sobre nosotros mismos.

Debemos evaluar nuestro comportamiento en términos de nuestras propias necesidades no atendidas. Así, surgirá el ímpetu por el cambio. Este, además, no procederá de la vergüenza, culpa, rabia o depresión, sino de nuestro genuino deseo de contribuir a nuestro bienestar.

Además, cultivamos la autocompasión cuando elegimos conscientemente en nuestra vida diaria actuar solo al servicio de nuestras propias necesidades y valores. Esto es mucho más positivo que movernos por la obligación o por recompensas extrínsecas para evitar la culpa, la vergüenza o el castigo.

Si revisamos las acciones que realizamos y sustituimos el "tengo que hacer" por "elijo hacer", descubriremos más placer e integridad en nuestra vida.

Expresar la rabia completamente

Culpar y castigar a los demás son expresiones superficiales de rabia. Si la deseamos expresar plenamente, el primer paso es eximir a otra persona de cualquier responsabilidad. Así, hacemos brillar la luz de la conciencia sobre nuestros propios sentimientos y necesidades.

Al expresar lo que deseamos, es mucho más probable que lo consigamos sin tener que recurrir a la culpa o el castigo. Los cuatro pasos para expresar la rabia son:

  1. Parar y respirar.
  2. Identificar nuestros pensamientos que indican juicios.
  3. Conectarnos con nuestras necesidades.
  4. Expresar nuestros sentimientos y necesidades no atendidas.

A veces, entre estos pasos, podemos elegir tener empatía con la otra persona, de modo que ella pueda escucharnos mejor.

Para que esta metodología sea realmente eficaz, necesitamos avanzar en nuestro propio ritmo para aprender cómo aplicar la CNV.

El uso de la fuerza para proteger

En situaciones en que no hay oportunidad de comunicación, como ante un peligro inminente, podemos necesitar recurrir a la fuerza como medio de protección. Esto solo debe producirse para evitar daños o injusticias, y nunca castigar o hacer que las personas sufran, se arrepientan o cambien. 

Este uso punitivo genera hostilidades y refuerza la resistencia al propio comportamiento que buscamos obtener.

Además, el castigo disminuye la buena voluntad y la autoestima, desviando nuestra atención del valor intrínseco de una acción para sus consecuencias externas. Por lo tanto, culpar no contribuye a las motivaciones que nos gustaría inspirar en los demás.

Por ello, debemos liberarnos a nosotros mismos y aconsejar a los otros. La comunicación no violenta mejora la comunicación interior, al ayudarnos a traducir mensajes negativos en sentimientos y necesidades. Nuestra capacidad de distinguirlos y de entrar en empatía con ellos puede liberarnos de la depresión. 

Podemos, entonces, reconocer el elemento de elección en todas nuestras acciones. Debemos centrarnos en lo que realmente deseamos, en lugar de lo que está mal con los demás o con nosotros mismos. Así, la CNV nos da las herramientas y la comprensión que necesitamos para crear un estado mental más pacífico.

Profesionales de asesoramiento y psicoterapia también pueden utilizar este tipo de comunicación para crear relaciones mutuas y auténticas con sus pacientes.

Los elogios convencionales frecuentemente toman la forma de juicios, aunque positivos, ya que a veces se hacen con la intención de manipular el comportamiento de los demás. La comunicación pacífica nos alienta a expresar la apreciación solo para celebrar.

Cuando recibimos elogios expresados de esa manera, podemos aceptarlos sin ningún sentimiento de superioridad o de falsa humildad, y celebrarlos con la persona que nos ofrece su apreciación.

Notas finales

Si aplicas todas las orientaciones de este libro a tu vida, ayudarás a construir un mundo mejor donde las necesidades de todos sean atendidas pacíficamente. Puedes seguirlas tanto en tu vida profesional como familiar. 

Eso sí, ten en cuenta que para tener empatía con el resto de las personas, primero debes sentirla por ti. Asume la responsabilidad por tus sentimientos. Aunque solo eres un individuo, puedes contribuir de forma importante a la sociedad

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