El fin del armario - Reseña crítica - Bruno Bimbi
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El fin del armario - reseña crítica

El fin del armario Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9789873783548

Editorial: Anaconda Editions

Reseña crítica

Este libro intenta explicar algunos mitos, tabúes, estereotipos, y otras cosas que mucha gente no conoce sobre el mundo LGBT.

Sirve también como denuncia a aquellos discursos de odio que aún conspiran contra un futuro donde todas las personas puedan vivir felices siendo quienes son.

Este título fue escrito pensando en lectores y lectoras de todas las orientaciones sexuales e identidades de género. Empecemos.

El armario

Bimbi inicia el libro haciendo alusión a la famosa idea de personas dentro de un armario del cual tienen que salir para que todos sepan que no son heterosexuales. No hay una primera vez para entrar al armario, sino que todos nacemos dentro.

Cuando todavía no lo sabemos, y tampoco tendríamos forma de saberlo, porque la sexualidad aún no forma parte de nuestras preocupaciones y no aprendimos las palabras que necesitaríamos para hablar de ella, ya existe un armario invisible construido a nuestro alrededor.

En este sentido, la salida del armario debe ser vista no tanto como un acto individual sino como un fenómeno social que puede ser uno de los mejores remedios contra el prejuicio. Mientras más personas haya fuera de ese armario, será cada vez más fácil que deje de existir.

Es también por esa razón que los regímenes más opresivos contra las minorías sexuales dictan leyes que criminalizan la homosexualidad, para que salir del armario sea peligroso, inclusive letal. Manteniendo los armarios bien cerrados, el prejuicio se perpetúa y las narrativas llenas de odio no tienen nada que las confronte.

Gaykipedia

“¿Quién hace de hombre y quién de mujer?” es una pregunta muy frecuente que surge frente a una pareja de dos personas del mismo género. Preguntarse quién hace de mujer en una pareja gay, dice Bimbi, es querer interpretarla partiendo de la imposibilidad del deseo homoerótico.

Pareciera que para que a un hombre le guste otro hombre, uno de los dos debería ser, de algún modo, femenino. Lo mismo vale para quienes piensen que, en una pareja de lesbianas, una de las dos “hace de hombre”.

En una relación entre dos hombres, no hay uno que hace de mujer, y en una pareja de lesbianas, ninguna hace de hombre, a menos que se trate de un juego o fantasía sexual, el cual también podría darse en una cama heterosexual.

Sobre esto, Bimbi aclara que no tiene nada que ver con ser “activo” o “pasivo”. Creer que el que penetra es más hombre que el penetrado es, nuevamente, querer entender una relación homosexual como si fuera heterosexual. Los roles en la cama no tienen nada que ver con la identidad de género ni le hacen ganar o perder masculinidad a nadie.

Bimbi opina que la sexualidad es más compleja que los diccionarios y las etiquetas no alcanzan para explicarla.

El autor expone una idea incluso más radical sobre la confusión que se genera en torno a las personas homosexuales, y es que hay quienes creen que los gays, en el fondo, quieren ser mujeres.

Esto implica nuevamente una visión desde la heterosexualidad, como si la única explicación para que a un hombre le guste otro hombre fuera que de alguna forma se imagine del sexo opuesto. Es decir, se sigue intentando reconstruir el molde varón y mujer.

La “opción sexual”

Bimbi habla sobre lo común que es que muchas personas se refieran a la homosexualidad como una “elección” u “opción sexual”, cuando la mayoría de las personas, sean homosexuales, heterosexuales o bisexuales, sabe que no lo eligieron. No hubo un momento de la vida en el que alguien “decidió” que le gustaran las mujeres o los varones.

Lo curioso, para Bimbi, es que nadie habla de la heterosexualidad como una “opción” y nadie se pregunta cuál es la “causa” de la heterosexualidad.

El autor dice que lo que sucede es que todos somos educados desde niños para ser heterosexuales y todos los moldes que nos enseñan, en casa o en la escuela, vienen en formato chico/chica. Entonces, lo que sí les ocurre a las personas homosexuales es que, en algún momento, se dan cuenta de que no encajan en esos moldes.

No es una elección, es un descubrimiento, y al empezar a percibir que nuestros sentimientos contradicen las expectativas de los otros, no todos reaccionamos igual. Por esto es que algunas personas “asumen” su orientación homosexual desde niños o en la adolescencia y otras, en cambio, lo hacen más adelante, inclusive ya muy grandes.

De todos modos, Bimbi plantea que sea a la edad que sea, luego de haber asumido su sexualidad, la mayoría de los gays comienza a recordar cosas que le confirman que, en el fondo, siempre lo supieron.

No se elige ser gay o lesbiana, o ser heterosexual, y tampoco se puede cambiar. Tampoco hace falta, porque ser gay es tan normal y natural como ser hétero, del mismo modo que ser blanco o negro, tener ojos marrones, verdes o celestes, o ser diestro o zurdo.

Bimbi hace hincapié en la necesidad de acabar con los prejuicios que existen sobre las sexualidades distintas a la heterosexualidad para que tanto gays y lesbianas como las personas trans puedan comenzar a vivir su sexualidad a la misma edad y de la misma manera que las personas hétero, sin que eso sea un tema de conflicto.

Solo así la idea de que alguien tenga que “asumirse” o “salir del armario” será un anacronismo.

Salir del armario y el outing

Salir del armario es una decisión muy personal que, para muchos, no es fácil. Las personas que esconden su orientación sexual suelen hacerlo por una necesidad que los heterosexuales nunca han tenido, porque desde el día de su nacimiento, la sociedad estaba organizada para recibirlos tal y como eran.

Bimbi dice que a gays, lesbianas y bisexuales les pasa lo contrario y muchos tienen miedo, más o menos intenso dependiendo de su entorno, a salir del armario y ser rechazados por su familia, sufrir distintas violencias o perder su empleo.

En este sentido es que la práctica conocida como outing, la cual implica que se haga pública la orientación sexual de una persona sin su consentimiento, es considerada como un hecho de violencia. De todos modos, Bimbi aborda un caso particular en el que considera que el outing podría llegar a ser considerado válido.

Bimbi cuenta el caso del senador norteamericano Randy Boehning, quien mientras se vinculaba con los sectores más homofóbicos de Estados Unidos y votaba contra una ley antidiscriminatoria que protegería a gays y lesbianas, al mismo tiempo chequeaba perfiles de Grindr, la aplicación más usada para combinar citas sexuales entre hombres.

En esta aplicación, Boehning intercambiaba fotos con un joven de 21 años llamado Dustin Smith. Dustin se enojó cuando supo quién era y divulgó las fotos en internet, y Boehning, de 52 años, tuvo que contar la verdad y admitir que su familia no sabía que era gay.

Sobre esto, Bimbi vuelve a hacer hincapié en el hecho de que existen múltiples razones por las que mucha gente prefiere no salir del armario, y sacarla por la fuerza es un acto de violencia, además de una invasión a su privacidad y una negación de sus derechos individuales.

Sin embargo, opina que casos como el de Randy Boehning son una excepción, ya que cuando un oprimido usa el armario para disfrazarse de opresor y, con sus privilegios, ataca a otros oprimidos, ya no merece la solidaridad de los demás oprimidos.

Bimbi plantea que en este caso, sacarlo del armario fue sacarle el disfraz, denunciar su hipocresía y quitarle las armas con las que estaba disparando contra otros como él para ser aceptado por quienes odian a las personas LGBT.

La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia tampoco

Hasta el año 1990, cuando la Organización Mundial de la Salud retiró la homosexualidad de su lista de patologías, las personas homosexuales eran tratadas por la ciencia como enfermos. Bimbi muestra su enojo con quienes reivindican esta fecha y toman el hecho de que la OMS reconozca su error como un argumento a favor del movimiento LGBT.

El autor defiende la idea de que las personas homosexuales nunca fueron personas enfermas, y tampoco se curaron mágicamente en 1990, y que hayan sido tratadas como enfermos fue una decisión política, del mismo modo que dejar de hacerlo.

Nunca existió ningún fundamento científico que justificara la patologización de ninguna orientación sexual.

Del mismo modo, es cuestionable que a aquellas personas que muestran su repulsión y odio por las personas LGBT se las llame homofóbicas. La palabra homofobia incorpora en su composición un término usado por la psicología y la psiquiatría para designar un trastorno relacionado a un tipo desproporcionado y patológico de miedo.

Bimbi explica que un homofóbico, en general, se parece más a un racista que a un claustrofóbico y que tratarlos como enfermos sería justificarlos, por lo que opina que es un error a la hora de buscar soluciones.

Si entendemos la homofobia como un fenómeno sociopolítico y no psiquiátrico, nos daremos cuenta de que la respuesta es educar desde la escuela, los medios de comunicación, el arte, las políticas públicas y otras herramientas útiles contra el prejuicio, como brindar información veraz sobre sexualidad y promover el respeto por las diferencias.

Stonewall, donde nació el orgullo

En la madrugada del 28 de junio de 1969, cuando la policía de Nueva York irrumpió en el Stonewall Inn, un pequeño pub del barrio Greenwich Village de Manhattan, que por entonces era apenas uno más entre otros que frecuentaban homosexuales y transexuales neoyorquinos, la historia cambió.

Hasta aquel día, el público estaba acostumbrado a soportar la violencia y los abusos de la policía que solía entrar a bares como el Stonewall Inn cuando quería y trataba a los clientes como basura, se los llevaba detenidos, los avergonzaba en público y dejaba que sus fotos fueran publicadas en los diarios para sacarlos del armario ante sus familias.

Todo eso era considerado normal y hasta justo por buena parte de la sociedad por tratarse de personas homosexuales, bisexuales y trans.

Pero esa noche pasó algo inesperado: después de que la policía llegó al bar y, como siempre, todos los clientes fueran obligados a formar fila y mostrar sus documentos, muchos se negaron y reaccionaron ante los maltratos.

Mientras varias personas eran detenidas, un policía empujó hacia el coche patrulla a una mujer trans de 17 años que, en vez de agachar la cabeza, golpeó al policía, dando inicio a la rebelión. Los demás agentes se abalanzaron sobre ella y la multitud reaccionó furiosa.

Comenzó a correrse la voz y cientos de homosexuales, provenientes de otros bares de la zona, se fueron acercando, dejando en desventaja a las fuerzas de seguridad, a pesar de los refuerzos.

La rebelión de Stonewall, protagonizada principalmente por los grupos más marginados de la comunidad gay, como trans, drag queens y taxi boys, duró tres días y dejó varios heridos.

Semanas después, inspirado por los sucesos de Stonewall, un grupo crearía el Frente de Liberación Gay, que comenzó una campaña con consignas como: “Digámoslo bien alto, somos gays y estamos orgullosos de ello” y “No soy yo quien está enfermo, sino la sociedad que me llama así”.

Ese mismo frente y otros movimientos comenzaron a expandirse en diferentes ciudades donde se realizaban protestas, se editaban publicaciones y distribuían panfletos. El 28 de junio de 1970, al cumplirse el primer aniversario de la rebelión, fue convocada una movilización que reunió a cerca de diez mil personas.

Con el tiempo, otras marchas como esa fueron realizadas en diferentes ciudades de Estados Unidos y, en los años siguientes, se repitieron en diferentes lugares del mundo. Nacía así el “orgullo gay”.

Ya han pasado más de 50 años de aquella rebelión y el mundo avanzó mucho desde entonces, pero aún hay muchísimo por cambiar. La rebelión del Stonewall Inn se transformó en un símbolo mundial del Orgullo, que ya no se hace llamar solo “gay”, sino LGBT, reconociendo a todas las personas que forman parte del movimiento.

Notas finales

Aún quedan muchas batallas y aprendizajes en el camino hacia una sociedad más igualitaria y libre para todas las personas, pero también es muy importante poder reconocer y recordar todas aquellas luchas que se dieron en el pasado para que hayamos llegado hasta aquí.

Esta obra no solo colabora con esa memoria colectiva, sino que además aporta herramientas para pensar de otra manera la realidad de las personas LGBT y de toda nuestra sociedad, por lo que su lectura es sumamente enriquecedora.

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¿Quién escribió el libro?

Es un periodista y escritor argentino, graduado como Doctor en Estudios del Lenguaje por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. Además, es un reconocido activista por los derechos de l... (Lea mas)

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