Imposible hasta que se hace - reseña crítica

Conforme vayas oyendo este microlibro, sabrás todo lo que un joven, o no tan joven, puede hacer para lograr tener algún día el país que todos quisiéramos. Además de cómo encontrar tu propósito, aprovechar todo tu potencial para encontrar nuevas ideas y hacer que éstas sucedan.

Si bien el autor, Alfonso Aguirre, es mexicano y habla sobre su realidad, sus enseñanzas pueden ser tomadas por cualquier persona.

¡Atrévete a emprender el camino!

Nuevos comienzos

El autor comienza contando que cuando empezó sus estudios estaba 100% seguro de que alguien de 19 años podía cambiar el mundo. Y lo sigue estando. Aunque también sabe que lograr un cambio es difícil, tanto en la escuela como en el gobierno y las empresas. Pero luchar por algo en lo que crees siempre va a valer la pena.

El autor encontró una frase para hacer que sucedieran las cosas que había estado planeando sin que nada lo detenga: “Hecho es mejor que perfecto”. Estas palabras resumen cabalmente lo que él sostiene en todo el libro: se necesita gente decente discutiendo y arreglando los problemas de los países.

El triunfo de López Obrador en 2018 marcó a México, ya que ganó la candidatura a presidente con más del 50% de los votos, algo que nunca había pasado en toda la historia del país.

El autor sostiene que no todo depende del presidente. Está el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Los gobernantes son tus representantes. Pero si no saben lo que tú quieres porque no lo manifiestas, y además saben que no los estás vigilando, están en completa libertad.

Los ciudadanos no se han animado a participar en organizaciones, ni a vincular las universidades con la iniciativa privada, ni a elegir una causa y luchar por ella. Aguirre hace una invitación constante a tomar cartas en el asunto, y a dejar de criticar cualquier error y a cualquier persona que intente hacer algo.

El reto más grande, justo ahora, para todos los mexicanos, es aprovechar la esperanza de cambio y convertirla en la herramienta más poderosa para lograrlo: la participación ciudadana.

El autor tiene muy clara la razón por la que ganó López Obrador: había enojo con los dos partidos hasta ahora en el poder por no haber entregado los resultados que prometieron. Con ambos partidos hubo avances, sí, pero las expectativas de los mexicanos ya no son bajas.

Fue muy difícil para el autor decidir por quién votar. Odia tener que elegir al menos peor. Pero afirma que esto se va a acabar cuando nos decidamos a participar activamente en las decisiones del país. Cuando exijamos. Cuando marchemos. Cuando nos organicemos. Y, sobre todo, cuando todos estemos abiertos a lanzarnos por algún cargo público.

Cuando lo hagas, da tu mejor esfuerzo. Tu trabajo y tu desempeño no tiene que ser perfecto. Solo sé valiente. Amable. Y resiliente. Ese día va ser increíble. Ya no se va a tratar de elegir al menos peor. Se va a tratar de una difícil decisión para elegir al mejor.

Primeros pasos

Aguirre comenzó estudiando la carrera de ingeniería industrial y sistemas. Formó una organización estudiantil con el propósito de que los alumnos participaran activamente en las decisiones de la facultad. Y lo logró: una vez que se inscribían a “Voz Joven” se hacían parte de algo, y cuando terminaban buscaban alguna otra actividad en otro grupo político.

No duró mucho su participación en esa carrera, ya que al poco tiempo se dio cuenta de que quería estudiar Relaciones Internacionales. También, por primera vez, dividió su tiempo en solamente dos cosas: escuela y trabajo.

Ese primer trabajo fue en el gobierno municipal de la ciudad de Coahuila. Aquella experiencia le mostró que el Gobierno se maneja constantemente con técnicas y costumbres muy antiguas.

Tiene la certeza de que hacen falta jóvenes y de que ellos harán una gran diferencia. De ser oficinas aburridas y burocráticas pueden pasar a ser espacios colaborativos, eficientes y centrados en los ciudadanos.

Nadie va a poder resolver los problemas de esta época con estructuras antiguas. Esto se refiere a usar la tecnología para mejorar las ciudades, facilitar las cosas, mejorar la comunicación, ser más transparentes y tomar mejores decisiones.

“La regla de los cinco segundos” que nos acerca el autor trata sobre cómo, cuando queremos hacer algo, nuestro cerebro empieza a pensar en razones para no hacerlo.

La próxima vez que quieras hacer algo, haz una cuenta regresiva en tu cabeza. Como si fueras a lanzar un cohete: cinco, cuatro, tres, dos, uno. ¡Hazlo!

Esa simple cuenta regresiva distrae a tu cerebro de pensar en los posibles peligros, en los miedos o en los posibles obstáculos. De nada sirve que tengas buenas intenciones si no hay buenas acciones.

Poco a poco, el autor se fue dando cuenta de otra cosa: si estás ahí, es porque perteneces ahí. Es tu trabajo decir las cosas y hacer que funcionen lo mejor posible.

Siempre va a ser una buena estrategia hablar y decir todo lo que piensas. Ese es tu valor agregado. Tu experiencia y todo por lo que has pasado van a definir tus ideas. ¡Y se necesitan! Por eso alguien confió en ti para que estuvieras ahí. Si estás en un equipo, es tu trabajo hacer que pasen las cosas lo mejor posible.

Aguirre fue dos meses a estudiar a Polonia. En la Universidad de Varsovia tuvo a los maestros más inspiradores. Estudiaron temas como multiculturalismo, migración y derecho internacional.

Allí descubrió que el 51% de la población mundial tiene menos de 30 años. Pero de los miles de congresistas, representantes y personas con algún cargo público, solamente el 2% tiene esa edad.

El viaje a Corea

En otra oportunidad, el autor viajó a Corea a estudiar unos meses. Luego de que en una clase el maestro preguntara quién creía que participar en política era malo, y todos menos Aguirre levantaron la mano, el autor del libro les preguntó a sus compañeros el porqué de esa respuesta.

Le explicaron que no es lo mismo que no te gusten los políticos que no participar y estar informado. No confiar en ellos ha hecho que los vigilen y les exijan más. Y le recordaron lo que había pasado justo antes de que él llegara: habían destituido a la presidenta Park por un caso de corrupción.

Los coreanos han vivido bajo la cultura de “menos es más”. Esa forma de pensar está presente en todos lados. Se han sentado a hacer planes y se han enfocado en lo importante, en lo eficiente. Y se han mantenido concentrados en terminar los pasos o las etapas de ese plan.

La sorprendente y rápida recuperación de la guerra que tuvo Corea a partir de la década de los 60 fue gracias a la mejor inversión que hicieron. Siendo un país con extrema pobreza, y donde casi el 80% de su población no sabía leer ni escribir, apostaron todo a la educación.

En la década de los noventa, el 93% de los coreanos ya sabían leer y escribir. Además, se generalizó la idea de que para lograr ser parte de la clase media había solamente dos caminos: estudiar una carrera profesional y obtener un título, o enlistarse en una carrera militar. Ahora son de las mejores economías del mundo.

El autor sostiene que México sería muy diferente si los gobiernos tuvieran como eslogan algo que motivara a tener grados de estudios más altos y campañas enfocadas en hacer que la educación también sea la prioridad de los ciudadanos.

Después de esa época de rápido crecimiento económico, en 1997 hubo una crisis en todo el continente asiático. Corea no se salvó.

El gobierno hizo recortes al gasto público, se produjo una reestructura industrial y comercial, se cerraron negocios y empresas que no estaban generando lo esperado, y se promovieron nuevas leyes para tratar de pagar la deuda que tenían.

De los ciudadanos nació una campaña nacional para ayudar al país a pagar ese crédito del FMI que acababan de solicitar. Las familias salieron a las calles voluntariamente, no para marchar o manifestarse, sino para donar el oro que tenían. En menos de cinco años habían terminado de pagar la deuda. Y empezaron a crecer aún más.

Algunas ideas y propuestas

Los mejores países se concentran en la atracción y formación del mejor talento, sin distinción del nivel socioeconómico. Tienen gobiernos digitales, con instituciones eficaces y abiertas que fomentan la investigación y el emprendimiento.

Sus ciudades son divertidas y seguras para vivir, con un alto nivel de concentración urbana basado en un crecimiento vertical. Aguirre sueña con lograr eso en México.

Aspira a que los mexicanos estudien en el extranjero con el compromiso de volver para ayudarnos a liderar el cambio y mejorar las cosas con todo lo que aprendieron.

Por otro lado, digitalizar y hacer eficientes los procesos va a ayudar a transparentarlos, pues así se pueden establecer indicadores que se actualicen en tiempo real y presentarlos públicamente.

Las universidades, empresas y centros de investigación deben incrementarse en calidad y cantidad, pero también estar entrelazados y generar innovaciones de todo tipo. De este modo, pueden producir ideas y acciones para el mercado y la industria.

Un gran problema es que no creemos en la política y en el gobierno, y eso desalienta a los mejores perfiles a querer ser parte de todo eso. Lo que hay que hacer es crear un ecosistema electoral dinámico donde cualquier persona pueda lanzarse por un cargo público.

En pláticas, discusiones y debates se han escuchado afirmaciones tales como “Los pobres son pobres porque quieren” y “El que quiere puede”. Para el autor, estas son de lo más erróneas.

Una persona que lleva días sin probar un alimento nutritivo, sin tener una casa donde dormir o una habitación digna ¿cómo se supone que podría aspirar a tener una vida mejor? Simplemente tiene que dedicarse a los asuntos del día a día para poder sobrevivir.

El país se transformaría completamente si, por ejemplo, el 20% de las personas que han tenido el gran privilegio y la oportunidad de estudiar una carrera profesional buscaran la manera de hacer que el 80% restante también tuviera los medios para obtener una licenciatura o diploma. O, mejor aún, si el 56% de los mexicanos que no se encuentran en situación de pobreza exploraran alternativas para ayudar a salir de ella al otro 43%.

El siglo de la ejecución

Luego de años trabajando por mejorar una ciudad y de una campaña que fracasó en su afán de ayudar al alcalde en su carrera para diputado, Aguirre decidió encaminarse en el proyecto de escribir este libro mientras cursaba sus últimos meses de clases antes de recibirse.

Se dedica a los negocios internacionales, pero también a la creatividad y a la innovación. Afirma que la calidad de tus ideas depende de tu capacidad de estar presente en el momento, y de qué tanto observas y te mantienes curioso ante lo que ves.

Hay estudios que demuestran que meditar aumenta tu creatividad porque estimula tu cerebro de diferentes maneras y hace que prestes más atención, lo que provoca que estés más abierto a nuevas ideas. Otra cosa efectiva a la hora de buscar creatividad es la lectura.

Aguirre sostiene que los que avanzan son los que ejecutan sus planes, los que ponen en marcha sus ideas, aquellos que en lugar de quedarse pensando una y otra vez las cosas, las hacen y mejoran.

Pregúntate a qué le estás dedicando tu tiempo. Lograr ejecutar tus ideas depende completamente del tiempo que les vayas a dedicar. Y poco se va a lograr si ese tiempo es cero.

Si no crees en ti y te atreves lo suficiente para trabajar en tus propios planes, tal vez termines trabajando en los de alguien más. Mantén en mente que las cosas grandiosas requieren de tiempo y esfuerzo.

Tenemos un reto: reunirnos y trabajar en equipo para resolver juntos los problemas que tiene el país. Los buenos, que somos la mayoría, estamos muy desunidos. Y parte del problema de que no avanzamos mucho como país, es que cada quién está obrando por su cuenta. Eso es lo que hay que cambiar.

Promovamos que participar haciendo un cambio, mediante la política, organizaciones no gubernamentales o cualquier otra actividad sea visto como algo honorable y positivo.

En el final del libro, Aguirre cuenta que el 11 de diciembre de recibió y se preguntó: “¿Y ahora qué?”. La respuesta se le presentó fácil: Seguir adelante. Servir. Ser amable. Tratar de hacer el bien todo el tiempo. Y tratar de cambiar México.

Notas finales

“Imposible hasta que se hace” es un libro que nos llena de ganas de emprender nuevos desafíos y hacernos cargo de las responsabilidades que delegamos en los políticos. Es una invitación a formar parte de la toma de decisiones y a comprometernos con la realidad social y económica que nos rodea.

Consejo de 12min

En “Nuestra verdad”, de Kamala Harris, podrás encontrar otro llamado a la acción. Esta vez desde la convicción de la primera vicepresidente mujer de los Estados Unidos, quien afirma que la lucha por los derechos humanos debe empezar y terminar diciendo la verdad, para poder así transformar la realidad.