Los osos que bailan - Reseña crítica - Witold Szabłowski
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Los osos que bailan - reseña crítica

Los osos que bailan Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788412030020

Editorial: CAPITAN SWING S.L

Reseña crítica

Con la caída del comunismo, muchos países pasaron al capitalismo y algunos incluso se independizaron. No obstante, hay quienes añoran aquellas épocas de autoritarismo y privaciones. Algo similar sucedió con los osos bailarines recuperados en Bulgaria, historia que utilizó Witold Szabłowski para explicar este fenómeno.

Parte 1

El amor

Grigori Mírchev Marinov fuma y se lamenta por los tiempos de antaño en Drenovec, un pueblo búlgaro con mayoría de población gitana. Recuerda a su esposa fallecida hace un año atrás y a Vela, una osa.

Pasó 20 de sus más de 70 años cuidando a Vela, que permaneció atada a un poste cerca de su casa. “La quería como si fuera mi propia hija”, afirmó.

El encuentro entre hombre y osa se había producido a principios de los años noventa, tras la caída del comunismo.

Mírchev fue despedido de su empleo como tractorista. Allí retomó la profesión de su padre y su abuelo: adiestrador de osos bailarines. Y consiguió a Valentina —Vela, para los amigos— en la reserva de Kormisosh, cuando todavía era una osezna.

La libertad

El 14 de junio de 2007 se puso fin en Bulgaria a la tradición de los osos bailarines. Ese día, el gobierno de Bulgaria le quitó sus osos a la reconocida familia Stanev.

Los osos Misho, Svetla y Mima, que eran propiedad de los adiestradores Stanev, fueron liberados en el parque de los osos bailarines, en Belitsa.

Pero esa libertad supone nuevos desafíos para los osos. “La libertad es un shock tan grande para el oso, que no puede pasar directamente de la jaula al bosque. Hay que darle unos días para que cambie de chip”, dice Witold Szabłowski.

En otras palabras, ser libres es una aventura porque todo es nuevo.

Negociaciones

Luego de haber trabajado como disc jockey en los clubes de las principales ciudades de Bulgaria, Vasil optó por trabajar en el parque de los osos bailarines en Belitsa.

Lleva más de diez años en ese lugar y explica cómo funciona la entrega de osos por parte de las familias gitanas hacia el gobierno, que los reclama.

“Solo la prensa y los donantes han de tener la sensación de que se trata de algo espontáneo”, empieza diciendo.

Sin embargo, la realidad es otra: “Esas cosas se hablan durante meses. Hay que sentarse a la mesa, una vez, y otra, y otra. Entablar amistad, llegar a confiar el uno en el otro. Si no hay confianza, nadie entrega a su oso. Antes lo mata”.

La historia

“Después de la guerra, los comunistas quisieron prohibir el adiestramiento de osos. Y lo habrían prohibido, como en otros países. Pero no lo pudieron hacer, por una razón”, cuenta Mariyka, la mujer de Dimitar Stanev.

El secreto familiar dice que su suegro tenía el número privado de una persona que podía cambiar la opinión del comité central del Partido Comunista en Sofía.

Es que su suegro fue uno de los gitanos que aceptó ayudar a la resistencia búlgara contra los nazis.

La resistencia de Bulgaria era débil y estaba dividida porque el gobierno local apoyaba abiertamente a Hitler. Sin embargo, el destacamento de Kubadinski, de August Popov, era la excepción.

Incluso, el propio Pencho Kubadinski aprendió a adiestrar osos mientras estuvo con los gitanos.

Los instintos

Dimitar Ivanov sueña con que los osos vivan mejor. Es el director del parque de osos bailarines desde hace cinco años y le gusta trabajar para que los animales se sientan a gusto en el lugar.

Se enamoró de los osos cuando, a los cinco años de edad, sus padres lo llevaron a ver un oso bailarín que un gitano había traído al pueblo. Aunque en ese momento, debido a la inocencia de la niñez, no era consciente de cómo maltrataban al animal.

Pero ahora está “contento de trabajar en una organización que nos arrancó de esa forma de pensar”.

La hibernación

El tiempo invernal que tienen los osos salvajes ha sido la clave en el trabajo que se hace con los antiguos osos bailarines en Belitsa. Es el paso fundamental para devolverles la libertad.

“Para los empleados del parque es una prueba importante. Si sus osos se duermen, será un éxito enorme. Si no se duermen, será una derrota”, señala Szabłowski.

Lo que sucede cuando no se duermen es que continúan viviendo como cuando estaban en cautiverio, donde seguían el mismo ritmo de vida de sus propietarios.

Además, con la hibernación, los osos verifican su ingeniosidad y su autoestima. Por lo tanto, también es un desafío para ellos.

Enviando leones a África

La organización Cuatro Patas —encargada junto al gobierno de recuperar los osos— cumplió su objetivo rápidamente. Consiguió poblar el parque de Belitsa con osos bailarines.

Sin embargo, esto obligó a la institución a buscar una nueva meta: enviar leones a África.

“Los que compran leones son gente que tiene tanta pasta que ya no sabe qué hacer con ella”, comenta Dimitar Ivanov.

Con su equipo de trabajo, ya logró enviar dos a Sudáfrica: uno que estaba en manos de un antiguo capo de la droga y otro que era propiedad de un ex jefe de la aduana en la frontera con Turquía.

La castración

El trabajo del parque de osos de Belitsa ha dado grandes resultados si se analiza cómo mejoró la calidad de vida de los animales desde que llegaron al lugar.

No obstante, ha recibido críticas por parte de los pobladores locales. Básicamente, se preguntan cuánto dinero cuesta mantener el parque y por qué no se destina ese dinero a “algo más importante”.

La población ve que el parque crece y los osos tienen nueva infraestructura, al mismo tiempo que la gente hace malabares para llegar a fin de mes.

Pero el autor propone otra idea. “Los vecinos de Belitsa deberían culpar a su propio gobierno y esperar que hiciera algo para mejorar su futuro y no compararse con los osos”, afirma.

Los osos bailarines

Szabłowski también cuenta la historia de un oso llamado Bueno, que sufrió un gran estrés en Belitsa cuando se presentó su anterior propietario.

El gitano era el protagonista de un documental sobre la vida de los romaníes búlgaros, y al director le pareció buena idea que se reencontrara con su oso.

El oso era ciego porque su dueño le pegaba, pero al escuchar su voz se paralizó. “Se quedó de piedra. Se tumbó en la hierba. Se tapó el hocico con las patas como si estuviera implorando algo”, cuenta Ivanov.

Al final, el gitano y el equipo de televisión se fueron decepcionados, con las manos vacías.

A pesar de esto, hay una realidad: “Cuando ven a una persona, se levantan sobre las patas traseras y empiezan a balancearse de izquierda a derecha. Como si estuvieran mendigando, como antes, un trozo de pan, un caramelo, un trago de cerveza, una caricia”.

“Como si estuvieran pidiendo que alguien les librara del dolor. Un dolor que desde hace tiempo nadie les inflige”, continúa el autor.

Fin

Por un lado, los adiestradores. La familia Stanev vive lamentándose desde que tuvo que entregar a sus osos.

Dimitr, el jefe de la casa y adiestrador, sufrió depresión y falleció añorando a su oso Misho. No solo se llevaron a su compañero, sino que le quitaron su profesión.

“Cuatro Patas solo piensa en los animales. Si se les pregunta por los adiestradores, dicen: ‘Hay organizaciones que se ocupan de los derechos de los gitanos. Tendría que dirigirse a ellas’”, cuenta su familia.

Por el otro lado, los osos.

Ahora tienen una vida al aire libre, donde aprenden a hibernar y aparearse para garantizar la subsistencia de la especie.

Y aun así, siguen bailando.

Parte 2

El amor

En 2006, Szabłowski y el fotógrafo Albert Zawada viajaron a Cuba. Fidel Castro había sufrido una grave hemorragia interna y querían estar presentes para cuando se conociera la noticia de su muerte, para ver cómo reaccionaban los cubanos.

En dos semanas recorrieron la isla y hablaron con muchas personas.

Desde la esposa de un funcionario municipal que defendía fervientemente al comunismo para no dejarse dominar por Estados Unidos, hasta un trabajador de una planta de caña que estaba aburrido de su esposa.

Finalmente, no pudieron presenciar el fallecimiento de Fidel.

Sin embargo, al año de su muerte, Cuba ya tenía firmado un precontrato con McDonald’s, según la población local. Y la estrella de su menú sería la McRevolución, una hamburguesa con una estrella hecha con kétchup.

Las negociaciones

Los ucranianos con los que Szabłowski tiene contacto están a favor de la adhesión de su país a la Unión Europea. Y saben muy bien que el ingreso no será un camino sencillo.

Afirman que Putin nunca los dejará irse, al mismo tiempo que reconocen que el Donbáss, es decir, la Ucrania Oriental, estaría dispuesta a anexarse a Rusia antes que a Europa Occidental.

En ese sector todavía se echa de menos a la Unión Soviética porque “todo el mundo tenía trabajo”, y se sigue hablando ruso.

La gente que prefiere permanecer fuera de la Unión Europea explica que “da pavor entrar allí”, tal como dice el padre Oleg Azarenkov.

En cambio, Yevjenia Cherniak vive en Ucrania pero trabaja unos meses en Polonia. Va y viene.

“Desgraciadamente, todo este país (NdR: Ucrania) es como nuestro matrimonio. O bien trabajan duro, como yo, pero en el extranjero, o bien siguen en su aldea, dándole con una vara a un árbol, a ver si les cae una pera. Rezo para que entre la Unión Europea”, dice la mujer, que limpia casas.

Enviando leones a África

En agosto de 2008, Szabłowski se encontraba en Serbia. En Belgrado, hizo un tour siguiendo los pasos de Radovan Karadžić, un genocida que se ocultó haciéndose pasar por un especialista en medicina alternativa, Dragan Dabić.

Los periodistas occidentales radicados en la capital serbia sostienen que la policía cada dos por tres difunde informaciones falsas. Y que las autoridades invitan, de una forma u otra, a indagar sobre Dabić.

La cuestión es que las dos partes buscan desviar la atención sobre lo que importa: cómo el mayor genocida que existió luego de la Segunda Guerra Mundial caminó tranquilamente por Belgrado.

Incluso hoy hay gente que añora la amistad que tenía con Dabić.

“No crea usted que echo de menos a Karadžić. Yo solo conocía a Dabić, un hombre simpático fascinado por la astrología y la levitación”, dice Mina Minić, quien fue su gurú.

Los osos bailarines

En marzo de 2010, miles de manifestantes desbordaron las calles de Atenas. Hicieron una huelga general contra las duras medidas que el gobierno griego tomó para intentar salir de la crisis.

“Porque el gobierno recorta nuestros sueldos, y no los suyos. Porque los alemanes han convertido Grecia en su feudo. Ganan miles de millones y encima nos critican”, narra el autor, poniéndose en el papel de un griego.

Yannis, uno de los manifestantes, que trabaja de electricista en los astilleros, sostiene que “han montado aquí una colonia, como en África. La Unión Europea es sinónimo de colonización”.

A pesar de las quejas contra Alemania y las decisiones políticas, los griegos no dejan de ser griegos.

“El gobierno intenta convencernos de que pidamos siempre el recibo o la factura. Se calcula que la economía sumergida alcanza incluso el cincuenta por ciento del presupuesto del Estado”, señala Loukas, un periodista de una agencia.

No obstante, siempre que puede evita los comprobantes: se rompió la cerradura de su casa y optó por pagar 100 euros por hacerlo sin factura en lugar de 120 por tener una.

Notas finales

Witold Szabłowski traza un paralelismo interesante entre los osos bailarines recuperados en Bulgaria y la gente que vivió bajo el autoritarismo en Europa del Este y Cuba.

En este microlibro recopilamos algunas de las historias que el autor relata para comprender su idea.

De cómo los osos, a pesar de ser libres, siguen comportándose como bailarines cuando ven gente. Y de cómo las personas, a pesar de gozar la libertad actual, añoran tiempos donde no se podía elegir libremente.

Consejo de 12min

Fútbol contra el enemigo”, de Simon Kuper, explica la compleja relación entre el fútbol y el poder a través de historias diversas, muchas de ellas marcadas por el comunismo.

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¿Quién escribió el libro?

Es un autor y periodista polaco nacido en 1980. Se graduó en el Departamento de Periodismo y Ciencias Políticas de la Universidad de Varsovia. Luego continuó sus estudios en Estambul, Turquía.... (Lea mas)

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