La vida secreta de la mente - Reseña crítica - Mariano Sigman
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La vida secreta de la mente - reseña crítica

La vida secreta de la mente Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Ciencia

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788499926285

Editorial: Debate

Reseña crítica

Mariano Sigman comparte lo que él considera un viaje a los rincones más íntimos del cerebro y el pensamiento humano. Lo hace a través del estudio de algunas de las etapas más importantes en la vida de una persona. Su intención es responder preguntas que son vistas como misterios. ¡Inicia esta interesante travesía para conocer tu cerebro!

El origen del pensamiento

Mariano Sigman comienza preguntándose: “¿Cómo piensan y se comunican los bebés, y cómo podemos entenderlos mejor?”.

De acuerdo con el autor, los adultos comparten la creencia empírica de que los bebés no tienen la capacidad de conceptualizar el mundo a su alrededor. Solo hasta después de desarrollar habilidades del lenguaje.

En ese sentido, los niños recién nacidos se enfrentan al inicio de su vida como una hoja en blanco.

Sin embargo, Sigman explica cómo los bebés tienen más conocimientos de los que los adultos pueden darse cuenta. Su desafío cognitivo no consiste en aprender cosas nuevas, sino en desarrollar habilidades para aprovechar los conocimientos que ya poseen.

Los neonatos empiezan a definir diferentes aspectos del mundo, a partir de la estimulación de sus sentidos.

Dentro de sus cerebros, se procesa la información recabada y el pensamiento abstracto crea correspondencias espontáneas entre un sentido y otro.

Por ejemplo, en el experimento del psicólogo Andrew Meltzoff, un bebé es capaz de reconocer visualmente un chupete que antes solo había podido tocar.

Luego del mecanismo de correspondencias sensoriales, Sigman se enfoca en el sistema espejo. Otra herramienta que emplean los niños para comprender el mundo a su alrededor.

Básicamente, el cerebro tiene un conjunto de neuronas espejo encargadas de cifrar gestos, ya sean propios o ajenos. En ambos casos, la información se procesa de la misma forma.

De nuevo, en otra prueba de Meltzoff, se evidencia que los bebés tienen la habilidad de asociar los gestos de otras personas con sus acciones propias, a través de la imitación.

Contrario a estas dos habilidades, que funcionan desde los primeros días de vida, Sigman destaca que los neonatos carecen de control inhibitorio.

Es decir, su sistema ejecutivo no está desarrollado por completo. No son capaces de frenar un impulso, o replantear una acción ya planeada.

En consecuencia, los bebés dan la impresión de no entender los conceptos a su alrededor y tener un razonamiento poco sofisticado. Sus funciones ejecutivas son rudimentarias e interfieren con su habilidad para comunicarse.

El contorno de la identidad

Las decisiones que se toman a lo largo de la vida, moldean el contorno de la identidad de las personas, según expone Sigman. Casi siempre, estas resoluciones se definen sin tener la información completa.

Cuando es necesario tomar una decisión, el cerebro identifica primero cuáles son las opciones entre las que debe elegir. Después, inicia una votación para escoger la alternativa más adecuada.

Los sentidos proporcionan información que es procesada por el cerebro y se convierte en votos. Los cuales pueden ir a favor, o en contra, de cada una de las opciones. 

Posteriormente, la votación concluye cuando se ha recogido la cantidad suficiente de datos para tomar una decisión.

En ese caso, el autor explica que el cerebro debe realizar un cálculo entre el tiempo disponible para decidir y el precio de equivocarse. De esa forma, sabe hasta qué punto puede alargar la votación.

Todas las decisiones se clasifican en dos categorías principales: racionales e intuitivas. 

Una elección racional es aquella deliberada, y para la cual se tienen buenos argumentos. En cambio, una corazonada es una decisión inexplicable que parece dictada por el cuerpo.

Esto ocurre porque los sentidos reúnen información emocional, y cuando los datos son decodificados se produce una respuesta física en el cuerpo. Por ejemplo, aumento del ritmo cardíaco, incremento de la transpiración y segregación de adrenalina.

Por cada decisión que se toma, el cerebro establece una creencia sobre el resultado que se obtendrá. Esta puede ser de confianza, o de duda.

Sigman plantea que, el modo como los individuos edifican su confianza es un rasgo distintivo de sus personalidades. No obstante, el contorno de la identidad es confuso. 

Es posible ser optimista y pesimista al mismo tiempo. Especialmente, a lo largo de la adolescencia, cuando la corteza prefrontal no se ha desarrollado por completo y la capacidad de controlar los impulsos es menor.

La máquina que construye la realidad

Para Sigman es importante aclarar el misterio sobre “¿cómo nace la conciencia en el cerebro y cómo nos gobierna el inconsciente?”.

El estudio de la conciencia se basa en tres ideas enlazadas. En primer lugar, prácticamente todas las tareas desarrolladas dentro de la mente son inconscientes. 

Por lo tanto, el inconsciente es quien en realidad dirige todas las acciones. 

Mientras que la conciencia debe hacerse cargo de las reacciones generadas por el inconsciente. Aunque no es la causante de las acciones, todavía puede actuar sobre ellas y decidir si se ejecutan, o no.

Gracias a una versión más actual del experimento de Benjamin Libet, fue posible descubrir que existe un período de diez segundos desde que el inconsciente toma una decisión, hasta que esta es visible para el consciente.

Una vez que la resolución aparece en el registro de la conciencia, es posible manipularla o frenarla.

El cerebro tiene la capacidad de monitorear y controlarse a sí mismo, tanto en el inconsciente como en el consciente. 

Sigman sugiere que, además de avisar a la corteza motora sobre las acciones que debe ejecutar, el cerebro también envía una señal para sí mismo. Lo hace con la intención de prepararse.

Otro aspecto también crucial para comprender cómo nace la conciencia, consiste en explicar qué ocurre dentro del cerebro en el instante en que es consciente de cierto proceso.

Básicamente, las neuronas responden con intensidad a algunos estímulos que llegan desde los sentidos. Entonces, 300 milisegundos después el cerebro libera una ola de actividad, que supera los límites de las regiones cerebrales a cargo del procesamiento sensorial.

Esta ola de actividad cerebral debe ser masiva, es decir, extenderse a lo largo de todo el cerebro. Al mismo tiempo, los distintos módulos de procesamiento necesitan sincronizarse en función de las actividades que deben realizar.

Sin embargo, la sincronización no es posible sin la participación de tres estructuras cerebrales que propagan la información. Estas son:

  • La corteza frontal, encargada de supervisar toda la actividad.
  • La corteza parietal, con la habilidad de cambiar el tránsito de la información de un módulo al otro.
  • El tálamo, que sirve como puente de comunicación entre todas las cortezas del cerebro.

Los viajes de la conciencia

Existen situaciones especiales en las que la conciencia se puede apagar, o esfumar. Esto ocurre durante el sueño, o cuando el cuerpo es puesto bajo anestesia. También sucede en pacientes en estado de coma.

A lo largo del sueño, la conciencia se desconecta del cuerpo. Toda la química cerebral se altera, porque las neuronas que controlan los movimientos de los músculos son reprimidas.

Si las neuronas motoras no se inhiben, el cuerpo continúa conectado al cerebro y la persona puede actuar durante el sueño.

De igual modo, es posible que ocurra un problema de sincronización con el cuerpo al regresar al estado de conciencia. Esto se conoce como parálisis del sueño. El cerebro es consciente, pero no tiene control sobre sus funciones motoras.

Sigman explica que, el cerebro no se apaga mientras se está dormido ni en ningún otro momento, solo al final de la vida.

Uno de los objetivos del sueño es permitir la limpieza de los desechos que quedan del metabolismo cerebral. 

Al mismo tiempo, las distintas fases del sueño son necesarias para trabajar algunos elementos del mecanismo cognitivo. Por ejemplo, durante la etapa de ondas lentas el cerebro reexamina patrones neuronales utilizados en el día.

Esta tarea ayuda a intensificar las uniones entre las neuronas de las dos regiones cerebrales que conforman la memoria.

Otra fase del sueño con un rol cognitivo fundamental es el período REM, ya que el cerebro es capaz de crear conexiones neuronales diferentes, o volver a emplear rutas que ya existían.

Sigman opina que, el estado de actividad cerebral que se experimenta al dormir, puede ser una ventana para comprender mejor el funcionamiento de la conciencia. 

Cuando esta se desvanece, el cerebro puede afianzar la memoria desde el inconsciente. Además de dar paso al pensamiento creativo y aprovechar la oportunidad de construir nuevas rutas neuronales.

El cerebro siempre se transforma

El autor da inicio a este capítulo con la interrogante “¿Qué hace que nuestro cerebro esté más o menos dispuesto a cambiar?”.

A veces, las personas tienen dificultades para expresar claramente cosas que ya conocen, o información que ya dominan.

La razón es que el cerebro necesita incluir la práctica como parte de su estrategia para asimilar destrezas técnicas y aprender conceptos.

Para Sigman, este es uno de los principales motivos por los que falla la pedagogía. La segunda parte de su hipótesis implica que se suele enfocar la atención de la persona que aprende solo en los fragmentos que ya domina, y no en cómo usarlos en conjunto para resolver un problema nuevo.

Por otro lado, el autor también expone uno de los conceptos fundamentales sobre cómo aprende el cerebro, a través de un ejemplo sencillo:

Un bebé que quiere alcanzar un objeto no puede hacerlo, porque todavía no hay una ruta neuronal entre los circuitos motores y los músculos de su brazo. 

Entonces, desde el inconsciente practica distintos comandos neuronales hasta dar con aquellos que sí funcionan, y logra ejecutar la acción.

Después de practicar muchas veces, no es necesario revisar todos los comandos, porque el cerebro ya ha identificado cuáles son los correctos.

La corteza cerebral se divide en dos partes: 

En primer lugar, está el sistema dorsal que se caracteriza por estar muy ligado a la conciencia y la ejecución de acciones, ya que incluye las cortezas parietal y frontal.

Luego se tiene el sistema ventral, vinculado a los procesos automáticos e inconscientes, donde el cerebro funciona de forma rápida y haciendo cálculos paralelos.

Con esto en cuenta, Sigman apunta que mientras el individuo se encuentra en el proceso de aprendizaje, el sistema dorsal es quien se encarga de realizar el esfuerzo.

Posteriormente, cuando la persona ya ha adquirido destreza la parte dorsal se apaga, y la actividad cerebral se concentra en el sistema ventral. Esto significa que ejecutar una acción ya no implica esfuerzo para el cerebro.

Cerebros educados

Mariano Sigman cree que es el momento indicado para utilizar lo que la neurociencia ha expuesto sobre el funcionamiento del cerebro, con intención de mejorar los procesos de enseñanza en las aulas de clases.

Por ejemplo, estudiar los cerebros de niños con dislexia, sirve de modelo para entender cómo la neurociencia resulta bastante útil para la pedagogía.

Es posible observar con atención esta dificultad, y definir cómo trabajar con respecto a ella, por medio de metodologías más efectivas.

Desde otro punto de vista, la neurociencia también es ventajosa para identificar la dislexia a una edad temprana. Pues, un diagnóstico precoz es fundamental para tener un mejor pronóstico.

Otro aspecto que también ha aclarado el estudio del cerebro, es que no es posible predecir sin errores qué niños desarrollarán la dislexia. Solo se puede calcular la predisposición.

Si los docentes saben de antemano que alguno de sus alumnos podrían presentar dificultades para aprender a leer, tienen la oportunidad de prepararse mejor para abordar el problema.

El autor también señala otra ventaja de comprender el funcionamiento del cerebro, al momento de enseñar a otras personas. Se refiere al marco del pensamiento. 

Explicado de forma sencilla, en el interior del cerebro cada persona guarda una reconstrucción propia de la realidad. Al recibir los conocimientos de un docente, el estudiante los asimila en un marco conceptual diferente.

En ese sentido, la educación se vuelve más efectiva cuando los educadores comprenden que deben traducir la información a otro lenguaje de pensamiento.

Notas finales

"La vida secreta de la mente" señala varios conceptos erróneos que se han manejado sobre el cerebro y su funcionamiento. Mariano Sigman aprovecha la oportunidad para presentar evidencia científica que desbanca estos mitos.

De esa forma, describe cómo trabaja el razonamiento de los bebés, que resulta mucho más sofisticado de lo que suelen creer los adultos. 

También explica el alcance y la influencia del inconsciente sobre todas las decisiones, o acciones, que llevamos a cabo desde la conciencia. 

Sigman expone de manera simple el funcionamiento de una de las máquinas más complejas, mientras se realizan dos actividades comunes: tomar decisiones y aprender.

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¿Quién escribió el libro?

Tiene un Doctorado en Neurociencia, de la Universidad Rockefeller ubicada en Nueva York. También cuenta con estudios en Ciencia Cognitiva del Collège de France (Colegio de Fran... (Lea mas)

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