Fake news: La nueva realidad - Reseña crítica - Esteban Illades
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Fake news: La nueva realidad - reseña crítica

Fake news: La nueva realidad Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9786073160858

Editorial: GRIJALBO

Reseña crítica

En la prensa escrita y en la digital, en las redes sociales y en los medios tradicionales, un torrente de mentiras, propaganda e inexactitudes motivadas por el afán de dinero, notoriedad o poder se mezcla y confunde con el reporte de hechos reales.

Jamás ha sido tan fácil ser engañado: a la censura y el espionaje se han sumado la sobreinformación y las fake news. ¡Sácate la venda de los ojos con este libro!

Estados Unidos y Rusia

En Rusia, si los funcionarios o la gente común sostienen o manifiestan una postura contraria a la oficial, existe la práctica del kompromat: si no consumes la información oficial o si recurres a fuentes de información extranjeras, el gobierno te desacredita por considerarte un obstáculo para el régimen y se encarga de encontrar o producir material que dañe tu imagen de manera irreparable.

El gobierno ruso y sus hackers son una de las mayores amenazas a la estabilidad mundial.

Los hackers rusos, que han filtrado información a medios de comunicación para difundir secretos, presentan documentos a los medios y revelan su procedencia. Pero dentro de la filtración hay contenido falso.

Los hackers son jóvenes, algunos menores de edad, con acceso a internet y con habilidades no necesariamente sobresalientes de programación, dispuestos a hacer trabajo sucio por salarios ínfimos.

Trump, cuyo gobierno enfrentó una investigación federal a menos de 100 días de que él asumiera la presidencia, sostiene una relación con Rusia con muchas vertientes que giran en torno a un solo tema: el dinero.

Trump ya no es visto con buenos ojos por el sector bancario estadounidense, y ha tenido que buscar fondos en compañías sancionadas por hacer negocios con Irán, o en bancos rusos que también están en listas negras.

El laberinto en el que Trump esconde sus finanzas es tan complejo e involucra a tantos países que cualquier gobierno con interés de chantajearlo puede hacerlo. Por ello es que no hace públicas sus declaraciones de impuestos.

Dadas estas circunstancias, su vulnerabilidad ante Vladimir Putin fue amplia. Es así que el presidente ruso y su gobierno tuvieron una gran esfera de influencia sobre Trump.

Periodismo mexicano

Durante el siglo XX, el periodismo mexicano siguió una ruta paralela a la trazada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Con el PRI en el poder, el monopolio televisivo no peligraba. Con el monopolio televisivo, el PRI se mantenía en el poder. Era una simbiosis que beneficiaba a ambos a costa de uno de los valores básicos de la democracia: una prensa libre.

El noticiero estrella de Televisa, al ser la principal fuente de información en un país donde la tasa de alfabetización sigue sin llegar a 100% en pleno siglo XXI, dicta la agenda y es la barrera entre lo que el gobierno quiere informar y lo que desea mantener escondido.

Durante la primera década del siglo XXI, con los ajustes de conducción, Televisa modificó su contenido. Dio espacio a más mesas de debate e incluso abrió puertas a colaboradores que en otra época hubieran sido impensables.

Si bien es cierto que hoy en día el espacio en televisión abierta es más plural que antes, la empresa aún es renuente a abandonar las prácticas que tanto le sirvieron durante el siglo anterior. Televisa siempre tuvo el suficiente control para crear su propia realidad.

Otro gran medio a través del cual el gobierno ejerció influencia fueron los periódicos. Se creó PIPSA, dueña de todo el papel en México. Así, para asegurar la existencia de un medio gráfico, se debe mantener buena relación con el gobierno; de lo contrario, el papel deja de venderse.

Los periódicos no obtienen lo suficiente para mantener una circulación constante, y el PRI, que buscó mostrar al exterior que lo suyo no era la famosa “dictadura perfecta”, se ofreció a subvencionarlos. El problema se creó en la relación, ya que se esperaba algo a cambio.

En la década presente han surgido sitios de periodismo independiente. A pesar de ello, no han encontrado un modelo viable de financiamiento.

El nuevo periodismo mexicano sigue la misma lógica que el viejo, con contadas excepciones; pero por motivos distintos.

El primero es la ideología de los responsables del contenido y el segundo es la llamada “dictadura del clic”, en la que la competencia, por obtener mayor tráfico al sitio, hace que se publique cualquier cosa. En el mejor de los casos, la pregunta será si el contenido es relevante o aporta algo, en el peor será si incluso es verdadero.

Internet y medios de comunicación

Los nuevos medios de “información” de Estados Unidos se basan en presentar teorías de conspiración como hechos. Medios como Infowars y Breitbart tienen un público muy peculiar.

Infowars es pura conspiración; su público creía que el gobierno le ponía flúor al agua para volver gay a la población. Breitbart tiene una audiencia similar, mas no igual: ahí la gente piensa en otro tipo de conspiraciones y tiene otro tipo de quejas. En 2016, por ejemplo, el encabezado de un artículo decía: “¿Preferirías que tu hijo tuviera feminismo o cáncer?”.

Ambos universos se entrelazaron a partir de 2015, cuando Donald Trump decidió ser candidato a la presidencia. Él siempre se mostró de acuerdo con las teorías conspirativas; desde el gobierno apoyó abiertamente la información de estos sitios y, con ese aval, la gente no ve mal creer en teorías de conspiración, por más carentes de argumentación que sean.

Mezclar noticias con entretenimiento y crear algo nuevo, que no necesariamente cumpliera con los estándares periodísticos que se esperaban, fue lo que dio pie al nuevo producto conocido como infotainment, y fue una propuesta de Fox News en Estados Unidos.

La idea era tener más opinión, menos hechos y más controversia. Muchos de los televidentes comenzaron a dejar de tomar como fuentes serias al resto de las cadenas, pues las consideraban “medios liberales”.

Mientras otros medios luchaban por obtener contenido, Trump se desvivía en exclusivas para este canal. Fox News le correspondía con la mejor publicidad a través de entrevistas con preguntas superfluas y previamente consensuadas que permitían al expresidente elaborar y opinar sin miedo a ser confrontado.

Esta es quizá la cúspide de las fake news y la desinformación en Estados Unidos: un presidente que cree a ciegas lo que dice la televisión, y un canal que actúa frente a eso y organiza su programación para influir de manera directa en las decisiones que toma.

Google y Facebook

La mecánica de las fake news en internet es muy sencilla: el creador del sitio sube una nota falsa o descontextualiza información. Luego la sube a Facebook, ya sea a través de anuncios dirigidos a un público específico o a grupos políticos con miles de personas que consumen su contenido. Esas personas la leen, se limitan al encabezado, y la comparten.

En cuestión de horas, el sitio y la nota tienen miles de visitas. Es ahí donde los sitios hacen dinero: las primeras maniobras que hacen sus dueños es contratar un servicio de anuncios con Google, llamado AdSense. Es un software con anuncios aleatorios que se despliegan cuando el usuario abre una página y que se relacionan con el historial de la persona.

En Facebook, el usuario se rodea de elementos que reafirman sus creencias e ignora aquello que sostiene algo distinto. El problema se amplifica cuando, con tal de confirmar su opinión, utiliza fuentes dudosas. Dentro del sesgo de confirmación, la gente está dispuesta a creer lo que lee. Este contenido se replica y comienza la avalancha de desinformación.

Una cosa es que existan estas notas y que conocidos las compartan. Otra cosa distinta es que se reproduzcan por televisión u otros medios que gozan de mayor credibilidad. Y que, a partir de ahí, lleguen a los oídos de personas con poder de decisión.

Los máximos responsables del tráfico de información a nivel global han tenido que reaccionar, y rápido, ante el fenómeno de las fake news.

Google, por ejemplo, ha modificado su algoritmo para depurarlas y desarrolló herramientas para que los usuarios denuncien contenido sospechoso.

No obstante, denunciar noticias falsas ha tenido poco éxito, y en algunos casos ha sido contraproducente: el tráfico de las noticias falsas aumenta con cada denuncia, pues los usuarios lo perciben como un intento de censura.

Las noticias se tratan como producto y no como información. Por ello, a lo que producen algunos medios en la actualidad se le llama “contenido” y no noticia. Es un producto para un cliente que desea recibir algo digerible y rápido, y lo quiere sin mayor esfuerzo.

Algunos dicen que la industria de la información corre peligro, pues solo dos empresas, un duopolio mundial, tienen control de la llave que envía la información del proveedor al receptor: Facebook y Google.

Consecuencias de las fake news en la ciencia

El 5 de enero de 2015, el Center for Disease Control recibió la noticia de que un niño de 11 años que visitó Disneyland contrajo sarampión. Un mes más tarde se confirmó algo peor: 125 personas habían contraído la enfermedad al visitar Disneyland a finales de diciembre de 2014. Del total de 125, 49 personas, es decir, el 45%, incluyendo al niño de 11 años, estaba enfermo por falta de vacunas.

Nadie murió, pero los 12 niños estuvieron en riesgo mortal. No fue sino hasta abril de 2017 que el CDC declaró oficialmente bajo control la epidemia. Los 12 infantes en edad de no vacunarse estuvieron cerca de morir porque la falta de vacunación del resto eliminó la inmunidad de manada.

El 28 de febrero de 1998, el doctor inglés Andrew Wakefield presentó hallazgos sobre la aplicación de la vacuna triple MMR (o sarampión, paperas y rubéola) que supuestamente hizo que algunos de los pacientes desarrollaran “enterocolitis autística”, una nueva forma de autismo.

Aunque Wakefield dijo que no podía encontrar una correlación entre ambas circunstancias, su artículo sugería detener el uso de la MMR hasta comprobar el resultado. Las afirmaciones eran tan graves que las tasas de vacunación (las responsables de la “inmunidad de manada”) descendieron en apenas meses.

Seis años más tarde, un periodista del diario inglés The Sunday Times dio con dos datos cruciales detrás del artículo de Wakefield: el primero era que un grupo de abogados que buscaban desacreditar la efectividad de las vacunas había aportado recursos a la investigación; el segundo era que Wakefield había intentado patentar su propia vacuna con el fin de enriquecerse a partir de sus resoluciones.

Conclusiones

El problema de que una cadena de televisión o un medio nacional retomen una teoría de conspiración crece más allá de la desinformación y la falta de servicio al lector o el televidente. Suficientes teorías y notas disfrazadas terminan por moldear la opinión de la audiencia, al grado de que su mundo se ve distorsionado.

Los objetivos que se persiguen al crear una conspiración o divulgar información falsa son dos: el primero, saber quién está dispuesto a aceptarla para demostrar lealtad al gobierno o poder de turno; el segundo, distorsionar la conversación pública y llamar la atención.

Una controversia inexistente, pero difundida por todos los medios posibles, es suficiente para que cierta parte de la población dude de la verdad.

La siguiente pregunta debe ser si a los lectores les importa la información.

La gente no lee, y los periódicos y revistas están contentos con ello, pues los lectores no son su negocio. Los medios no quieren deberse a sus lectores porque viven bien sin ellos.

Es posible argumentar que la profesionalización es solo parte del problema para combatir las fake news. Los hábitos de lectura son parte importante, pero Facebook ha cambiado la manera en que se consume información.

Internet crea un sentido de falsa expertise, en el que el usuario, al tener acceso irrestricto a un cúmulo casi interminable de información, se siente más experto que alguien especializado en la materia.

Mientras los medios luchan por subsistir, las mentiras de los sitios falsos se propagan como nunca antes y tienen efectos duraderos.

Notas finales

La idea detrás de este libro es mostrar cómo la desinformación, que ha acelerado su paso con los años, ha aumentado desde 2015, cuando Donald Trump anunció su intención de buscar la candidatura del Partido Republicano.

El lector comprenderá cómo los gobiernos participan directamente en la promoción de contenido falso, cómo la propia prensa cae en este juego y qué efectos ha tenido.

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¿Quién escribió el libro?

Es editor en la revista Nexos y columnista en el periódico mexicano Milenio, donde todos los viernes publica un espacio en el que presenta información para que el lector pueda entender mejor... (Lea mas)

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