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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Why nations fail: the origins of power, prosperity and poverty.
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9780307719218
Editorial: Deusto
Este libro trata de las enormes diferencias en ingresos y nivel de vida que separan a los países ricos de los demás. Comprender por qué existe la desigualdad y qué la provoca es el primer paso para generar ideas sobre cómo mejorar la vida de miles de millones de personas que todavía viven en la pobreza. ¡Anímate a cambiar el mundo!
Los primeros españoles y los colonos ingleses no estaban interesados en cultivar la tierra ellos mismos, querían que lo hicieran otros por ellos y saquear sus riquezas: el oro y la plata.
La estrategia de colonización española fue muy efectiva. La inició Hernán Cortés en México, basándose en la observación de que la mejor forma de dominar al adversario era capturar al líder indígena. Esta estrategia consistía en reclamar la riqueza acumulada de los líderes y coaccionar a los pueblos indígenas para que le entregaran tributos y comida.
El paso siguiente consistía en establecerse como la nueva élite de la sociedad indígena y hacerse con el control de los impuestos y tributos ya existentes y, sobre todo, de los trabajos forzados.
“La encomienda” era una cesión de indígenas a un español que recibía el nombre de encomendero. Los indígenas tenían que dar al encomendero tributos y mano de obra y, a cambio, él debía convertirlos al cristianismo.
La encomienda era la institución principal que se utilizaba para el control y la organización del trabajo en el período colonial inicial. Sin embargo, se consolidó en un impuesto per cápita: una cantidad fija de plata que debía pagar anualmente cada hombre adulto.
Se trataba de otro plan para obligar a que la gente trabajara y reducir los sueldos que debían pagar los terratenientes españoles.
Tras una fase inicial de codicia y saqueo de oro y plata, los españoles crearon una red de instituciones destinadas a explotar a los pueblos indígenas.
Tenían como objetivo obligar a estos pueblos a tener un nivel de vida de subsistencia y extraer así toda la renta restante para los españoles.
Esto se logró expropiándoles la tierra, obligándolos a trabajar, ofreciendo sueldos bajos por el trabajo, imponiendo impuestos elevados y cobrando precios altos por productos que ni siquiera se compraban voluntariamente.
Mientras que estas instituciones generaban mucha riqueza para la Corona española e hicieron muy ricos a los conquistadores y a sus descendientes, también convirtieron a Latinoamérica en uno de los continentes más desiguales del mundo y socavaron gran parte de su potencial económico.
Por su parte, los ingleses no eligieron Norteamérica porque fuera una zona atractiva, sino porque era lo único que estaba disponible. Las partes de América con abundancia de población indígena y minas de oro y plata que explotar ya habían sido ocupadas.
En todos los casos, fue imposible imponer a los colonos una rígida sociedad jerárquica porque, sencillamente, tenían demasiadas opciones en el Nuevo Mundo. Lo que hicieron fue darles incentivos para que quisieran trabajar, y pronto exigieron mayor libertad económica y más derechos políticos.
Todo esto demoró la expansión de Inglaterra, y la época de oro para ellos llegó con la revolución industrial.
La gran desigualdad mundial es evidente para todos, incluso para los habitantes de países pobres, aunque muchos carezcan de acceso a la televisión o a Internet.
Esta desigualdad no tiene consecuencias solamente para la vida de las personas de los países pobres, sino que también provoca agravio y resentimiento, con consecuencias políticas enormes en todo el mundo.
Las instituciones políticas de una nación determinan si los políticos son agentes (aunque sea imperfectos) de los ciudadanos, o si son capaces de abusar del poder que se les confía o que han usurpado, para amasar sus propias fortunas y seguir sus objetivos personales en detrimento de los de los ciudadanos.
Las instituciones políticas incluyen constituciones escritas y establecen si la sociedad es una democracia o no, pero no se limitan a ello. Incluyen el poder y la capacidad del Estado para regular y gobernar la sociedad.
También es necesario considerar cómo se reparte el poder político en la sociedad, y sobre todo la capacidad de los distintos grupos de actuar colectivamente para conseguir sus objetivos o impedir que otras personas consigan los suyos.
La mayor parte de la desigualdad del mundo apareció a partir de finales del siglo XVIII, poco después de la revolución industrial. Pero lo cierto es que muchos países han experimentado varias décadas de crecimiento rápido, y luego vieron cómo se invertía la tendencia de este crecimiento.
La mayoría de las hipótesis que han propuesto los sociólogos para los orígenes de la pobreza y la prosperidad simplemente no funcionan y no explican convincentemente la situación actual.
La historia ilustra que no existe una conexión sencilla ni duradera entre el clima o la geografía y el éxito económico. La desigualdad del mundo moderno es, en gran medida, el resultado del reparto y la adopción desigual de tecnologías.
La segunda teoría ampliamente aceptada es la hipótesis de la cultura: relaciona la prosperidad con la cultura. Las normas sociales, que están ligadas a la cultura, importan y pueden ser difíciles de cambiar y, en ocasiones, apoyan diferencias institucionales.
Pero esto no es así en realidad, porque los aspectos de la cultura que se suele destacar (religión, ética nacional, valores africanos o latinos) no son importantes para comprender cómo persisten las desigualdades en el mundo.
Otros aspectos, como hasta qué punto la gente confía en los demás o es capaz de cooperar, son importantes, pero sobre todo son resultados de las instituciones, no una causa independiente.
La última hipótesis es la de la ignorancia, que afirma que la desigualdad del mundo existe porque ni nosotros ni nuestros gobernantes sabemos cómo hacer que un país pobre sea rico.
Aunque existan ejemplos famosos de líderes que adoptaron políticas desastrosas porque se equivocaron sobre las consecuencias de dichas políticas, la ignorancia puede explicar solo una pequeña parte de la desigualdad del mundo.
Los países pobres lo son porque quienes tienen el poder toman decisiones que crean pobreza. No lo hacen bien, no porque se equivoquen o por su ignorancia, sino a propósito.
Para explicar la desigualdad mundial, todavía es necesario que la economía comprenda que los distintos tipos de Estados y acuerdos sociales afectan los comportamientos económicos; por eso es necesaria la política.
Denominamos instituciones económicas extractivas a las que tienen propiedades opuestas a las instituciones inclusivas. Son extractivas porque tienen como objetivo extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la sociedad para beneficiar a otro subconjunto.
Las instituciones económicas extractivas están relacionadas sinérgicamente con las instituciones políticas extractivas, que concentran el poder en manos de unos pocos, quienes entonces tendrán incentivos para mantener y desarrollar instituciones económicas extractivas en beneficio propio, y utilizar los recursos que obtengan para consolidar su control del poder político.
Llamaremos instituciones políticas inclusivas a aquellas que están suficientemente centralizadas y que son pluralistas. Las instituciones económicas inclusivas también allanan el camino para otros dos motores de prosperidad: la tecnología y la educación.
Los países fracasan cuando tienen instituciones económicas extractivas, apoyadas por instituciones políticas extractivas que bloquean el crecimiento económico.
Para ser inclusivas, las instituciones económicas deben ofrecer seguridad a la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y servicios públicos que proporcionen igualdad de condiciones en los casos en los que las personas puedan realizar intercambios y firmar contratos.
Además, deben permitir la entrada de nuevas empresas y dejar que cada persona elija la profesión a la que se quiere dedicar. Las instituciones económicas inclusivas implican la existencia de derechos de propiedad seguros y oportunidades económicas no solamente para la élite, sino para la mayor parte de la sociedad.
El movimiento transformador solamente avanza si no queda bloqueado por los que prevén que perderán sus privilegios económicos, y por los que temen perder su poder conquistado.
Las instituciones extractivas pueden generar cierta prosperidad limitada y, al mismo tiempo, repartirla entre una pequeña élite. El Estado (o la élite que lo controla) normalmente tiene incentivos para invertir y generar riqueza. Anima a los otros a invertir para que el Estado pueda extraer recursos de ellos e incluso imitar algunos de los procesos de las instituciones económicas inclusivas.
El desarrollo generado por las instituciones extractivas no es sostenible. No fomentan la creatividad y generan solamente una cantidad limitada de avance tecnológico.
Para el crecimiento económico sostenido necesitamos nuevas tecnologías, formas nuevas de hacer las cosas, y lo más habitual es que procedan de recién llegados. Pero el proceso que inician amenaza el medio de vida de quienes trabajan con tecnologías viejas.
Sin embargo, lo más importante es que las grandes innovaciones también amenazan con cambiar el poder político. Es decir: hay una tendencia a creer que quienes quedan desplazados por el invento crean inestabilidad política y amenazan su propio poder.
La sociedad necesita recién llegados que presenten las innovaciones más radicales. Y estos recién llegados y la creatividad que provocan, a menudo deben superar varias fuentes de resistencia, entre ellas las de las élites y los gobernantes poderosos.
El paradigma de la “economía dual”, propuesto originalmente en 1955 por sir Arthur Lewis, todavía define la forma en la que la mayoría de los sociólogos piensan sobre los problemas económicos de los países menos desarrollados.
Según Lewis, muchas economías menos desarrolladas o subdesarrolladas tienen una estructura dual y están divididas en un sector moderno y otro tradicional.
Esta perspectiva, a pesar de encerrar una gran parte de verdad, no considera toda la lógica de cómo llegó a existir la economía dual y cuál es su relación con la economía moderna.
La desigualdad mundial existe actualmente porque durante los siglos XIX y XX, algunos países fueron capaces de aprovechar la revolución industrial y las tecnologías, y los métodos de organización que aportaba, mientras que otros no.
El cambio tecnológico es uno de los motores de prosperidad, y quizá sea el más importante. Los países que no aprovecharon las nuevas tecnologías tampoco se beneficiaron de otros motores de prosperidad.
Los países fracasan hoy en día porque sus instituciones económicas extractivas no crean los incentivos necesarios para que la gente ahorre, invierta e innove. Así, se consolida el poder de quienes se benefician de la extracción.
La democracia que emerge en América Latina es diametralmente opuesta al gobierno de la élite e intenta repartir derechos y oportunidades, pero sus raíces están firmemente ancladas a regímenes extractivos en dos sentidos.
Primero, las desigualdades persistentes durante regímenes extractivos que hacen que los votantes de nuevas democracias emergentes voten a favor de políticos que tienen políticas extremas.
Segundo, son las instituciones extractivas las que hacen que la política sea tan atractiva y tan parcial a favor de hombres poderosos, en lugar de ser un sistema de partidos efectivo que produzca alternativas deseables desde el punto de vista social.
La base de estas instituciones es una élite que diseña instituciones económicas para enriquecerse y perpetuar su poder a costa de la vasta mayoría de las personas de la sociedad.
La solución al fracaso político y económico de los países hoy en día es transformar sus instituciones extractivas en inclusivas. Esta transformación no es fácil. Sin embargo, no es imposible.
Algunos elementos inclusivos preexistentes en las instituciones, la presencia de coaliciones amplias que conducen a la lucha contra el régimen existente o solamente la naturaleza circunstancial de la historia pueden romper el molde.
Las instituciones extractivas pueden ser sustituidas por instituciones inclusivas, pero desde ya que no es algo automático ni fácil. Suele ser necesaria una confluencia de factores, sobre todo una coyuntura crítica, acompañada de una amplia coalición de los que exigen reformas u otras instituciones existentes propicias, para que una nación avance y logre instituciones inclusivas.
Las instituciones económicas inclusivas que hacen respetar los derechos de propiedad crean igualdad de oportunidades y fomentan la inversión en habilidades y nuevas tecnologías.
Las instituciones económicas inclusivas, a su vez, respaldan y reciben el apoyo de las instituciones políticas inclusivas, es decir, las que reparten el poder político ampliamente de manera pluralista y son capaces de lograr cierto grado de centralización política para establecer la ley y el orden, la base de unos derechos de propiedad seguros y una economía de mercado inclusiva.
Estas tendencias no implican que las instituciones políticas y económicas extractivas sean incompatibles con el crecimiento económico. Al contrario, toda élite, cuando el resto de las condiciones son invariables, desearía fomentar el máximo crecimiento posible para tener más que extraer.
Las coyunturas críticas son puntos de inflexión históricos, y es importante estar atentos para saber si estamos delante de un momento único que puede cambiar la vida de miles de personas.
Este libro es la culminación de quince años de investigación y tiene como objetivo explicar la desigualdad mundial y algunos de los modelos que anidan en su interior.
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