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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro:
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9786073194457
Editorial: Aguilar
Bárbara Tijerina afirma que el lenguaje no verbal grita lo que la boca calla y que lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice. De allí surge la duda: ¿será que lo que me dicen con la boca es verdad?, ¿cómo se puede saber esto?
El lenguaje no verbal permite conocer los sentimientos y las emociones, y es justamente lo que la autora enseña en este libro. ¿Te animas a aprenderlo?
La cara es el principal indicador de las emociones. Cuando queremos saber cómo se siente alguien, lo primero que observamos es su expresión facial: si abrió los ojos, si levantó las cejas, cómo colocó el mentón y muchos otros pequeños indicadores del estado emocional.
Pero, a la vez, la expresión facial es el canal de comunicación que mejor podemos controlar. Cuando no queremos que se note la tristeza o angustia, contenemos la expresión del rostro.
Sin embargo, esta expresión que se está tratando de contener buscará la forma de salir y se revelará de diversas formas, puede ser a través de mover insistentemente el pie, o jugar con la pluma que se tiene en las manos. Es sumamente complicado reprimir una emoción.
Las emociones son como la brújula del cerebro que nos ayuda a dirigir el rumbo. Gracias a ellas podemos conectarnos con nosotros mismos y con los demás. A partir de las emociones, es más fácil tomar decisiones.
Una emoción es una respuesta a un estímulo externo. Se presenta en nuestra lucha por la supervivencia y se desarrolla en el intento de entender el mundo en el que vivimos.
Según Paul Ekman, un reconocido investigador en el área de la comunicación no verbal, existen seis emociones básicas que son compartidas por todas las culturas: el miedo, la tristeza, la alegría, la ira, el asco y la sorpresa.
Las emociones nos acompañan en todo momento y las manifestamos de varias formas, algunas muy parecidas a como lo hacen ciertos animales.
Entender las emociones es tan importante, que Charles Darwin empezó esta investigación en 1872, comparando las expresiones faciales de diversos mamíferos, y vio que las elementales podían relacionarse con instintos primitivos.
Por esa razón, es casi imposible esconderlas, y es así que el lenguaje sin palabras tiene muchísima importancia en la actualidad.
La cara es el indicador emocional más potente, es donde vemos las seis emociones básicas y también es el canal que controlamos con más facilidad cuando no queremos mostrar una emoción.
Existen algunas personas a las que se les dice poker face: son aquellas que, a pesar de sentir emociones fuertes, pueden controlar sus gestos; sin embargo, como ya se mencionó antes, las emociones siempre buscan la forma de salir.
Es por eso que aquellos para quienes no es fácil ocultar una emoción, tienden a ocultar el rostro cuando no quieren que se les note lo que están sintiendo.
Entender la manifestación de las emociones a través de la cara nos permite generar empatía auténtica, y para ello es necesario saber leer la triada facial, que se compone de la sonrisa, la mirada y la colocación del mentón.
La utilizamos para reflejar felicidad o alegría en un encuentro. Cuando es auténtica, atrapa por su sinceridad y provoca un vínculo entre las personas, pero las sonrisas no siempre son sinceras.
¿Cómo saber cuándo lo son? Cuando se sonríe de manera natural, se forman unas arrugas pequeñas alrededor de los ojos, las famosas “patas de gallo”, que surgen al contraerse tanto las mejillas como el músculo orbicular.
Es un importante canal de comunicación que nos habla del estado emocional de las personas. Si te interesa saber cómo se siente alguien, podrás hacerlo a través de sus pupilas: ante las emociones, se dilatan o se contraen.
Las cejas son otro elemento que modifica la mirada, pueden ondular, bajar o subir, dependiendo de lo que se sienta.
Quizá la sonrisa pueda mentir, pero la mirada no.
Si levantamos o bajamos la barbilla, dejamos más expuesto el cuello, que es la parte del cuerpo más vulnerable.
Si lo dejas expuesto o lo proteges, estás comunicando si te sientes seguro, con miedo o qué tan expuesto estás internamente.
Si quieres entender cómo se siente una persona, basta con observar sus manos. Las manos van acompañando e ilustrando lo que decimos; son un reflejo de nuestro mundo emocional.
Hay más conexiones nerviosas entre las manos y el cerebro que con cualquier otra parte del cuerpo.
Los movimientos con las manos son parte de la marca personal que nos define y, cuando acompañan lo que vamos diciendo, se llaman “gestos ilustradores”. Su función es resaltar alguna idea y ayudar a que el mensaje se entienda mejor.
Mover las manos al hablar puede ser el mejor aliado para comunicar con efectividad, favorecer la visualización y enfatizar.
Cuando estamos hablando, si nos hacen guardar las manos o nos piden que dejemos de usarlas, perdemos el hilo de lo que estábamos diciendo.
La primera impresión suele producirse en el saludo, que equivale a cerrar un acuerdo. Un saludo aporta más información de la que se imagina. Algunos tipos de saludo son:
El saludo no es lo único que se tiene que cuidar cuando se utilizan las manos para comunicarse.
Con frecuencia, se escucha el mito de que cuando una persona cruza los brazos está cerrando cualquier canal de comunicación. Aunque en algunos casos es así, no aplica para todos.
A veces, esto también se hace cuando se siente vulnerabilidad o inseguridad; en ocasiones, incluso parece que más que cruzar los brazos lo que se está haciendo es darse un “autoabrazo”.
Cuando mueves el cuerpo y llevas un ritmo, toda la musculatura fluye y libera emociones estancadas; de esta forma, te sientes más ligero. La sangre se mueve, y el aire entra y sale de los pulmones.
No hay duda de que estamos hechos para movernos.
La postura es sumamente importante, no solo para comunicar sino para manejar los estados de ánimo y las emociones. Es la expresión de nuestro estado interior y un potente indicador de la predisposición a la acción.
La postura muestra el grado de interés y apertura hacia los demás, lo que se refleja en la exposición y la orientación del torso.
La actitud determina cómo nos movemos y cómo nos posicionamos.
Las emociones llegan al cuerpo sin avisar ni pedir permiso, y provocan que los neurotransmisores generen una respuesta en toda la musculatura, cambiando el centro de equilibrio y la disposición de todo el organismo.
El cuerpo transmite qué emoción estás sintiendo por diferentes canales: la mirada, las manos y la postura.
De ahí la importancia de comprender nuestras emociones, de saber nombrarlas, entenderlas y aprender a manejarlas.
Las personas que reconocen sus emociones, las viven y las dejan ir, son más auténticas, tienen mayor equilibrio en su vida y padecen de menos dolores físicos.
Edward T. Hall, un famoso antropólogo, definió al espacio personal bajo el nombre de proxémica.
Estableció que, según lo cercana que es la relación, también hay una distancia justa que nos hace sentir cómodos. Encontró cuatro distancias básicas:
La raíz de la empatía son las neuronas espejo. Hay quienes fácilmente pueden reconocer el estado emocional de los demás, y hay quienes no lo captan.
Puede ser muy valioso saber cómo se sienten los demás, ya sea para socializar o para comprenderlos.
Cultivar y usar bien esta capacidad facilita comprender las emociones de otras personas.
Sentir empatía por alguien no significa estar de acuerdo en todo, sino entender y abrir los canales de comunicación.
Cuando se habla de lenguaje no verbal, se piensa que este solo se puede notar en la cara, en el contacto visual y en las manos, pero en realidad las partes más honestas del cuerpo son las piernas y los pies. Son los que constantemente están revelando las verdaderas intenciones.
Las piernas muestran nuestro nivel de energía y cómo nos sentimos. La forma como las colocamos muestra nuestra relación con el espacio.
Si quieres que alguien sienta que le estás dando toda tu atención, asegúrate de que tus pies estén dirigidos hacia esa persona.
De la misma manera, si el interlocutor apunta con sus pies hacia la puerta, es una señal bastante clara de que se terminó la conversación.
Alguien que tiende a moverse y mecerse quiere escuchar y aprender a manejar sus emociones para que no salgan en el peor momento y lo hagan ver inseguro.
Las piernas son una parte vital del discurso, los pies te pueden delatar pues tu confianza se ve reflejada ahí. Todo comunica.
Tu forma de caminar proyecta un mensaje hacia los demás, puede provocar el efecto de dejar sin palabras, o todo lo contrario.
Lo mejor es caminar de forma pausada y equilibrada, ya que esto demuestra perfecto conocimiento de hacia dónde te diriges, geográficamente y en tu vida.
Elegir la palabra adecuada que describa mejor cómo nos sentimos puede ser todo un reto, ya que cada persona, desde su historia, le dará un peso específico y diferente a cada expresión.
Las palabras cargan un significado importante, pero la forma de expresarlas tiene una gran relevancia en la comunicación. De hecho, nuestros mensajes nunca son interpretados correctamente al cien por ciento.
El reto es aprender a leer entre líneas.
La voz es el envase, el papel de regalo que envuelve nuestro mensaje para poder llegar a quienes nos dirigimos.
La voz como vehículo de transmisión del mensaje tiene una poderosísima influencia en nuestro día a día. Si no conoces bien tu propia voz ni trabajas en ella, puede suceder que el mensaje llegue mal, o que no llegue.
La forma de hablar denota las emociones, he ahí la importancia de aprender a comunicarse verbalmente. Saber mucho y no saber decirlo es igual a no saber nada.
Para esto, es importante saber cuáles son los componentes de la voz:
Hablamos como somos.
El lenguaje sin palabras es determinante para el éxito o el fracaso en tu vida, en tu trabajo o en tus relaciones.
Es el único modo de comunicación en el que es imposible mentir y en el que la gente expresa lo que en realidad siente, incluso sin darse cuenta.
Se puede mentir con las palabras, pero jamás con el cuerpo. Es una herramienta social que ayuda a entender y conectar mejor con los demás.
Para aprender a comunicarte correctamente más allá de tus palabras, empieza por elegir un canal de comunicación y vuélvete especialista en él.
No trates de ver la cara, las manos y los pies al mismo tiempo, trata de entender a la perfección uno de ellos y así, poco a poco, ir avanzando.
Recuerda: comunicar no es solo dar información. Es transmitir, mover, conmover, persuadir, emocionar, hacer sentir, sensibilizar y todo a través de los gestos, la postura y la voz.
Si te interesa saber más sobre las emociones y cómo se comunican, en “La vida secreta del cerebro: Cómo se construyen las emociones” de Lisa Feldman Barrett, lo podrás descubrir.
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Licenciada en Administración de Empresas y Especialista en Inteligencia Emocional en la Educación. Ha trabajado junto a importantes personalidades en medios de comunicación mexi... (Lea mas)
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