El juego interior del tenis - Reseña crítica - W. Timothy Gallwey
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El juego interior del tenis - reseña crítica

El juego interior del tenis Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Deportes y Desarrollo personal

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 

Editorial: EDITORIAL SIRIO

Reseña crítica

Con el tenis como guía para la vida, W. Timothy Gallwey nos enseña a afrontar y superar las batallas que nos propone nuestra propia mente. Distingue los dos yo interiores, nos ayuda a mantener la calma y a aprender de la mejor manera posible para rendir al máximo del potencial. ¿Preparado para jugar?

Una cuestión mental

El tenis, como la vida, tiene una parte práctica y una mental. Una exterior y una interior, tal como nombra W. Timothy Gallwey en su libro. Valora, especialmente, al juego interior porque es la piedra fundamental para construir confianza en uno mismo. Así los resultados finales serán mucho mejores.

Para el autor, el problema de los jugadores de tenis no está relacionado con la técnica ni con el físico. Sino más bien tiene que ver con la actitud mental. No desmoronarse cuando algo no sale, mantener el foco en un objetivo o controlar la ansiedad. Ahí apunta.

Ahora, ¿cómo se aprende todo eso si prácticamente nadie lo enseña? Bueno, si eres profesor debes tener en cuenta varios factores. Gallwey sostiene que las imágenes valen más que las palabras, que no hay que sobrecargar a los alumnos con indicaciones y que mostrar siempre es mejor que contar.

Un buen resultado es la sincronización y la fluidez de los movimientos. Que los mecanismos salgan de manera automática como consecuencia de la concentración, que los tengas incorporados. Dominar este arte te servirá en cualquier aspecto de la vida.

Si quieres que esto funcione tienes que aprender ciertas habilidades interiores. Descubrir que hay dos yo interiores saca a la luz que el número 1 es el que habla en nuestra cabeza y el 2 el que actúa. Uno da órdenes y el otro responde. Esto permite poner en práctica varias de estas técnicas.

A grandes rasgos, el autor menciona tres. Primero, imaginar de la mejor manera posible el resultado esperado. Segundo, confiar en el yo número dos y rescatar las enseñanzas de los éxitos como así también de los traspiés. Por último, observar lo que sucede sin emitir ningún juicio de valor.

Aunque hay una habilidad mayor, a la que Gallwey vuelve continuamente: el arte de la concentración relajada. Siempre vinculándola al tenis.

Conociendo a los dos yo

Generalmente, el yo número 1 opaca al número 2. Es el que está relacionado con el ego, siempre busca la aprobación del otro y anula el funcionamiento natural del otro. Tal como explica Gallwey, una mente calma y tranquila asegura un rendimiento pleno, máximo. ¿Cómo? Con la convivencia armoniosa de los dos yo.

En una situación ideal, un jugador sabe qué hacer sin pensar. Tiene el inconsciente silenciado, en calma y en pausa. Ve todo tal y como es para tomar mejores decisiones.

Eso puedes hacer tú. Mejor dicho, debes hacer. Si tienes a la mente en silencio significa que estás conectada a ella. Por lo tanto, alcanzarás tus metas. Como dice el autor del libro, “el máximo rendimiento requiere una desaceleración mental”.

Una vez que logres hacerlo -pensar, valorar y juzgar menos-, el siguiente paso será ir aumentando la frecuencia y la duración de esos momentos donde la mente es estable.

Retomando las habilidades, Gallwey marca que hay que abandonar los juicios que cada uno realiza sobre sí mismo. Estos son “las reacciones personales de nuestro ego a todo lo que experimentamos”. Necesitamos una conciencia libre de veredictos.

Si todo esto funciona, el yo número 2 se libera. Puede tomar conciencia y ganar confianza, que aparece como primer paso hacia la seguridad en sí mismo.

La coordinación de músculos y la respiración pueden servir como ejemplos para entender cómo funciona este segundo yo. Son mecanismos complejos porque son varios componentes actuando en forma coordinada pero que ya tenemos automatizados.

Terminar con la desconfianza que el yo número 1 le tiene al número 2 es fundamental, justamente, para conseguir confianza. Pero confiar en ti mismo no es un falso positivismo, sino dejar que las cosas sucedan. Que fluya de manera natural, tal como insiste el autor.

Una gran cualidad del yo número 2 es que constantemente está recabando información sobre todo lo que transcurre. Debes utilizar esto al momento de “dejar que todo suceda”.

Al mismo tiempo es necesario cambiar la forma de comunicarse con el yo número 2, sostiene Gallwey. Esta flamante relación puede empezar con un cambio de actitud, valorándolo en vez de menospreciarlo. Asimismo es importante ser humilde y respetuoso para lograr hablar su mismo idioma.

Según el escritor, hay tres métodos básicos para comunicarse con este yo: pedir resultados, pedir una correcta ejecución y pedir cualidades.

Cambiando de hábitos

Una vez acallada la mente, el aprendizaje de las técnicas resulta más natural y efectivo. Gallwey manifiesta que los progresos se ven de manera más rápida cuando tu proceso de instrucción esté libre de dudas y miedos.

Aplicándolo al tenis, hay que tener en cuenta que la experiencia antecede al conocimiento técnico. Además, no es aconsejable depender de las instrucciones verbales porque anulan los instintos naturales del yo número 2.

El autor habla específicamente de cómo mejorar los golpes de fondo o el servicio, pero lo que importa es que el yo número 2 tiene un gran timing para saber en qué momento trabajar en los diferentes aspectos necesarios para este deporte.

Ahondando en el cambio de hábitos, se trata de un proceso complicado. Aunque una vez que se lleva a cabo será más sencillo identificar qué hábitos debe modificar cada uno.

Según comenta Gallwey, “la forma de aprender del Juego Interior es un retorno a esa forma infantil” de no interferir en su propio desarrollo. Es descubrir algo que cambie tu comportamiento, diferente a acumular conocimientos.

En ocasiones sucede que no hay un sustituto para un hábito que tenemos incorporado. Entonces resulta mucho más difícil romperlo. ¿La causa? Ponerse moralista con el juego de cada uno. Para salir de ahí hay que analizar cuál es la función de ese hábito para -ahí sí- aprender una nueva forma de realizarlo. Emergerá de manera natural, tal como señala Timothy.

A continuación, expone algunas teorías en relación a los hábitos. Por ejemplo menciona a la del surco, la forma tradicional del paso a paso, la manera normal de aprender y la forma de aprender del Juego Interior.

Con este último retoma la observación del comportamiento existente sin juzgarlo, visualizar el resultado deseado, dejar que las cosas sucedan confiando en el yo número 2 y terminar teniendo un proceso continuo de observación y aprendizaje.

Para Gallwey es importante no dejar que vuelva el yo número 1 al caer en el esfuerzo desmedido por intentar algo. En la misma medida, debes adjudicar el mérito al yo número 2.

Aumentando la concentración

Más allá de que logres callar al yo número 1, te darás cuenta que no es algo sencillo de obtener. La experiencia le ha dado al autor la pauta de que no hay que discutir ni criticar a la mente para que se calme, sino que hay que aprender a concentrarla. Esto no sólo servirá para el tenis, sino para cualquier momento de la vida.

Es cierto que comprender el problema es de gran ayuda, pero lo que realmente sirve para anular las interferencias del yo número 1 son las demostraciones prácticas. Según Gallwey no la podemos abandonar. Debemos que concentrarlo en algo.

¿Qué es la concentración? El autor explica que es “mantener la mente en el aquí y en el ahora” y por lo tanto no se distrae con otros pensamientos o hechos externos. Termina siendo el arte supremo porque no dominarás ningún otro sin él. Para poder dominarlo tienes que poner mucho en práctica.

Por su experiencia con el tenis, el escritor ejemplifica esto con situaciones comunes en ese entorno. Señala la observación de la pelota, el bote-golpe, escuchar el sonido de la pelota y la sensación. También habla sobre momentos específicos de los partidos.

Y se detiene en el aspecto teórico de la concentración. “Todo lo que experimentamos en una pista de tenis nos llega a través de la conciencia”, señala. Nadie es capaz de experimentar algo por fuera de la conciencia. Esta hace “que todas las cosas y procesos sean cognoscibles”.

En ocasiones sucede que el jugador abandona el aquí y ahora, se desconcentra. Generalmente nos obnubila pensar en el futuro o nos ofusca hacerlo en el pasado. Así la mente se va del presente.

Por otra parte, Gallwey elabora una guía para exponer tres tipos de juegos con sus respectivos motivaciones y objetivos. Empieza por la excelencia, que dentro tiene otros tres subjuegos: la perfección, la competición y la imagen.

Continúa con el juego principal número dos, las relaciones. La posición social, el sentimiento de grupo y los maridos y esposas integran los subjuegos de éste. Cierra con el número tres, salud y diversión. ¿Los subjuegos? Salud, diversión y aprendizaje.

Competir, ganar y pensar

En el tenis la competencia tiene un papel preponderante, sobre todo cuando se va subiendo de nivel. Hay opiniones diversas al respecto en Occidente. Están los que tienen posturas a favor y los que se oponen a ella. Muchos creen que es una cuestión que dirime quién es mejor que otro.

Gallwey declara que esa necesidad de superioridad está “basada en la inseguridad y la falta de confianza en uno mismo”. En la competencia se multiplican los típicos miedos además de las frustraciones. Lo que varios no saben es que eso repercute de manera negativa en su juego porque los frustra.

También se propone redefinir el concepto de ganar. “Ganar es superar obstáculos para alcanzar un objetivo, pero el valor de la victoria no es mayor que el valor del objetivo alcanzado”, dice el autor. Es decir, importa mucho el proceso.

Y va un poco más allá con la competición, con su significado ideal. Para Gallwey la verdadera competición es idéntica a la verdadera cooperación porque no se trata de derrotar a la otra persona, sino más bien superar el obstáculo que ella presenta.

Además deja un mensaje claro: “tienes que comprender que aplastar a los otros no es de lo que se trata”.

Volviendo a las bases, Gallwey remarca que tanto el juego exterior como el interior suceden de forma simultánea en el tenis. El primero tiene que ver con las circunstancias, con el rival. Mientras que en el segundo se intenta superar los obstáculos internos. Como deben convivir, hay que elegir cuál merece más importancia.

Empieza con el tenis, pero termina ocurriendo en todos los ámbitos de la vida. Casi todas las actividades tienen un juego interno y otro externo.

Notas finales

A modo de cierre, Gallwey da su opinión de cómo ve el futuro del Juego Interior. Aunque en realidad aclara que no puede hacerlo porque “el juego interior tiene su propia visión”.

De todos modos explica que la importancia del Juego Interior irá creciendo con el paso del tiempo hasta ser fundamental en este mismo siglo. Para él el Juego Interior en mayúsculas es “el desarrollo y la aplicación de los métodos y principios articulados en los libros sobre el Juego Interior”.

El ser humano podrá aprender mejor y a pensar con mayor independencia. En especial, los campos de los negocios, la salud, la educación y las relaciones humanas serán los que más afectados se verán por estos. Para el autor “evolucionarán en su comprensión del desarrollo humano y de las habilidades interiores que estos requieren”.

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