La vida de Mercedes Sosa Reseña crítica
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La vida de Mercedes Sosa - reseña crítica

La vida de Mercedes Sosa Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
12min Personalities

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 

Editorial: 12min Originals

Reseña crítica

“La Negra Sosa”, “La voz de Latinoamérica”, “La voz de aquellos sin voz” son algunos de los apodos de Mercedes Sosa, la gran cantora argentina, una mujer que con su voz de trueno retumbó en miles de corazones alrededor del mundo. Su compromiso con los más vulnerables la puso en la mira de sus detractores. Esta es la historia de su vida.

El primer canto

Un 9 de julio de 1935, en San Miguel de Tucumán (Argentina), nace Haydée Mercedes Sosa. Era hija de un obrero de la industria azucarera y una lavandera que trabajaba para familias acomodadas.

Aquella niña que había nacido el mismo día de la independencia argentina viviría su infancia en un hogar de bajos recursos.

Aunque su nombre iba a ser Marta, su padre lo “olvidó” cuando fue a inscribirla al registro civil. A pesar de ello, así fue como su madre y todos en la familia la llamaron siempre.

Marta, quien más adelante sería reconocida como Mercedes Sosa, contaba que la primera vez que había cantado en público había sido a sus 15 años, cuando la directora de su colegio la designó como voz principal para cantar el himno nacional.

A pesar de su pánico escénico, cantó con tal fortaleza que sus compañeras de clase quedaron impresionadas y la motivaron a participar en un concurso en la radio LV12 en el cual cantó bajo el seudónimo de Gladys Osorio, para que sus padres no la descubrieran.

Cuando la joven Mercedes terminó de cantar “Triste estoy” de Margarita Palacios, el dueño de la radio le dijo que daba por terminado el concurso y que ella era la ganadora indiscutible.

Durante su juventud, la cantora siguió presentándose en la radio, en eventos a favor de peronismo y en circos. Mercedes aprovechaba cada oportunidad que se le presentaba en su camino.

A sus padres nunca les gustó la idea de que su pequeña Marta se dedicara a la vida artística, bohemia y llena de excesos, pero ella mantuvo su convicción.

“En Mendoza está mi felicidad”

Cuando pasó la franja de los 20 años de edad, Mercedes Sosa se hallaba en una relación amorosa con un chico llamado Enrique, un joven con el que ya tenía fecha de casamiento. No obstante, su corazón latería por alguien más.

En un evento folklórico, Sosa conocería a Oscar Matus, un músico y compositor que, según Mercedes, era el “autor de las canciones más hermosas que podía cantar”. La impresión que dejó Matus en Mercedes fue tal que ella suspendió la boda y se mudó a Mendoza con él.

Con Matus se casaría a la edad de 22 años, y un año después tendría a su primer y único hijo: Fabián. Fue su esposo el que la ayudó a grabar sus primeros discos, cuyas canciones hablarían de los desamparados, los trabajadores, los sufridos, temas que estarían en el canto de Mercedes durante el resto de su vida.

Fue en Mendoza donde se originó el Movimiento Nuevo Cancionero, que funcionaba a la perfección gracias a las letras del poeta argentino Armando Tejada Gómez, las melodías de Matus y la voz incomparable de Sosa.

El fin de este movimiento era integrar la diversidad regional del país y eliminar el convencionalismo. La base sería el diálogo y el intercambio con artistas de movimientos similares por toda América Latina.

Aquel movimiento se convirtió en la biblia y la ley para muchos cantautores latinoamericanos.

Sus primeras canciones como artista independiente, su vida familiar, el Nuevo Cancionero y los paisajes montañosos de Mendoza se arraigaron en lo profundo del corazón de Sosa, quien expresó: “En Tucumán están mis raíces, en Mendoza está mi felicidad…”.

Instalada en aquella provincia argentina, la Negra tuvo que viajar varias veces a Montevideo, capital de Uruguay, para presentarse en Radio El Espectador y Canal 12. La cantora nunca olvidó el cariño que les mostraron en el país vecino.

A medida que ganaba popularidad, en Buenos Aires ocurría un fenómeno catalogado como el “Boom del folklore”, un suceso que llevaría a las grandes ciudades como Buenos Aires la cultura étnica de Argentina en contraposición a la cultura europea.

El boom le otorgó a Sosa la oportunidad de lanzar su primer álbum, “La voz de la zafra”, donde se hallaban canciones que fueron el resultado de la colaboración con Matus y Tejada Gómez. La canción “Nocturna”, de especial importancia para la artista, hablaba de su primer encuentro con Oscar Matus, de quien se separaría luego de 8 años de matrimonio.

Canción del derrumbe indio

La separación de su esposo, que ella consideró un abandono, la dejó en una situación económica y emocional compleja. Su hijo, de apenas 7 años, era ahora su único compañero, y lo sería para toda la vida.

El traumático evento hizo que Sosa se mudara a Buenos Aires, donde grabó su segundo disco “Canciones con fundamento”, que en aquel momento pasó inadvertido. Cuando todo se veía cuesta arriba para Mercedes, un evento inesperado cambió por completo su vida.

En 1965, días antes de cumplir los 30 años, en la provincia argentina de Córdoba, se llevaba a cabo el 5to. Festival Folklórico de Cosquín. El festival se había consagrado como la meca del folklore en Argentina.

Durante las presentaciones y sin el permiso de los organizadores, el músico Jorge Cafrune hizo subir al escenario a Sosa, expresando lo siguiente: “Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido la oportunidad de darlo y, aunque se me arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa”.

“La canción del derrumbe indio” de Fernando Figueredo fue la que escogió la artista para interpretar frente a un público que estalló en aplausos una vez que la cantora concluyó su actuación.

Se convirtió en la sorpresa del festival, atrayendo miradas, vítores y comentarios. No obstante, su aspecto sencillo y la fuerte carga ideológica de la canción, que trata sobre la conquista española sobre los indígenas, fue motivo de críticas y discriminación por parte de las autoridades.

Incluso el locutor de mayor trayectoria en el festival, Julio Ernesto Mahárbiz, dijo: “¿Quién es esa mina con pinta de sirvienta? ¿Qué hace acá?”. Para Mercedes, el rechazo venía por una razón en particular: la tildaban de “comunista”.

A pesar de las críticas de unos pocos, el éxito que trajo la presentación de Mercedes le valió que el sello discográfico PolyGram, para aquel entonces perteneciente a la famosa marca Philips, le ofreciera grabar su tercer álbum: “Yo no canto por cantar”.

Para Sosa, la tercera fue la vencida, pues con este álbum comenzó a cosechar la fama que la haría reconocida en todos los rincones del mundo. Se fue de gira a Estados Unidos y Europa, dándole un nuevo color con su voz a canciones como “Zamba para no morir” y “Zamba azul”.

En 1969 realizó su primera presentación en Chile, donde grabó un disco dedicado a dos cantantes chilenos: Violeta Parra y Víctor Jara. En el lado A, dedicado a la cantautora chilena, Sosa interpretó la mítica canción “Gracias a la vida”, que se convertiría en una pieza icónica en su carrera musical.

En muchas ocasiones, Mercedes dejó en claro su admiración por la cantante chilena, a quien considera una de sus mayores inspiraciones. Motivada por ello, colaboró con el Gobierno chileno de Salvador Allende en el disco “Homenaje a Violeta Parra” que alcanzó enorme éxito en Latinoamérica.

Unos años más tarde, en 1970, la argentina grabó  “Canción con todos”, uno de los himnos no oficiales de América Latina.

La voz de los sin voz

Su origen humilde, la interpretación de canciones de alto contenido político cuyos protagonistas eran los marginados, su clara posición política y el apoyo a gobiernos de izquierda hicieron a Mercedes una mujer que inspiraba a unos y generaba repudio en otros.

Mientras aquellos con su misma ideología la veían como un referente del espíritu de izquierda, el bando contrario la consideraba una propagandista del comunismo. Sin embargo, ambas partes coincidían en algo: la voz y la emoción de Mercedes era magnífica en cada interpretación.

Sin embargo, para el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, la dictadura cívico-militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983, Mercedes Sosa representaba un peligro, un personaje que le daba difusión a la ideología marxista y realizaba presentaciones con canciones de protesta.

El 20 de octubre de 1978, en la ciudad de La Plata, Sosa fue detenida en pleno recital, junto a su hijo y a su guitarrista Colacho Brizuela. La cantora pasó 18 horas encerrada soportando los insultos de los policías.

La presión nacional e internacional tras la aprehensión de Sosa ayudó a su liberación, pero marcó su despedida momentánea de Argentina. Mercedes se exiliaría a Europa.

Su ida de Latinoamérica no detuvo su lucha por las causas sociales. Su arma era, por supuesto, su canto, cantar sin miedo a nada. Aquella mujer de Tucumán era la voz de los sin voz.

En una entrevista declaró: “Si te matan, ya sabrá el matador el castigo que tendrá porque un artista sobre el escenario está totalmente indefenso. No hay manera de salir a cantar con un revólver en la mano. Además, yo no mataría a nadie. Prefiero que me maten antes que tener que matar”.

Durante su estancia en Europa no dejó de hacer música, grabó su álbum “A quién doy”, y realizó múltiples presentaciones. Sin embargo, la vida de Mercedes no era fácil; un año antes de irse de Argentina, su segundo esposo Pocho Mazietelli había muerto.

La huida de su país natal, perder a su compañero de vida y encontrarse lejos de sus seres queridos la hicieron pensar en el suicidio como una opción. Pero Mercedes quería volver a Argentina y tocar una vez más.

Gracias a la vida

La voz de Latinoamérica volvió a su región, a su país natal, en 1982, cuando la dictadura comenzaba a decaer. Sosa decidió realizar varios recitales en el Teatro Ópera de Buenos Aires.

Todas las presentaciones fueron a sala llena, y no solo estuvieron invitados artistas folklóricos, sino también rockeros como Charly García y León Gieco. Allí fueron interpretadas canciones como “Solo le pido a Dios”, “Sueño con serpientes”, “Cuando yo me empiece a quedar solo” y muchas más.

Aquellos recitales fueron en sí mismos una acción en contra de la dictadura. Para Mercedes Sosa fue uno de los conciertos más emocionantes, evitaba mirar al público para no echarse a llorar.

Fue en 1983, con el regreso de la democracia, que pudo volver a vivir en su país y grabó el álbum “¿Será posible el sur?” con canciones como “Todavía cantamos” y “Todo cambia”. Su consagración como cantora llegó en 1990, elogiada tanto en América Latina como fuera de ella.

Participó en varias ocasiones del Festival Viña del Mar, aunque su última experiencia fue negativa, puesto que fue elegida para ser jurado pero muchos artistas se negaron a participar por no aceptar ser juzgados por una artista extranjera. Mercedes debió renunciar.

Durante su carrera, logró hacerse con galardones como los Premios Gardel y los Grammy Latinos en categorías como “Mejor Álbum Folklórico” y “Excelencia Musical”.

Mercedes Sosa se mantuvo fuerte en sus convicciones políticas, no presentándose en lugares o países donde gobernaran dictadores o políticos que estuvieran en contra de las reivindicaciones sociales, como el expresidente chileno Pinochet o Antonio Bussi, exgobernador de la provincia de Tucumán.

Mercedes se definía a sí misma como cantora, pues cantante es el que puede y cantor el que debe, mostrando así el compromiso que tenía “La voz de América” con su lucha social.

Tras su muerte en 2009 por una falla renal, a través de su repertorio de canciones que siguen sonando, la voz de América se mantiene viva con la música que supo darles voz a los que no la tenían.

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