Manual para irreverentes - Reseña crítica - Juan Diego Gómez Gómez
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Manual para irreverentes - reseña crítica

Manual para irreverentes Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Carrera y negocios

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Manual para irreverentes

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9789501203462

Editorial: Paidós Empresa

Reseña crítica

Juan Diego Gómez Gómez regresa con un libro provocador y desafiante, dirigido a aquellos que reconocen que están destinados a más de lo que han logrado hasta ahora. Este libro está diseñado para aquellos que aprecian lo que tienen pero no se conforman, para quienes están cansados de vivir una vida impuesta por otros, y para aquellos que se consideran únicos, decididos a alcanzar todo lo que merecen. 

Con su estilo de escritura directo y apasionado, este libro se presenta como una revolución en el estilo de vida, un himno a la independencia y la libertad, una completa emancipación. ¿Te animas a leerlo?

Irreverencia

Irreverencia no es irrespeto. Irreverencia es decidir qué haces con tu vida, piensen los demás lo que hayan de pensar. La irreverencia necesita agallas y una gran voracidad por cumplir un objetivo: trascender, ser tú mismo, en épocas en las que dejar un legado valioso no es poca cosa.

Ten mucho cuidado con algunos de los que te rodean, en ocasiones creen tener el derecho a manipularte, amparándose no sabemos en qué, para decirte lo que debes hacer y lo que no, lo que está bien y lo que está mal. Basta. Tu responsabilidad no es con el otro, sino contigo mismo. Tu compromiso no es con los demás, sino con tu futuro.

Debes rebelarte, como se rebelan los robles ante la tempestad que los acecha, como se rebelan las velas ante el mar que arrecia, como se rebelan los heroicos ante el sufrimiento que llega, como se rebelan los púrpuras ante la crítica que no descansa. Solo hay una forma de evitar la crítica según Aristóteles: “no decir nada, no hacer nada, no ser nadie”.

La irreverencia es el sutil arte de emanciparse con elegancia y lucidez. La emancipación se produce ante lo que asfixia tu individualidad, ante lo que perjudique tus sueños, ante lo que altere tu espacio.

Qué grandeza tiene aquel que es capaz de ser humilde en la cima de la montaña y que, aun viendo todo lo que ve, nadie le resulta pequeño. El más grande es el más humilde por una simple razón: pese a todo lo que ha conseguido, es capaz de albergar espacio para aprender más, recibir más, lograr más; ese espacio lo brinda la humildad.

Esas personas que se camuflan y rinden culto al mal llamado bajo perfil no despiertan aversión alguna y, de hecho, suelen gozar de una esparcida simpatía, pues no incomodan a nadie, sus palabras no desafían y sus posturas no retan. 

¿En cuál bando estás? ¿En el de los que se atreven, asumen riesgos y van por lo que se merecen, aun no teniendo todo a su favor, o en el de los que esperan a que siempre las cartas les favorezcan para hacer algo?

Sé tu mismo

La grandeza y la reverencia la merecen solo aquellos que se han transformado para hacer el bien y trascender, que han abrazado el progreso y han ido acumulando logros que hablan por ellos, sin perder un solo gramo de humildad. Esos seres humanos sí que merecen mi admiración y respeto.

Hay muchos con grandes capitales que aparecen en la lista de prestigiosas revistas que dan cuenta del tamaño de su riqueza. Sin embargo, no inspiran a nadie, pocos los conocen y aún menos desean emularlos.

Han olvidado que una cosa es acumular dinero y tener muchas empresas, y otra, bien distinta, trascender, inspirar, servir de referente para las nuevas generaciones.

No tienes que imitar a nadie, ni tener una camisa, remera o playera en la que aparezca en la espalda el nombre de tu jugador o personaje favorito. Nadie es más importante que tú, por más referentes o ídolos que puedas tener. 

Ser tú mismo, con lo que ello implique, comportarse siempre como tal y dejar un legado es algo que no tiene precio en un siglo como el actual. Los originales trascienden, mientras que las copias no se recuerdan.

Si condenas lo grande, estás invitando a que te persiga lo pequeño. No te tiene que gustar una mansión para tener una mentalidad millonaria. Muchos la tienen, y viven en casas normales o departamentos pequeños. Aquellos que siempre están condenando las cosas grandes atraen las cosas pequeñas.

La salud, la familia, tu tiempo y tu libertad financiera son influenciados por la cantidad de dinero que tengas y por la forma en que lo ganes y lo uses. No más hipocresía frente al dinero. No más condenas a la acumulación de riqueza. 

Lo condenable no es la riqueza, sino la pobreza. Esa misma de la que no debemos enorgullecernos y que no constituye ejemplo alguno. El resentido suele ser pobre, la razón principal es que explota más su odio que su talento. 

Los ricos utilizan la banca para apalancarse con ella, aprovecharla, mientras que los pobres se hacen más pobres con esa misma banca. ¿Por qué la suerte de unos es distinta de la de otros? Fácil: algunos tienen educación financiera, mientras que otros carecen de ella.

Ve por más

Se trata de mentalidad y determinación, no de suerte. Siempre serás envidiado por aquellos que no han sido capaces de lograr lo que tú sí.

Permanece humilde, trabaja duro, deja de quejarte, da con generosidad, rodéate de un gran equipo de trabajo, lee mucho, haz más de aquello por lo que te pagan, ten cerca a Dios y nunca te faltará la suerte.

El pasado no te debe sentenciar a nada distinto de poder leerlo y cambiarlo a tu antojo. Es un fantasma que ya no asusta. Es una máscara que no intimida. Es una estatua que yace inmóvil. Un pasado trágico no es un pasado trágico, sino solo un pasado, al que llamas trágico. Síguelo llamando enriquecedor y nunca más se vestirá de trágico.

Utiliza tus logros para obtener más logros, no para quedarte recordándolos o hablando de ellos. Sé muy consciente de esta realidad. 

No importa el país, sino la persona, su tenacidad, su fe, su grandeza, la historia que se cuenta a sí mismo. Quienes te miran por encima del hombro cargan también con defectos, incluso peores que los tuyos. Exígete para mejorar, pero recuerda la condición humana de quien te menosprecia.

Procesa esto: “No irás solo por el triunfo, sino por el récord, y no sentirás nada cuando lo logres, por extraño que te parezca”. No pienses que lo que haces es mucho, pues será nada, pulverizarán tu conquista, o tú mismo lo harás, y lo que en apariencia se reviste de glorioso, te darás cuenta de que no lo es si elevas tu exigencia al juzgarlo y afinas el lente a través del cual observas tu propia realidad.

Enfrentar las dificultades

No te dejes intimidar por nadie. Piensa que cualquier reina o modelo va al baño, a hacer lo que todos hacemos en él, que tiene inseguridades, miedos, defectos, que esconden cicatrices e historias de culpa. 

No reverencies a nadie por su belleza, ni le rindas pleitesía ni te sientas menos. Las esclavas de la belleza (¡y esclavos!), por mirarse tanto en el espejo, por dedicarle interminables horas a su aspecto, han dejado de leer y nutrir su intelecto, puesto que no pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo.

Escoge si lloras y te flagelas por los abrazos o llamadas que te faltaron por dar, o mejor recuerdas a ese ser y, en vida, te dedicas a aquello que sientes que debes llevar a cabo y que le daría alegría a quien se transformó.

La memoria es una depuración de lo que te importa, por ello, es emocional. La memoria es, en esencia, emocional; solo recordamos lo que nos importa. No tiene que ver con retención o con ser distraído, más bien, se trata de emociones y prioridades.

Cuando experimentas una dificultad, pareciera ser la peor del mundo. Años más tarde, y mirando por el espejo retrovisor, entiendes que esa dificultad se presentó para algo. No pasa nada memorable con aquellos a quienes nada les pasa.

Nadie puede ser un grande, un distinto, comportándose normal y encajando en los estándares de una sociedad que en su mayor parte se compone de personas comunes, con logros mínimos y que solo serán recordadas por su familia, yéndoles bien.

Ser criticado o ridiculizado por una mayoría anodina e incolora es no haber sufrido nada, ningún daño puede causarte quien nada ha hecho.

El trabajo

Trabajar mucho en un empleo que no disfrutas o que poco tiene que ver con lo que se te da, haciendo rico a otro y con el alto precio de renunciar a tu familia, a tu tranquilidad, a tus sueños, a tu tiempo libre, es un precio demasiado alto. Una vida así no vale la pena vivirla.

Sé irreverente con las frases: “Esa labor la tiene que hacer alguien”, “Por lo menos tiene trabajo”, “Qué más se hace”. Jamás las pronuncies. Cada una de ellas es una sentencia de muerte. Cada una se cocina en aguas de mediocridad e ignorancia. Cada una prohíbe de manera tácita un espacio para la mejora y el ascenso.

No lo hacemos todo, ni necesitamos hacerlo todo, ni sobresalir en todo, y mucho menos si la actividad no es de nuestro interés, ni rima con nuestro propósito de vida. Lo importante es que hagamos lo que nos apasiona, que cada vez lo hagamos mejor y que ayudemos con ello a muchas personas, a millones de seres humanos si es posible.

Te pueden gustar muchas actividades, disfrutarlas y pensar, incluso, que sean varios los propósitos de vida que tienes, y no solo uno. Pero mucho cuidado: tienes uno, y no te engañes.

Lo maravilloso es poder enfocarte y hacer lo que te apasiona, sentir cómo el tiempo te alcanza y, fruto de ello, benefician día a día a más personas.

¿Qué hace que una persona que lo tiene todo para triunfar decida vivir por debajo de sus posibilidades, y por mucho tiempo? ¿Qué hace que un ser con salud, aptitudes y razones para progresar, como una familia que desea sacar adelante, desarrolle por décadas enteras actividades por las que le pagan mal, en las que poco pone a prueba sus talentos y en las que no hay reto alguno? Tus propios límites.

Nunca dependas de una única fuente de ingresos o del “corazón” que tenga la compañía para la que trabajaste. Crea nuevos ingresos, nuevas actividades, pon a volar tu imaginación y lleva a la práctica ya esas ideas que tienes de tiempo atrás, para que dependas de ti, no de otros.

Lo que más vale de un auto de lujo no es lo que ves, sino lo que no ves, lo intangible, pero que sabes que está ahí. Mucho de ello no lo usas, pero ay de aquel que lo retire del auto. No es qué tanto usas lo que compres, sino qué tanto lo disfrutas.

Igual tus bienes, grandes o pequeños, costosos o baratos. Si los aprecias, que es distinto a apegarte a ellos, si te generan satisfacción y alegría, ¿quién podría atribuirse el derecho de juzgarte por tenerlos?

Bienvenida sea la abundancia. Los que la critican es posible que la envidien. A nadie perjudica esa abundancia, pero sí que beneficia. No tengas temor en buscarla, albergarla y consentirla. Imbuido de ella, la seguirás atrayendo tal y como atrae riqueza aquel que ya la tiene.

Gasta por debajo de lo que te ingresa; pero recuerda vivir la vida. Un hombre eficiente y valioso hace lo que sabe hacer, tanto si la comunidad le paga por ello como si no le paga. Los ineficaces ofrecen su ineficacia al mejor postor y están siempre esperando que les den un puesto. Como podemos imaginar, raramente se ven contrariados.

El arte de hablar

No cualquiera que habla es un artista, ni cualquiera que cocine, cante, escriba, pinte o esculpa lo es. Hay personas que hablan para hacerse entender mientras que otras cocinan siguiendo una simple receta.

Harás magia y producirás resultados extraordinarios cuando entiendas que no se trata de llenarse, sino de comer. Que no se trata de hablar, sino de sentir y paladear las palabras que pronuncias, y con un fin: persuadir, deleitar, conmover, inspirar.

Cinco consideraciones para una oratoria arrolladora

Ten un propósito potente para hablar mejor, una motivación nivel 10. Esa motivación se puede vestir de tener más seguidores en redes sociales, comunicar tu emprendimiento, cumplir con el sueño de ser un gran orador o vender mejor tu producto. Debe haber un motivo, una razón o ancla poderosa para comunicarte con mayor brillo de lo que lo haces hoy. Solo haremos algo muy bien cuando encontremos una razón suprema para hacerlo.

El qué puedan pensar las otras personas es la razón principal para no hablar. Es un autosaboteo, pues, en muchas ocasiones, ni se les critica, ni se les pone atención a lo que dicen. Ahora bien, supón que se ríen o te critican por hablar mal. ¿Qué pasa con eso? Nada. Al menos hablaste y te atreviste, tus críticos solo fueron espectadores, la masa tímida que no tuvo las agallas que tú sí. 

Leer no tiene reemplazo para lograr expresarse mucho mejor. Leer te da palabras para usar, historias para contar, referencias para comparar, inspiración para sentir, seguridad para llegar a las personas. Y no hay excusas.

El tono es una imprescindible herramienta de la comunicación. Más importante que las mismas palabras. Los grandes oradores lo utilizan para imprimirle a su mensaje mucha más fuerza y emotividad. El tono debe usarse según estos tres casos: primero, cuando quieres enfatizar en algo; segundo, para hacer reaccionar a tu audiencia; tercero, cuando el sentimiento es intenso. 

Escuchar tiene mucho que ver con hablar. Solemos ser malos para escuchar: interrumpimos, nos desconcentramos, miramos el celular. No interrumpas a nadie. Ponte en la piel de tu interlocutor y hazle preguntas sobre lo que te dijo. Te verán como alguien empático y que se interesa por los demás, así, agradarás, y quedará allanado el camino para que cuando hables te escuchen.

Además, ten en cuenta el lenguaje corporal. Cierra los ojos cuando hables con el corazón. Sonríe, apela al humor fino, sin abusar, para distensionar el ambiente. Ponte la mano en el pecho cuando sientas profundamente lo que dices. Mira a los ojos. Nunca desvíes la mirada, pensarán que estás mintiendo si lo haces.

Observa todos los sectores de tu auditorio como señal de respeto. Abre tus brazos y muestra las palmas de tus manos, es un símbolo de transparencia y congruencia. 

Lleva el tema de conversación donde seas más fuerte. El irreverente no se limita al tema que le proponen, sino que tiene la capacidad de migrar a otros en los que se desenvuelve mejor. ¿Cómo hacerlo? Utilizando palabras como: “Yo asocio”, “Tu pregunta me recuerda…”, “Eso que dices me suena similar a…”.

Puedes ver a otros con más talento del que tienes, con más historia, con más triunfos, con más fama; pero nada reemplaza el poder de la disciplina, de la repetición, de la tenacidad, de hacer más de lo que te piden, con pasión, con determinación, y estar ahí, todos los días, practicando para convertirte en el mejor.

Notas finales

Todo hombre debe pensar que todo lo que le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte; tienes que aprovecharlo.

Cuando la mayoría de las personas piensan que están pensando, están reafirmando sus prejuicios. Lo realmente importante no es si esta creencia es verdadera o no (en el sentido filosófico o, incluso, religioso), sino si resultarán buenas o malas consecuencias de ella.

El dinero no comprará la felicidad para el hombre que no tiene claro lo que quiere. El dinero no le dará un código de valores, si ha evadido el conocimiento de qué valorar, y no le proporcionará un propósito, si ha evadido la elección de qué buscar. ¿Qué tipo de personas quieres ser? ¡Vamos!

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¿Quién escribió el libro?

Es Administrador de Negocios de Eafit, tiene un postgrado en Finanzas en esta misma institución, estudios de economía y desarrollo económico en la Lond... (Lea mas)

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