La vida de Guillermo del Toro Reseña crítica
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La vida de Guillermo del Toro - reseña crítica

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12min Personalities

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 

Editorial: 12min Originals

Reseña crítica

Director, guionista y creador de criaturas aterradoras, misteriosas y entrañables. Guillermo del Toro es conocido por su ingenio y su poder para trasladar a quienes ven sus películas hacia mundos fantásticos llenos de imaginación. 

Una infancia entre monstruos

En una familia profundamente católica y de clase media, nació el 9 de octubre de 1964 Guillermo del Toro Gómez. Un niño de ojos azules, delgado y tan blanco que parecía albino, totalmente diferente al resto de sus amigos de su ciudad natal Guadalajara, México. 

Cada vez que Del Toro hace mención de su infancia recuerda miles de escenas, algunas espeluznantes, otras tiernas, pero todas increíbles. Como aquel momento en el que su padre ganó la lotería y que cambiaría muchas cosas de su entorno. 

Parte del dinero que su padre obtuvo fue a parar en una librería con clásicos de la literatura, y que el niño devoraba a un paso demencial. Guillermo, cuyos ávidos ojos repasaban páginas, pasaba la mayoría del día leyendo cuentos, comics, admirando obras de arte y aprendiendo las partes del cuerpo humano. 

Uno de los instantes que marcaron la niñez de Guillermo del Toro fue aquel en el que, viendo una serie de televisión, un mutante calvo y de ojos enormes le dio un susto tan grande que años después su terapeuta le aseguraría que producto de ello creó una especie de síndrome de Estocolmo.

Las noches de sueño no eran sencillas para el niño, quien constantemente tenía sueños en donde podía ver claramente cómo criaturas rodeaban su cama. Él, a pesar de estar aterrorizado, les pedía permiso para ir al baño y no orinarse encima. 

Pero algunos monstruos viven dentro de los seres humanos. Guillermo tuvo que soportar el bullying de sus compañeros de clase, que muchas veces le dejaban moretones que escondía bajo la ropa.

Las lecciones religiosas de su abuela también le perturbaban, muchas veces la anciana mujer colocaba chapas en los zapatos de Guillermo para que expiase sus pecados a través del dolor y la sangre.

Una vez que llegó a la pubertad, Del Toro no siguió las reglas impuestas por los adultos, ni la salvaje brutalidad con la que se divertían los niños. Desafiaría ambas, una abrazando a sus monstruos y la otra devolviendo los golpes. 

El significado del amor

Tres películas marcaron la vida de este director de manera tan significativa que la mayoría de sus obras fueron un reflejo o una reinterpretación de lo visto. “El monstruo de la laguna negra”, “El fantasma de la ópera” y “Frankenstein” se convirtieron en sus obsesiones. 

Una escena de “Frankenstein” mostraba cómo una pequeña niña jugaba a regalarle flores a un inocente monstruo, sin inmutarse ni asustarse por su apariencia. El mensaje llegó al corazón del director de tal manera que él aseguró que era una imagen que mostraba el significado del amor. 

“Todo mi cine no es más que una aspiración a, algún día, lograr que otros sientan lo que yo sentí al ver esa escena”, exclamó Guillermo haciendo referencia a la mítica escena que quedaría impresa en su retina.

La pasión por los monstruos, por el cine y por contar historias fantásticas se adueñó de la cabeza de Guillermo que, poco a poco y con el apoyo de sus padres —que lo dejaban hacer lo que quisiera—, comenzaba a dar sus primeros pasos como artista. 

La necropsia de un pesado

La actitud y el carisma de Guillermo durante sus años de secundaria y adolescencia cambiaron drásticamente el, ya vago, recuerdo del débil y enclenque niño que una vez fue. Ahora era un joven grande y con la confianza suficiente para reírse de todo. 

A los 13 años, cuando cursaba la secundaria en el Instituto Ciencias de Guadalajara, hizo su primera filmación con una cámara prestada por su profesor Daniel Varela Acosta. 

Se trataba de un plano secuencia donde una mano llena de una sustancia viscosa verde, parecida al slime, salía de un retrete. El corto, denominado “Pesadilla 1”, fue elogiado en el festival del colegio. 

El travieso Guillermo, que no paraba de hacerle bromas a sus compañeros del bachillerato, le había agarrado el gusto tanto a filmar como a decir bromas pesadas. Uno de sus mejores amigos, Rigoberto Mora, lo denominó como “un pesadito”. 

Compartía el humor negro y retorcido, algo que caracterizaría a muchas de sus películas. A pesar de que sus palabrerías podían ofender a muchos, sus bromas calaban bien en la mayoría de espectadores, que reían a carcajadas. 

Pero lo pesado no es lo único por lo que la personalidad de Del Toro es conocida, muchos de sus allegados coinciden que el director es mal hablado. Su fuerte nunca fue el arte del buen hablar, y muchos se sorprenden al ver como alguien con tal defecto haya llegado tan lejos. 

Una muestra de ello era cada vez que alguien le preguntaban qué era el cine, a lo que el director respondía: “el cine es como un sandwich de excremento. A veces hay más o menos pan, pero siempre te toca el excremento”. 

Fue con su amigo Rigoberto Mora que inició su propia empresa de efectos especiales y maquillajes, llamada Necropsia. El trabajo del dúo dinámico era crear efectos especiales para la televisión, películas, así como elaborar máscaras o maquillajes escalofriantes.

Aun así, Del Toro consideraba la tarea en Necropsia monótona y prefirió experimentar con cortos. Muchos de ellos protagonizados por su madre, la actriz Guadalupe Gómez, de quien asegura sacó su faceta creativa. 

Uno de los momentos más particulares en la juventud de Guillermo del Toro, fue cuando conoció a otro director mexicano dos veces ganador del Óscar, con películas como “Gravity” y “Roma”, Alfonso Cuarón. 

Ambos coincidieron en un despacho de una productora e hicieron amistad de inmediato al compartir el gusto por Stephen King. Cuarón, quien había debutado como director en la serie de televisión “Hora Marcada”, recibió una fuerte crítica de Guillermo por su adaptación de uno de los cuentos del escritor norteamericano. 

Curiosamente, esto creó un fuerte lazo de hermandad que sigue manteniéndose hasta estos días. Otro director con el que hizo buenas migas fue Alejandro González Iñárritu, reconocido internacionalmente por ganar el Óscar a mejor director con “Birdman”.

En la actualidad, los tres directores son conocidos como el trío de amigos. Tres profesionales que comparten el amor por el cine, lo fantástico, la nacionalidad y los premios.

El salto al largometraje

Tras años de efectos especiales, maquillajes y cortos, Guillermo del Toro decidió dar un salto definitivo, entrar en el excitante caos de los largometrajes. “Cronos” (1993) fue la primera experiencia del director, una película que recordaba a aquel pasaje de “Frankenstein” que tanto marcó su infancia. 

La historia narraba la cotidianidad de un vendedor de muebles que un día descubre un objeto mágico que daba la eterna juventud a cambio de su humanidad. Al aceptar el trato, el hombre se convertiría en un vampiro. 

El sujeto poco a poco va perdiendo lo que le ataba a lo humano, y viéndose perdido, su último acto de redención se encuentra en su nieta, Aurora, una jovencita que no le juzga a pesar de sus rasgos monstruosos.

Aunque la entrada del mexicano al mundo de los largometrajes no sería tan aclamada, ya Guillermo mostraba grandes habilidades detrás de la cámara, lo que le permitió dirigir su primer film de Hollywood: “Mimic”, una película con un rodaje apoteósico sobre cucarachas gigantes. 

Tras películas como “El espinazo del diablo”, “Blade II” y “Hellboy”, Guillermo crearía una pieza cinematográfica que hasta el día de hoy expertos del cine la consideran como su mejor película y una obra de arte: “El laberinto del fauno”. 

En el film, Guillermo mezcla la historia de posguerra civil española con un mundo surreal donde personajes fantásticos como el fauno, hadas y el Hombre Pálido, le dan color. 

Sobre su mítica criatura, el Hombre Pálido, Guillermo aseguró que era un personaje más vivo que nunca, al ser una representación de la crueldad institucional: “No es accidental que sea pálido, ni que sea hombre”. 

“El laberinto del fauno” consagró la carrera de Guillermo dentro de Hollywood, al obtener seis nominaciones al Óscar, ganando mejor fotografía, dirección artística y maquillaje. 

Un friki de los videojuegos y el anime

En una entrevista, el director Alfonso Cuarón comentó que antes de ser amigo de Guillermo del Toro todo el mundo lo describía como un chico muy listo, divertido y muy, muy raro. 

El excentricismo de Guillermo es notable al ver sus creaciones, pero lo suyo no se detiene ahí. El director posee su propia casa embrujada, a la que denominó “Bleak House”, donde guarda valiosos objetos alusivos al cine y la literatura de terror. 

Bibliotecas repletas de libros sobre ocultismo, cuentos de hadas, mitología, novelas góticas, incluso relatos del autor H.P Lovecraft, cuya estatua tamaño real resguarda las estanterías. Este autor no es la única escultura que se deja ver en la casa encantada del mexicano.

Edgar Allan Poe sentado en un sofá, Frankenstein tomando un café, un vampiro mostrando su sed de sangre, esqueletos, faunos, y otras monstruosidades cubren cada rincón de la construcción que con facilidad podría llamarse museo.

La Bleak House es la guarida que cualquier friki adoraría y que Guillermo usa para inspirarse. El director considera que en ella encuentra tanto sus películas estrenadas como aquellas que están por ver la luz. Es como entrar en su mente creativa.

El terror no es lo único que atrae con intensa pasión a Del Toro, él mismo se considera un otaku empedernido, al ser fanático de los mangas y animaciones japonesas, sobre todo del mítico Miyazaki, creador de obras como “El viaje de Chihiro”, “Mi vecino Totoro”, “La princesa Mononoke”, entre otras.

En esta casa y en sus otros domicilios posee incontables tomos de mangas, libros de arte conceptual, y estatuillas como la de Akira, el protagonista de la famosa película futurista japonesa del mismo nombre. 

Los videojuegos, otros de los hobbies del mexicano, son de los que ha recibido más golpes. Guillermo ha buscado múltiples veces entrar en esta industria sin llegar a buen término. 

Su primer intento fue como director de un juego de horror llamado inSANE. Lamentablemente, la productora caería en bancarrota antes del lanzamiento del esperado juego. 

Luego de dos años desde la cancelación de InSANE, Konami publicaría el demo de un escalofriante juego denominado P.T. La reacción del público y la crítica fue extasiante. 

Se reveló que Guillermo del Toro estaba trabajando junto a un grande de los videojuegos, Hideo Kojima, para revivir Silent Hill, una de las mayores franquicias de juegos de terror. 

Al cabo de un año, Del Toro anunció su retiro del proyecto, se especuló que la causa fue la ruptura entre Konami y su desarrollador Kojima. 

La buena relación entre el japonés y el mexicano hizo que Kojima, al crear su propio estudio, invitara a Del Toro a ser el modelo de uno de los protagonistas de su próximo videojuego: Death Stranding. 

El amor no tiene forma

Del trío de amigos y directores mexicanos conformados por Iñárritu, Cuarón y Del Toro, Guillermo era el único que para el 2016 no había conseguido el tan anhelado Óscar. 

En el 2017 el director presentó en el Festival Internacional de Cine de Venecia la obra titulada: “La forma del agua”. La crítica quedó tan impresionada que le otorgó el León de Oro a mejor película. Muchos comentaban que era la mejor película del director desde “El laberinto del fauno”. 

La película, inspirada por “El monstruo de la laguna negra”, mostraba el fuerte vínculo emocional entre una mujer muda y un anfibio humanoide. Para Del Toro era el mensaje sobre el amor que siempre quiso transmitir, uno como el de la añorada escena de Frankenstein. 

La película fue considerada emocionalmente absorbente y con una visión del amor cautivante. Mientras que mostró al Guillermo de mente poderosamente creativa y de una ternura nunca antes vista. 

“La forma del agua” fue galardonada como la mejor película de los Óscar del 2018 e hizo merecedor a Del Toro del premio a mejor director. 

Aunque la carrera de Guillermo aún tiene mucho que dar, una frase que expresó durante una entrevista resume su filosofía: “El amor no tiene forma, el amor no tiene género, ni religión, rompe todo, y al igual que el agua, se mete por donde puede”. 

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