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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Feminist Manifesto in Fifteen Suggestions
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 8535928510, 978-8535928518
Editorial: LITERATURA RANDOM HOUSE
La nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie viene destacándose en los últimos años, como una de las principales voces a tratar del feminismo de forma clara, sin vueltas. La escritora trata en sus libros temas ácidos, que nos hacen reflexionar sobre las desigualdades de su país, que tiene tantas semejanzas con los nuestros. “Como Educar en el Feminismo” es un manifiesto que habla claramente del feminismo que existe en pequeñas actitudes, muchas de ellas, lejos del pedantismo que marca a algunos de sus teóricos. Aprende, en los próximos 12 minutos, cómo la educación de los niños puede ser más inclusiva y acabar con los estereotipos.
Chimamanda decidió escribir este libro cuando una amiga de la infancia le preguntó qué debía hacer para criar a su hija como feminista. Su primera reacción fue pensar que no sabía. Parecía una tarea inmensa. La escritora nigeriana ya se había manifestado públicamente sobre el feminismo, y tal vez por eso la amiga la consideraba una experta en el asunto. En respuesta al pedido, resolvió escribirle una carta, con la esperanza de que fuera algo práctico y sincero, y también que sirviera como una especie de mapa de las propias reflexiones feministas. Este libro es una versión de la carta, con algunos cambios pequeños.
La autora tiene una hija pequeña y admite la facilidad que tenemos para dar consejos a los demás sobre cómo criar sus hijos, sin vivir en nuestra piel esa realidad tremendamente compleja. Sin embargo, es moralmente urgente tener conversaciones honestas sobre nuevas maneras de criar a nuestros hijos, en el intento de crear un mundo más justo para mujeres y hombres. La amiga de Chimamanda dijo que "intentaría" seguir sus sugerencias.
La maternidad es un regalo maravilloso, pero no se define sólo por el hecho de ser madre. Sé una persona completa, eso le hará bien a tu hija. Marlene Sanders, la pionera periodista estadounidense, madre de un niño y la primera mujer en ser corresponsal en la guerra de Vietnam, una vez le dio este consejo a una periodista más joven: "Nunca te disculpes por trabajar. Te gusta lo que haces y hacer lo que te gusta es un gran regalo que le haces a tu hija".
La cuñada de la amiga de Chimamanda le recomendaba que fuera una madre "tradicional" y que se quedara en su casa, pero según ella, con el niño recién nacido necesitaba otra fuente de ingresos para mantener a la familia. Usamos la "tradición" selectivamente para justificar cualquier cosa. Todo el mundo hará suposiciones diciéndote lo que debes hacer, pero lo único que importa es lo que tú quieres, y no lo que los otros quieren que quieras. Por favor, no creas en la idea de que la maternidad y el trabajo son excluyentes.
¿Recuerdas que aprendimos en la primaria qué verbos son palabras "de acción"? Bueno, padre es verbo tanto como madre. A veces, las madres, tan condicionadas a ser todo y a hacer todo, son cómplices en la reducción del papel de los padres. Puede ser que el padre no bañe a sus hijos de la forma que la madre les gustaría. ¿Y qué? ¿Qué es lo peor que puede suceder? Los padres también aman a sus hijos y es bueno que los niños sean cuidados por ellos. Entonces, olvida tu perfeccionismo, deja de lado tu sentido socialmente condicionado de deber. Dividan igualmente la educación. "Igualmente" depende, por supuesto, de ambos, y con seguridad van a encontrar la forma de conciliar eso, prestando atención a las necesidades de cada uno. No es necesario que sea una división matemática, mitad y mitad, o un día tú y un día él, tú sabrás si están dividiendo igualmente. Lo sabrás porque no te sentirás resentida, cuando hay igualdad no hay resentimiento.
Por favor, abandona el lenguaje de ayuda. Los padres no están "ayudando" a cuidar de sus hijos, están haciendo lo que deberían hacer. Al decir que los padres están "ayudando", lo que sugerimos es que cuidar de los hijos es territorio materno, donde los padres se aventuran con valentía a entrar. No es así. ¿Consigues imaginar cuántas personas serían más felices, más equilibradas y contribuirían más con el mundo si los padres hubiesen tenido una presencia activa durante su niñez? Los padres no son "niñeras": quien trabaja como niñera no ve al bebé como su principal responsabilidad.
"Porque eres niña" no es un motivo para nada. ¡Nunca! ¿Ya has oído alguna vez algo del estilo “limpiar bien, como una niña? Eso quiere decir que limpiar es una tarea para las mujeres. Lo ideal es educar diciendo sólo "limpia bien para no tener que hacerlo dos veces".
Es la idea de una igualdad femenina con condiciones. Por favor, recházala totalmente. Es una idea vacía. Ser feminista es como estar embarazada. Lo eres o no lo eres. O crees en la plena igualdad entre hombres y mujeres, o no. El feminismo leve utiliza analogías como "él es la cabeza y tú eres el cuello". O "él está en la dirección, pero tú eres el copiloto". Más preocupante aún es la idea, en el feminismo leve, de que los hombres son naturalmente superiores, pero deben "tratar bien a las mujeres". No, no y no. La base para el bienestar de una mujer no puede resumirse en la condescendencia masculina. El feminismo leve utiliza el lenguaje del "permitir". El marido no es un director de escuela ni la esposa su alumna. Permitir y dejar, cuando se usan unilateralmente, nunca deberían formar parte del lenguaje de un matrimonio igualitario.
La mejor manera de educar es a través del ejemplo informal. Si un niño te ve leyendo, percibirá que la lectura tiene valor. Si no fuese a la escuela y simplemente leyese libros, probablemente se instruiría más que un niño con educación convencional. Los libros lo ayudarán a entender y cuestionar el mundo, a expresarse, a ser todo lo que quiera ser. No se trata de libros escolares, sino de los que no tienen nada que ver con la escuela: autobiografías, novelas, historias. Si nada más funciona, dale una recompensa cada vez que lea.
El lenguaje es donde viven nuestros prejuicios, nuestras creencias y nuestras presuposiciones. Pero, para enseñarles esto, tendrás que cuestionar tu propio lenguaje. Nunca llames a tus hijas de "princesa". Cuando las personas dicen eso, la intención es buena, pero "princesa" viene cargada de presupuestos sobre su fragilidad, sobre el príncipe que vendrá a salvarla, etc. Entonces resuelve qué no le dirás a tu hija. Porque cualquier cosa que le digas para ella será importante. Enséñale qué cosas deben valorar. ¿Sabes cuando dicen que ya es hora de que una niña busque un marido? Bien, cambia eso para “ya es hora de que busque un empleo. No hay que enseñarle a nadie que el matrimonio es algo a lo que se debe aspirar.
No uses palabras como "misoginia" o "patriarcado" con ellas. Las feministas a veces usan muchos modismos que son abstractos. No etiquetes algo de misógino: explícale a tu hija por qué aquello es misógino y cómo podría dejar de serlo. Enséñale que si tú señalas X en las mujeres y no lo señalas en los hombres, entonces tu problema no es con X, sino con las mujeres. X pueden ser palabras como rabia, ambición, extroversión, terquedad, frialdad, insensibilidad. Enséñale a hacer preguntas como: ¿cuáles son las cosas que las mujeres no pueden hacer por ser mujeres? ¿Estas cosas tienen prestigio cultural? Si tienen, ¿por qué sólo los hombres pueden hacerlas?
Encuentra formas de dejar claro que el matrimonio no es una realización ni algo a lo que se deba aspirar. Una boda puede ser feliz o infeliz, pero no es una realización. Condicionamos a las niñas a desear el matrimonio y no hacemos lo mismo con los niños; así, de partida, ya hay un desequilibrio tremendo. Las niñas van a crecer y convertirse en mujeres preocupadas por el matrimonio. Los niños van a crecer y convertirse en hombres que no se preocupan por el matrimonio. Las mujeres se casarán con estos hombres. La relación es automáticamente desigual porque la institución tiene más importancia para un lado que para el otro. Entonces, ¿cuál es la sorpresa si, en muchas bodas, las mujeres sacrifican más, en detrimento de ellas mismas, pues tienen que mantener constantemente un intercambio desigual? Una de las consecuencias de ese desequilibrio es el fenómeno muy sórdido y frecuente de dos mujeres peleando públicamente por un hombre, que se queda quieto, sólo observando.
La cuestión no es agradar a los demás, la cuestión es ser ellas mismas, en su plena personalidad, honesta y consciente de la igualdad humana. Por favor, nunca la presiones. Le enseñamos a las niñas a ser agradables, buenas y falsas. Y no le enseñamos lo mismo a los niños. Es peligroso. Muchos depredadores sexuales se aprovechan de eso. Muchas niñas se quedan quietas cuando son abusadas, porque aprendieron que tiene que ser buenas. Muchas niñas pasan demasiado tiempo tratando de ser "buenas” con personas que les hacen daño. Muchas chicas piensan en los "sentimientos" de sus agresores. Esta es la consecuencia catastrófica de querer agradar. Tenemos un mundo lleno de mujeres que no pueden respirar libremente porque están demasiado condicionadas a asumir formas que agradan a los demás.
Es importante estar atenta a este concepto. Haz que ella, al crecer, sienta orgullo de ser una mujer. Y tú debes ser selectiva: enséñale a abrazar las partes hermosas de su cultura y enséñale a rechazar las que no lo son, muéstrale la constante belleza y capacidad de resistencia de los africanos y de los negros. ¿Por qué? La dinámica del poder en el mundo hará que crezca viendo imágenes de la belleza blanca, de la capacidad blanca, de las realizaciones blancas, en cualquier lugar donde esté. Esto estará en los programas de televisión que vea, en la cultura popular que consuma, en los libros que lea. Probablemente también crezca viendo muchas imágenes negativas de la negritud y de los africanos.
Incentívala a practicar deportes. Enséñale a ser activa. Hagan caminatas juntas. Naden. Corran. Jueguen al tenis, fútbol, ping pong. Todos los tipos de deportes. Cualquier tipo de deporte. Es importante no sólo por los evidentes beneficios para la salud, sino porque puede ayudar con todas las inseguridades en cuanto a la imagen del cuerpo que el mundo lanza sobre las niñas. Los estudios muestran que las niñas generalmente dejan de practicar deportes al llegar a la pubertad. No es de sorprender.
El desarrollo de los senos y la percepción de sí mismas pueden obstaculizar en la práctica de deportes. Si a la niña le gusta el maquillaje, déjala maquillarse. Si le gusta la ropa de moda, déjala que la use. Pero, si no le gusta, déjala también. No pienses que educarla como feminista significa obligarla a rechazar la feminidad. El feminismo y la feminidad no son mutuamente excluyentes. Es misógino sugerir lo contrario. Desafortunadamente, hay mujeres que han aprendido a avergonzarse y a disculparse por intereses vistos como tradicionalmente femeninos, como la moda y el maquillaje. Pero nuestra sociedad no espera que los hombres se sienten avergonzados por intereses tenidos como masculinos, tales como coches deportivos, ciertos deportes profesionales. De la misma forma, el hecho de que un hombre se arregle bien nunca es visto con la desconfianza que se aplica a una mujer. Un hombre bien vestido no se preocupa con que pongan en duda su inteligencia, su seriedad o su capacidad. Una mujer, por otro lado, convive con la presión social de ser vista como frívola por usar un lápiz de labio llamativo o una ropa elegante.
Nunca asocies la apariencia femenina a la moral. Nunca le digas que una minifalda es "indecente". Asocia la forma de vestir con una cuestión de gusto o de belleza, y no de moral. Si discrepan sobre la ropa que ella quiere usar, nunca le diga cosas como "pareces una prostituta". En vez de eso, dile: "Esa ropa no te queda tan bien como aquella otra", o no es tan bonita o, simplemente, es fea. Pero nunca "indecente". Porque la ropa no tiene absolutamente nada que ver con la moral.
Muchas veces usamos la biología para explicar los privilegios de los hombres, y la razón más común es la superioridad física masculina. Por supuesto, es verdad que, en general, los hombres son físicamente más fuertes que las mujeres. Pero si realmente dependemos de la biología como fuente de las normas sociales, los niños entonces serían identificados por las madres y no por los padres, pues, cuando el niño nace, el progenitor biológico es la madre. Suponemos que el padre es quien la madre dice que es.
Probablemente, al principio, será un poco vergonzoso, pero es necesario. El sexo es una mera acción reproductiva controlada. Decirle que es una acción "sólo en el matrimonio", sería mentirle. Enséñale que el sexo puede ser una cosa hermosa y que, además de las evidentes consecuencias físicas, también puede tener consecuencias emocionales. Dile que su cuerpo le pertenece a ella y sólo a ella, y que nunca debe sentir la necesidad de decir "sí" a algo que no quiere o a algo que se sienten presionadas a hacer. Enséñales que decir "no", cuando sienten que es lo correcto, es motivo de orgullo.
Asegúrate de estar al lado de las novelas en la vida de tu hija. Y la única manera para eso es empezar desde temprano a proporcionarles el lenguaje necesario para hablar contigo sobre sexo y también sobre amor. Enséñale que amar no es sólo dar, sino también recibir. Esto es importante porque le damos a las niñas pistas sutiles sobre su vida, sin embargo no lo hacemos con los niños. Enséñales que para amar necesita entregarse emocionalmente, pero que también debe esperar recibir.
La santidad no es un requisito previo de la dignidad. Las personas que son malas y deshonestas siguen siendo seres humanos y siguen mereciendo dignidad. En los discursos sobre género, a veces, se presupone que las mujeres son moralmente "mejores" que los hombres. No es verdad. Las mujeres son tan humanas como los hombres. La bondad femenina es tan normal como la maldad femenina. Y hay muchas mujeres en el mundo a las que no les gustan otras mujeres. La misoginia femenina existe y negarnos a reconocerlo es crear oportunidades innecesarias para que las antifeministas intenten desacreditar el feminismo. La referencia aquí es ese tipo de antifeministas que adora dar ejemplos de mujeres diciendo: "No soy feminista", como si una persona nacida con vagina, al declarar eso estuviera, de cierta forma, desacreditando automáticamente el feminismo. Que una mujer declare no ser feminista, no disminuye en nada la necesidad del feminismo. A lo sumo, eso nos muestra la extensión del problema, el alcance real del patriarcado. También nos muestra que no todas las mujeres son feministas y no todos los hombres son misóginos.
Trata la diferencia como algo común. Enséñale a no asignarle valor a la diferencia, no con el objetivo de ser justa o buena, sino simplemente para ser humana y práctica. Porque la diferencia es la realidad de nuestro mundo. Y, al enseñarle sobre la diferencia, la preparas para sobrevivir en un mundo diversificado. Enséñale a no universalizar sus criterios o experiencias personales, que sus criterios sólo valen para ella y no para las otras personas. Esta es la única forma necesaria de humildad: la percepción de que la diferencia es normal.
Como una cachetada al machismo, este manifiesto se muestra esencial para los días de hoy, con tantos índices de violencia contra la mujer y discriminación en el trabajo. Al escribirle la carta a su amiga que había dado a luz una niña poco tiempo antes, Chimamanda muestra que el feminismo no se resume a conceptos retrógrados o estereotipos que sus detractores aman diseminar. Y muestra que, más que nunca, es necesario pasar el feminismo hacia adelante para que sea asimilado por las próximas generaciones.
Consejo de 12’: Después de esta verdadera clase, comienza a percibir a tu alrededor el machismo presente en pequeñas actitudes que le impiden a las mujeres aprovechar las oportunidades que tienen a su alrededor.
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Chimeneas Ngozi Adichie es una escritora nigeriana. Ella es reconocida como una de las más importantes jóvenes autoras anglófonas que está teniendo éxito en atraer una nueva generación de lectores de literatura africana. Chimamanda nació en Nigeria, en el estado de Anambra, pero creció en la ciudad universitaria de Nsukka, en el sureste de Nigeria, donde se sitúa la Universidad de Nigeria. Su padre era profesor de Estadística en la universidad, y su madre trabajaba como administradora en el mismo lugar. Cuando cumplió diecinueve años, dejó Nigeria y se trasladó a Estados Unidos. Después de estudiar en la Universidad Drexel, en Filadelfia, Chimamanda se trasladó a la Universidad de C... (Lea mas)
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