Amplitud (Range) - Reseña crítica - David Epstein
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Amplitud (Range) - reseña crítica

Amplitud (Range) Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Psicología

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 

Editorial: Empresa Activa

Reseña crítica

Este libro propone un apasionante debate sobre la amplitud de conocimientos. David Epstein ofrece sus nutridos puntos de vista con muchos ejemplos para que todo el mundo pueda ser parte de esto. Ver las cosas de manera más amplia es cada vez más fundamental para hacer diferencias en un mundo hiperespecializado. ¡Empieza tu camino hacia el éxito con estas propuestas!

El culto a la ventaja inicial

Utilizando como ejemplo al húngaro Laszlo Polgar, que crió a sus hijas para que fueran genias del ajedrez, David Epstein explica por qué algunos le dan tanta importancia a la “ventaja inicial”.

Las tres chicas dominaron la escena del ajedrez a nivel mundial, probando la teoría de su padre. Esta decía que una ventaja inicial cimentada en la práctica premeditada era el secreto para alcanzar el éxito en cualquier actividad que se proponga.

Sin embargo, el autor aclara que no siempre es así. “En los dominios en los que está involucrada la conducta humana y donde los patrones no se repiten nítidamente, la reiteración no aumenta el conocimiento”, afirma.

Entonces el ajedrez -u otros deportes como el golf- termina siendo una excepción, no una regla. Esto se debe a que los patrones se repiten una y otra vez, haciendo que nuestras respuestas sean cada vez más rápidas y eficaces.

Aquí entra en juego la fragmentación de las habilidades en las que somos expertos. Nos apoyamos agrupando trozos de información para actuar con velocidad.

¿El resultado? “Nuestra gran fortaleza es exactamente lo contrario a la especialización. Es la habilidad de integrar ampliamente”, dice Epstein.

Cómo se formó este mundo “malo”

En Nueva Zelanda, el profesor James Flynn descubrió algo que cambió de manera rotunda la forma de trabajar de los psicólogos.

Observando informes sobre el coeficiente intelectual de varios países, descubrió que éste aumentaba de manera exponencial con el correr de los años. Esto estaba basado en las matrices de Raven, que miden un tipo de pensamiento educción.

Flynn dedujo que ahora “damos sentido a la realidad a través de esquemas de clasificación, utilizando capas de conceptos abstractos para entender cómo las piezas de información se relacionan entre ellas”.

En este sentido, Epstein añade que los procesos fundamentales de pensamiento que tenemos fueron transformándose a la complejidad que iba adquiriendo el contexto “y a la necesidad de encontrar nuevos patrones”.

Por lo tanto, quienes sacan mayor rédito son los que pueden usar el conocimiento conceptual en diferentes campos y aplicarlo de maneras vanguardistas.

Cuando menos de lo mismo, es más

Continuando con los ejemplos, en este caso David toma el de las hijas abandonadas de las prostitutas de Venecia a fines del siglo XVII. Pasaron de estar condenadas a morir en los canales de la ciudad a ser estrellas musicales internacionales. Varias de ellas aprendieron a tocar -y muy bien- varios instrumentos.

Según explica el autor, los maestros de la improvisación “se ponen a imitar, primero improvisan, y aprenden las reglas formales después”.

En relación a esto, la persona que aprende obtendrá más modelos abstractos si logra aprender en la mayor cantidad de contextos posibles. Así no se apoyará en una idea específica.

“Aprenden a aplicar su conocimiento a situaciones que nunca antes han vivido, lo que es la ausencia de la creatividad”, señala. Al mismo, aclara citando a Adam Grant: “la creatividad puede ser difícil de fomentar, pero es muy fácil de frustrar”.

Aprender rápido, aprender despacio

Epstein sostiene que “pedir indicios hacia una solución es una actitud tanto inteligente como expeditiva”. Y lo ejemplifica con una maestra dando clases de matemáticas a sus alumnos en un aula.

En ese caso, la profesora optó por darles indicios a los chicos para que resolvieran un problema en vez de dejarlos lidiar con la consigna que no entendían. Así convirtió una pregunta conectiva en una procedimental.

El autor cree que la práctica de los procesos en matemáticas es fundamental, sin embargo no lo es todo. Si conlleva toda la práctica de la materia, se transforma en un problema.

Conocida como “efecto de generación”, esta dificultad deseable fuerza a construir respuestas. No importa si estas son incorrectas, el resultado mejora el aprendizaje posterior.

Sócrates creía en esto porque, tal como cuenta David, “requiere que el que aprende sacrifique el rendimiento actual en busca de un beneficio futuro”.

También existe el “efecto de hipercorrección”. Si confías más en tus respuestas incorrectas, te quedará grabada la correcta con mayor eficacia.

Por último, el “efecto lapso” determina algo muy importante: el esfuerzo vale mucho más que la repetición.

Pensar más allá de la experiencia

En su tiempo, Johannes Kepler cambió la forma de estudiar al universo. Indagó y cuestionó los planteos de su época y terminó desarrollando la astrofísica para estudiar lo que sucedía tanto en la tierra como en el cosmos.

Pensaba de manera completamente diferente al resto, mirando las cosas desde fuera de la perspectiva normal. “Especialmente me gustan las analogías”, afirmaba.

Ahí está la clave. Epstein expresa que el pensamiento analógico profundo sirve para reconocer conceptos comunes en lugares que resultan difícil que estén relacionados entre sí. De esta forma se pueden resolver problemas complejos.

Varias de las incertidumbres que tenemos hoy en día no son novedosos. La psicóloga Dedre Gentner sostiene que en estos casos se pueden utilizar analogías “superficiales”, que sólo sirven en “entornos buenos”.

Pero el mundo moderno no es tan “bueno”. “En un mundo “malo”, basarse en la experiencia de un solo campo no solo es limitante, sino que puede ser desastroso”, afirma el autor de este título.

Tenemos que crear tácticas para resolver cuestiones que nunca antes afrontamos.

El problema de tener demasiada tenacidad

Las obras de Vincent Van Gogh sirvieron como enlace hacia el arte moderno. El holandés además inspiró a sus pares y dejó un legado invaluable. No obstante su camino hasta descubrir su pasión por la pintura fue largo y cambiante. Experimentó otras cosas antes.

El comienzo tardío en una actividad es, muchas veces, la clave del éxito. “Aprender materias es menos importante que aprender sobre uno mismo. La exploración no es solo un lujo de la educación, es un beneficio esencial de ella”, dice David al respecto.

Ofer Malamud descubrió que quienes se especializan desde temprano a la larga es poco probable que terminen cambiando de área. Tienen más que perder.

En cambio, quienes van probando diferentes campos hasta encontrar lo que realmente se ajusta a ellos finalmente obtienen logros importantes. Encontrar algo que satisfaga sus habilidades e intereses resulta muy positivo.

Por otro lado, puedes “coquetear con tus distintas posibilidades”. El ejemplo de Frances Hesselbein encaja perfecto en este apartado. Nunca recibió educación universitaria, pero terminó obteniendo 23 doctorados honorarios en su pared.

Con este antecedente, Epstein decidió entrevistarla. Comenzó de manera equivocada preguntándole qué tipo de entrenamiento había tenido como preparación.

Esta brillante autodidacta “siempre hizo aquello que consideró que podía enseñarle algo y que le sirviese en aquel momento”. Así se fue adaptando a las oportunidades que se le fueron presentando.

Nunca quiso ser una líder, sino que se basó en sus vivencias personales y se instruyó en ciertos aspectos a medida que lo fue necesitando.

La ventaja de los marginales (outsiders)

El pensamiento “de fuera hacia dentro” fue desarrollado por Alph Bingham. Se trata de hallar soluciones en experiencias muy alejadas del problema en sí.

Cansado de que varias incógnitas científicas quedaran sin resolver, abrió las puertas a que “marginales” opinaran sobre ellas. Así consiguió respuestas de dentistas o abogados sobre cosas que los científicos especializados no habían podido contestar.

Con el tiempo pudo formar la compañía InnoCentive. Sostiene que presentar un desafío de modo que atraiga a personas de diferentes ámbitos trae mejores resultados. Cuanto más diverso, más posibilidades de ser resuelto.

En la actualidad su empresa tiene éxito, en parte, porque “los especialistas se concentran en campos cada vez más reducidos”. Se van especializando en subespecializaciones. InnoCentive es la contracara: está fuera de la caja.

Si crece el número de especialidades, mayores serán las oportunidades para los curiosos que sepan unir información que es pública pero que se encuentra dispersa.

Pensamiento lateral con tecnología obsoleta

El creador del concepto “pensamiento lateral con tecnología obsoleta” fue Gunpei Yokoi, desarrollador de Nintendo.

Como no era muy hábil con la tecnología, ideó juguetes a partir de cosas que ya eran lo suficientemente viejas como para ser dominadas. Utilizó aparatos baratos y sencillos como nunca antes lo había hecho.

En otras palabras, el autor de este libro señala que “reimaginó la información en nuevos contextos, incluido el hecho de unir conceptos o dominios distintos para darle a las viejas ideas un nuevo uso”.

Con esta filosofía escapó de la guerra tecnológica y marcó tendencia. Su mayor invento, el GameBoy, fue la consola de videojuegos más vendida del siglo XX.

Engañados por la especialización

En esta oportunidad, Epstein menciona a la disputa ideológica que mantuvieron el biólogo Paul Ehrlich y el economista Paul Simon sobre el destino de la humanidad.

“Ambos se equivocaron. Cada uno declaraba su fe en la ciencia y en los datos indiscutibles. Pero ambos se perdieron valorar las ideas de los otros”, sostiene el autor de este libro a modo de resumen.

Lo que sucedió fue que mientras más datos obtenían para apoyar sus versiones, “más dogmáticos y más inadecuados se convertían sus modelos”.

Por más especialistas que sean, los pronosticadores fallan. Y en la gran mayoría de las ocasiones, no se hacen cargo de sus errores.

David también analiza situaciones como la del Carter Racing, un clásico, para “aprender a abandonar las herramientas habituales”. Apela a él porque “muestra los peligros de sacar conclusiones con datos incompletos, y de la locura de basarse solo en lo que tienes delante de ti”.

La moraleja es que no hay que confiar demasiado en el análisis cuantitativo. Terminan siendo similares a los pronosticadores mencionados anteriormente.

Amateurs deliberados

Oliver Smithies es un ejemplo fantástico para Epstein porque reúne varios de los principios que él defiende.

A simple vista, Smithies parecía un hiperespecialista porque era un bioquímico molecular. Aunque tuvo la particularidad de no haber estudiado para ello. Hizo medicina hasta que un profesor lo cautivó tras combinar la química con la biología, por lo que fue por ella. Su caso es el de una hibridación innovadora.

“Intento enseñar a la gente que no tiene que ser un clon de su director de tesis. Usa tus habilidades en un lugar donde no se usen. Aplícalas a un nuevo problema. O toma un problema y aplica nuevas habilidades”, afirmaba el el Premio Nobel de Medicina y Fisiología del año 2007.

Notas finales

David Epstein expone un planteo interesante en “Amplitud”: quienes terminan siendo mejores generalmente son aquellos que no se especializaron de forma temprana.

Los caminos de las personas que tienen éxito no fueron lineales, sino que resultaron ser mucho más complejos.

El autor cuenta que es muy importante el efecto a futuro que causan los desvíos, la amplitud y la experimentación. Más en los tiempos que vivimos, donde se nos exige especializarnos en algo para ser parte de un sistema.

También valora a los fracasos. En muchas oportunidades son el inicio del éxito. Además, cuanto más cosas se hagan, mayores serán las probabilidades de conseguir logros.

Por otra parte, enseña que nunca es tarde para empezar con algo. No sientas que te has quedado atrás.

Ten en cuenta que un selecto grupo de especialistas no es capaz de reemplazar a un hombre con amplitud.

Si bien no hay nada de malo en especializarse, el autor explica que conocerse a uno mismo es más importante. ¡No temas a descubrir quién eres!

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¿Quién escribió el libro?

El joven escritor David Epstein obtuvo un título en ciencia medioambiental y astronomía en la Universidad de Columbia. Luego se especializó en periodismo de la misma materia, lo que le permitió... (Lea mas)

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