¿La rebeldía se volvió de derecha? - Reseña crítica - Pablo Stefanoni
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¿La rebeldía se volvió de derecha? - reseña crítica

¿La rebeldía se volvió de derecha? Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9789878010533

Editorial: SIGLO XXI MEXICO ARGENTINA

Reseña crítica

La nueva derecha dejó el ambiente under para tornarse mainstream. ¿Cómo lo consiguió? Con discursos incitadores, incorrección política, vínculos con los libertarios y una izquierda que perdió el rumbo hace ya tiempo. El autor Pablo Stefanoni analiza estos factores.

Introducción: Rebeldías de derecha

Son tiempos de cambios sociales muy vertiginosos. Haciendo un análisis inicial sobre la situación actual, Stefanoni cuenta que la derecha política se encuentra en una mutación hacia un nuevo rol.

“Estamos ante derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla”.

Esto no es nada nuevo. Ya había sucedido en las décadas de 1920 y 1930, cuando el mundo padeció la crisis de la democracia liberal.

En el panorama actual, ya no hay un “tironeo” claro entre la izquierda y la derecha por la democracia liberal. La izquierda se abrazó a la democracia representativa y al Estado de bienestar, o cambió a pequeños grupos sin incidencia alguna.

Mientras que las “derechas alternativas” vienen jugando a ser radicales. A través de discursos incitadores, disparan contra las élites, el establishment político y el sistema.

Esta situación se vio potenciada por la crisis del coronavirus, que sirvió para alimentar teorías conspiranoicas, protestas contra los confinamientos y las medidas de aislamiento social e incluso contra las vacunas.

Entre la incapacidad de la izquierda para no solo llevar adelante proyectos transformadores, sino siquiera imaginarlos, y el enojo de la gente por diferentes motivos, la derecha asaltó este nuevo rol.

Asimismo, la confusión reinante hizo que el progresismo se aferrara más al status quo. Tiene lógica: lo más sensato y seguro parece ser “defender las instituciones que tenemos, el Estado de bienestar que pudimos conseguir, la democracia y el multilateralismo”.

Más aún si vemos que “cambio” significa que gobierne un Trump, un Boris Johnson o un Bolsonaro. O que el pueblo vote a favor del Brexit. O que los avances tecnológicos vienen “uberizados”.

1. ¿El fantasma de qué derecha recorre el mundo?

El autor cita a la ensayista Anne Applebaum, que sostiene que un grupo de reaccionarios, nacionalistas y hasta desequilibrados han tomado la idea original del viejo liberal-conservadurismo que sostuvo el poder de Estados Unidos, y lo modificaron a conveniencia.

Lo cambiaron “por un tipo de aislacionismo sui géneris de un Donald Trump o un Boris Johnson”. Y lo lograron mezclándolo con una improvisación tosca pero astuta.

Quienes están detrás de esta idea son los referentes del “nacionalconservadurismo” occidental. Políticos, intelectuales, nacional-católicos, populistas de derecha y referentes de la extrema derecha judía.

Allí prevalece un discurso “en defensa de la ‘civilización occidental’ y del nacionalismo”, en contra de la “dictadura de Bruselas” y “las imposiciones de las élites cosmopolitas”.

Gran parte de ellos aborrece “el nuevo orden mundial de George W. Bush, el Tratado de Maastricht de la Unión Europea, la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia Europa del Este, la introducción del euro y otros elementos de un proceso de tres décadas de rápida globalización”.

El anticomunismo se había debilitado por la propia caída del comunismo. Pero este grupo vuelve a la carga porque, según ellos, el comunismo ha vuelto en forma de “marxismo cultural”.

En la actualidad, las derechas radicalizadas no son como antes. Ya no se rapan la cabeza ni utilizan borcegos. Tienen una imagen política más “respetable” y juegan en el terreno de la democracia.

Ahí cayeron las derechas moderadas, que tuvieron que radicalizarse para evitar la huida de votos hacia los sectores más inconformistas.

2. La incorrección política o el juego de los espejos locos

Para la derecha actual, el comunismo ya no existe como tal pero ha logrado mantenerse gracias a otros medios.

Es decir, el marxismo perdió la batalla de la economía y el socialismo real se cayó a pedazos, pero ganó la batalla cultural.

“Ese marxismo constituiría, para ellos, una constelación que va desde la socialdemocracia hasta la extrema izquierda y una de las manifestaciones de su victoria cultural se encontraría en la denominada “corrección política”, una forma de totalitarismo más disimulada, pero por ello más pérfida que el totalitarismo clásico”.

Al mismo tiempo, resulta una paradoja que la propia izquierda se sienta derrotada ante el capitalismo globalizado.

Stefanoni dice que quienes denuncian el “marxismo cultural” aseguran que la izquierda ganó batallas que ni siquiera sabe que ganó. Según ellos, logró infiltrarse en lugares claves del poder mundial.

¿Cuáles serían esos logros que obtuvo la izquierda sin ser consciente?

Uno es el de la “ideología de género”, que abarca la movilización de grupos feministas y LGBTI y acorde a lo que manifiestan los movimientos de derecha, necesita la intervención del Estado para su implementación. De ahí a que los gobiernos inviten a usar lenguaje no sexista o financien con recursos públicos operaciones de cambio de sexo.

El autor insiste con el concepto de que la transgresión viró de bando. “Es la derecha la que dice ‘las cosas como son’, en nombre del pueblo llano, mientras que la izquierda —culturalizada— sería solo la expresión del establishment y del statu quo”.

3. ¿Qué quieren los libertarios y por qué giraron a la extrema derecha?

Desde el año 2015, el economista Javier Milei viene instalando ideas libertarias en los medios de comunicación masivos de la Argentina.

Repasa tópicos libertarios, anti Keynes y anarcocapitalistas. Además, apunta directamente contra los políticos, a quienes llama “parásitos del Estado”. Esto es inusual en un país donde no se conocía tanto desprecio hacia el Estado.

Pero, ¿de dónde vienen estas ideas?

Stefanoni menciona a Murray Rothbard, un libertario estadounidense que es influencia de Milei y que resulta una figura clave para comprender el nexo entre los libertarios y la extrema derecha.

A principios de los años noventa, articuló las nociones libertarias y reaccionarias bajo el término “paleolibertarismo”.

Milei ha acaparado la atención de los jóvenes que admiran a Trump y Bolsonaro, que defienden la libertad de portación de armas y que se oponen a la legalización del aborto.

Aquí entra en juego otro referente de este grupo: Agustín Laje, más enfocado en la batalla cultural contra el feminismo.

Los libertarios de antaño solían creer que había que desprenderse del Estado y que cada uno era dueño de su vida. Las personas podían hacer con ellas mismas lo que quisieran.

Sin embargo, ahora ya no es más así. Los discursos libertarios se mezclan con los de la derecha. El puente entre los dos planteos coincide en “bregar por el fortalecimiento de las iglesias, familias y empresas como contrapeso del poder del Estado”.

4. El discreto encanto del homonacionalismo

Stefanoni recurre al concepto “homonacionalismo” —atribuído a la teórica queer Jasbir K. Puar— para analizar los nexos entre homosexualidad, nación, raza y clase.

Por ejemplo, Geert Wilders, del Partido de la Libertad de los Países Bajos, “agita los derechos homosexuales como un elemento de progreso occidental en la actualidad amenazado por el islam”.

Respecto a esto, el sociólogo Sébastien Chauvin alertó “sobre el nacionalismo sexual en general, es decir, sobre la manera en que los derechos de las mujeres o de los homosexuales pueden utilizarse desde una perspectiva xenófoba”.

En Europa Occidental se está utilizando la idea de “gran reemplazo” para explicar —desde la óptica de la derecha— que la población blanca “tradicional” está siendo relevada por grupos poblacionales no blancos. Muchos de ellos, musulmanes.

Siguiendo con este concepto, el autor del libro sostiene que “el término amenaza con extenderse y muchos europeos pueden ‘observar’ que están siendo ‘reemplazados’ cada vez que sienten que hay ‘muchos extranjeros’ en sus ciudades”.

Uno de los principales impulsores del “gran reemplazo” es el francés Renaud Camus, figura del submundo gay de entre los años sesenta y setenta, y socialista en los ochenta devenido en intelectual de la extrema derecha en la actualidad.

“Bajo mi punto de vista, el Gran Reemplazo es lo más importante que ocurre en Francia desde hace cuarenta años, es decir, el cambio de pueblo y de civilización”, señala Camus.

5. Heil Pachamama: ¿nave Tierra o bote salvavidas?

Utilizando como ejemplo a Austria, Stefanoni explica que ya no es una utopía que la derecha asuma la causa ecológica.

Allí, los jóvenes conservadores se aliaron a Los Verdes con el objetivo de enfrentar dos grandes temas: ambiente y fronteras.

Los Verdes se encargarían del primer aspecto y la derecha, del segundo.

Si bien la bandera ecológica siempre estuvo asimilada a la izquierda, es probable que ya no sea tan así.

“La doble crisis de la democracia liberal y del calentamiento global es, sin duda, un buen caldo de cultivo para el desarrollo de formas de pensar el ambiente en competencia con una ecología política asociada a visiones emancipatorias o incluso con la deriva más liberal y pragmática de varios partidos verdes”, explica el autor.

Como la crisis climática va a ir empeorando, el negacionismo de las derechas más tradicionales tendría que ir adaptándose.

Más allá de la división que representa este tópico dentro de la derecha, varios ya están decididos a dar un paso adelante.

Marion Maréchal y Marine Le Pen, nieta e hija de Jean-Marie Le Pen, ya se han pronunciado al respecto. En síntesis, las referentes de la derecha francesa han dicho que la ecología “debería ser una lucha natural de los conservadores”.

Epílogo: ¿Y entonces?

Ante el complejo panorama que presenta Stefanoni surge la pregunta de qué hacer frente a esto. Lamentablemente, no existe una única solución para todos los problemas existentes en relación al crecimiento de la derecha. 

“Hoy es claro que no es posible construir mayorías populares solo desde las viejas identidades de izquierda”, agrega el autor.

Además, el anticapitalismo no tiene antecedentes que puedan universalizarse y nadie quiere repetir la experiencia del socialismo real.

Y la izquierda no encuentra lugar entre los dos bandos reinantes en el mundo: “el (neo)liberalismo favorable a un capitalismo abierto, culturalmente progresista y globalizado, y una nueva derecha defensora de la soberanía nacional y de visiones antidemocráticas, xenófobas y reaccionarias”.

Para colmo, las clases obreras que tradicionalmente le dieron votos a la izquierda en Europa están cambiando para votar a la extrema derecha.

A pesar de todo esto, Stefanoni no ve una solución en convertir al antiliberalismo en una especie de identidad, porque se corre el riesgo de que la izquierda termine tomando ideas fascistas.

“El progresismo y la izquierda necesitan ofrecer, junto con imágenes transformadoras, otras tantas de seguridad y certeza”, concluye.

Notas finales

Este libro de Pablo Stefanoni muestra cómo actúa y analiza qué discursos tiene la derecha a nivel global.

Con la izquierda debilitada y carente de ideas novedosas, la derecha ha ganado espacio como una rama reaccionaria que dice lo que la gente común quiere escuchar.

De ahí el título “¿La rebeldía se volvió de derecha?”.

Donald Trump es la punta del iceberg de un movimiento que viene creciendo a medida que suma adeptos libertarios, cosecha votos en la clase obrera, se atribuye la lucha ecológica y le da guiños a la comunidad LGBTI.

Entender todo este contexto permite saber por qué ha ganado tantos adeptos en el último tiempo.

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¿Quién escribió el libro?

Periodista. Reparte su vida entre Buenos Aires y La Paz. Un viaje a Moscú luego de la disolución de la Unión Soviética encendió la llama para volcarse a la comunicación. Ha trabajado como corresponsal de los diarios Página 12 y Clarín e... (Lea mas)

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