Yo soy el Diego - Reseña crítica - Diego Armando Maradona
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Yo soy el Diego - reseña crítica

Yo soy el Diego Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Deportes y Biografías y memorias

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788408066484

Editorial: Booket

Reseña crítica

La vida tras bambalinas de Diego Maradona, las peleas y trifulcas, los éxitos y logros desde su propia piel y visión. Seas o no un amante del fútbol, este libro es imperdible.

Amigos y enemigos

Diego Armando Maradona, genio del fútbol y el mejor jugador de la historia para muchos. Su vida en las canchas es bien conocida por todos, e incluso sus orígenes. Pero, ¿qué pasa con lo que ha callado, con lo que no se ha preguntado?

Comencemos con los pleitos y enemigos de Diego. Ramón Díaz, una relación rodeada de comentarios falsos acerca de que Maradona fue el responsable de que Bilardo no lo llamase a la Selección.

Quizás todo salió de suposiciones a raíz de que Ramón era gran amigo de Passarella cuando este último se fue al Inter y Maradona se quedó en el Napoli. Este hecho fue suficiente para que la prensa decidiera que los jugadores se habían peleado a muerte.

Posteriormente, esta mentira fue utilizada para echarle la culpa a Diego de que Passarella se fuera del Mundial en México. Falso.

Claro que se peleó con Passarella, pero jamás le negó el Mundial. Todo empezó cuando Diego, junto con otros jugadores, llegaron 15 minutos tarde a un entrenamiento durante el Mundial y esto hizo que Passarella les diera un sermón sobre la irresponsabilidad.

Algo que claramente no pasó inadvertido y Maradona le contestó airosamente sobre su conducta de dictador con el resto del equipo. Allí se rompió el grupo. Cada error de Diego era un arma que Passarella aprovechaba para atacarlo verbalmente, de frente o a sus espaldas.

Por otro lado, sus grandes guías dentro de la cancha fueron, según sus propias palabras, Carlos Bilardo y el Flaco Menotti. Juntos le dieron toda la sabiduría y ética para cada día. Ambos fueron como sus padres y líderes morales, y los dos fueron decisivos en su carrera.

Pero nada se compara con lo que vivió al lado de João Havelange, quien fuera jugador de waterpolo y que por razones inexplicables llegase a ser el presidente de la FIFA durante el Mundial de México. João nunca vio más allá de los papeles y sus negocios, obligando a los seleccionados a jugar al mediodía en el verano del país mundialista.

Él fue el responsable de que Maradona se llenara de rencor contra la FIFA, le dio la espalda varias veces a Diego y nunca dejó de jugar en su contra y recordarle todos sus errores del pasado. Sobre todo después del Mundial en Italia, João fue recibido como héroe y Maradona como un cualquiera. Pero hoy, nadie recuerda a Havelange.

Lucha y venganza

Con la mente y el cuerpo completamente fatigados, Maradona no estaba listo para jugar otro torneo internacional, pero formó parte del plantel de la Copa América 1987, celebrada en Argentina.

La Selección argentina, también conocida como la Albiceleste, tuvo que jugar el partido por el tercer lugar, un juego que a Diego jamás le gustó, un partido que se vio envuelto en una terrible neblina que no dejó ver cómo los colombianos vencieron. Esa neblina se convirtió en la cara de la frustración y fracaso del equipo argentino.

Después de las siguientes vacaciones, fue invitado por los ingleses para jugar un partido de celebración que le llenó de calor y de alegría: seguía disfrutando de su pasión. Y junto con otro partido de festejo en Alemania años después, en el 2000, su felicidad de jugar en el extranjero se hizo evidente. Sentía que lo querían más afuera que dentro de casa.

Fue durante la siguiente Copa América que se armó un buen grupo a raíz de la desgracia. La Selección había dado lágrimas durante el torneo y los jugadores se solidarizaron entre ellos ante las críticas y rechazos del pueblo y la prensa. Así llegaron a Italia ‘90.

Un problema en la cadera le hizo recaer tres meses antes del primer partido en Italia, y el equipo no se sentía estable. Bilardo dejó fuera a Valdano de última hora quitando a un pilar del grupo. Tres juegos amistosos sirvieron para mediar las cosas y que el grupo no sufriera. Después una uña le hizo una mala pasada que le provocó dolor durante entrenamientos y partidos.

En el Mundial, Camerún sorprendió venciendo a la Albiceleste. La vergüenza estaba viva hasta que al llegar a Nápoles se vitoreaba el nombre de Argentina. Diego se sentía como en casa. Allí vencieron a la Unión Soviética y empataron con Rumania.

La frustración de Diego al terminar la fase de grupos en tercer lugar le llevó a salirse de la concentración para despejarse, y al regresar, el equipo estaba sumido en una depresión tremenda previo a enfrentar a Brasil, por los octavos de final.

En este partido, Maradona comenzó a referirse a Brasil como su rival, y que cada vez que se encontraban en la cancha les quería ganar a morir.

Después llegó Yugoslavia donde Diego perdió $100 dólares en una apuesta con el portero rival en la tanda de penales. Siguió Italia, en una Nápoles que Maradona defendió ante la prensa como a un hijo discriminado por el resto del país europeo. Tras vencer, se asomaba Alemania en la final. Allí Diego sufrió una de sus mayores tragedias.

Argentina perdió y él salió llorando, odiando y lleno de coraje. Vio un partido amañado que lo convirtió en alguien completamente nuevo. A eso se le sumó que un año más tarde, a Diego se le inventó un doping positivo en la Serie A italiana, lo que consideró como una venganza por haber eliminado a Italia de su Mundial.

El dolor

Efedrina. Una droga prohibida en el fútbol durante el Mundial del ‘94, droga por la que Diego dio positivo en el dopaje y fue retirado de la copa. Al final, fue su nutriólogo Daniel Cerrini quien le dio la sustancia sin que él lo supiera. La FIFA lo sentenció con un año y medio sin poder competir en sus torneos.

Era su regreso al Mundial después del trago amargo en Italia, pero primero habría que explicar lo que había sucedido hasta entonces.

Diego jugó y ganó la Copa Artemio Franchi en 1993 frente a Dinamarca contra todo pronóstico de que rindiera todo el partido.

Por ese entonces jugaba en el Sevilla. A su regreso, fue sancionado, se lesionó y se peleó con diferentes personas del club. Llegando al punto en que se volvió a pelear con Bilardo, director técnico del club, y esa misma noche le terminaron el contrato.

Pero Diego regresaría a la Selección como el aclamado del pueblo, tras una derrota histórica ante Colombia. El grupo estaba roto y de inmediato entró en conflicto con el líder del mismo, Oscar Ruggeri.

Su siguiente pelea fue con Redondo, quien había dejado las canchas por seguir sus estudios, a lo cual Diego reaccionó de forma personal creyendo que lo había hecho por humillarlo de ignorante.

La situación en la Selección empeoró cuando Diego se hizo el dueño de la camiseta, haciendo menos a los demás. Lo único que le importaba era clasificar al siguiente Mundial, y lo lograrían ante Australia, no sin que antes Maradona diera un ultimátum: si se iba Basile, también se iría él.

Sin embargo, un desgarro le impidió jugar los siguientes partidos. En uno de ellos fue amenazado de muerte por cubanos que sabían de su amistad con Fidel Castro. Tras este suceso, y con el tiempo contado en Newell’s -club del que formaba parte en ese momento-, algunos periodistas irrumpieron en su hogar y él optó por dispararles con un rifle de aire comprimido en represalia.

Después sucedió que los japoneses le negaron la visa por sus antecedentes con la droga y se tuvo que cancelar la gira de la Selección. Se improvisó una nueva gira, donde amenazó que si no mejoraba el equipo, no volvería a jugar.

Llegó el Mundial ‘94 y nuevamente salió positivo en el dopaje. En ese instante, se le vino el mundo encima. Y aunque se manejó con discreción al inicio, en su interior ya se había roto algo irreparable. Esa noche, Diego sintió que “le cortaron las piernas”.

Los regresos

El retorno a Buenos Aires desde Italia pretendía traerle paz a Diego tras su suspensión por la FIFA de 15 meses en 1991, pero fue totalmente lo contrario. Lo rodearon dentro de un apartamento entre policías y periodistas para pedirle explicaciones. Y se las dio previo a ser arrestado. Dentro de su celda se prometió volver a lo grande.

Entre las diferentes cosas que hizo Diego mientras negociaba con diferentes clubes, estuvo cantar un tango que sorprendió a propios y extraños por su buen desempeño ante el micrófono. En aquella ocasión cantó “El sueño del pibe”, canción con la que se sintió identificado por su juventud.

No solo con el tango se apasionaba musicalmente, también con el rock. Siempre fue un gran seguidor del trabajo de Andrés Calamaro, Charly García, Fito Páez, entre otros.

Ellos mismos le hicieron homenajes a Maradona, pero ninguno como el canto que le dedicó Rodrigo Bueno, que lo llenó de alegría y emoción. En esa canción logró representar su vida de forma poética. Hablamos de “La mano de Dios”.

En 1992, luego de que venciera la sanción de la FIFA, se concretó su llegada al Sevilla. Diego arrastraba una vieja lesión en la rodilla, que cedió durante un partido contra el Burgos. Al final del primer tiempo Bilardo accedió a que se infiltrara con tres inyecciones para poder seguir jugando.

Habían pasado apenas ocho minutos del segundo tiempo cuando el Doctor decidió sacarlo. Diego se enfureció, insultó a su entrenador y rompió todo en el vestuario.

Antes de ese partido, la directiva le había ofrecido el puesto del propio Bilardo, a lo cual contestó que, si se iba Bilardo, se iría él también. Un día después del partido, Carlos intentó solucionar la situación y Diego le golpeó la cara para desahogarse. Ese pleito fue el que habíamos mencionado, que le costó su contrato en el Sevilla.

Así llegó a Newell’s. Por un enojo con personas de Argentinos Juniors, que incluso insultaron a su esposa e hijas fuera de su casa, se cayeron las negociaciones con ese club. Tras unos días, Maradona estaba firmando con la Lepra rosarina.

Allí jugó algunos partidos, hasta que el Indio Solari salió del equipo y llegó Jorge Castelli como nuevo director técnico, quien lo sentó en la banca para deshacerse de él y de otros veteranos, dejando al equipo por los suelos. Maradona se había quedado sin equipo a meses del Mundial ‘94.

Despedida

Tras el Mundial le dictaminaron otros 15 meses sin jugar. Pero la sanción no le impedía actuar como entrenador. Durante ese período, intentó levantar a un equipo que no tenía absolutamente nada: Deportivo Mandiyú.

Luego de dos meses, donde cosechó un triunfo, seis empates y cinco derrotas, un directivo irrumpió en el vestuario. El suceso terminó con Diego renunciando a su cargo.

Tras otra etapa poco fructífera como técnico, esta vez por Racing, Pelé le ofreció el mismo puesto en el Santos de Brasil. Algo que ni él se esperaba o soñaba. La charla iba más allá de las canchas, también se quería hacer algo por los niños pobres de Brasil y Argentina.

Pero luego de las conversaciones con Pelé, fue Boca quien se acercó para entablar negociaciones. Dejaron muy en claro que lo querían dentro de la institución. Esto iba en serio, tanto así que el famoso empresario Eduardo Eurnekián se había involucrado en el negocio.

El contrato se decretó luego de unos días. Pero Diego sufría al entrenar y no poder jugar con sus muchachos por la sanción de la FIFA.

Quizás esta haya sido la época más feliz de Maradona en los últimos años. Con la gente indicada apoyándolo, con los seguidores de Boca y otros clubes demostrándole cariño. Hasta que por fin lo logró: el tiempo pasó, la sanción expiró y pudo volver a jugar con la diez. Sí, le costó 45 minutos volver a adaptarse al ritmo de los partidos, pero pudo regresar a su sueño.

Tras ese primer partido, nuevamente se enfrentó a la prueba de dopaje, como si fuera una persecución. Esta vez no sucedió nada, salió limpio. Le faltó tiempo para darse cuenta de que al terminar ese partido seguiría un juego más.

Esta vez contra Argentinos Juniors, donde jugaba su sobrino. Boca ganó con un gol de Diego, quien no lo festejó por respeto.

A partir de allí, sintió que cada partido era un homenaje, una despedida. Todos los jugadores rivales se le acercaban para saludarlo y estrecharle la mano.

Su último adiós en las canchas sucedió dentro de otra controversia tras derrotar a River. Se le acusaba nuevamente de consumir drogas, además de que alguien creyó que era buena idea decirle que su padre había muerto.

Diego salió corriendo del estadio buscando un teléfono.

Su madre contestó, ella le aseguró que su padre estaba bien y a su lado. Ese día, decidió que era hora de dejar las canchas como jugador por el bien de su familia.

Notas finales

Diego Armando Maradona, genio y figura mundial de la historia del fútbol. Siempre luchó por sus sueños y los cumplió y, aunque dijo adiós a las canchas, siempre seguirá presente en nuestros corazones.

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¿Quién escribió el libro?

Considerado el mejor jugador de fútbol de toda la historia, Diego Armando Maradona trascendió el mundo del deporte. Todo el mundo recuerda sus goles a los ingleses en la consagración argentina de 1986. Pero... (Lea mas)

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