El albergue de las mujeres tristes - Reseña crítica - Marcela Serrano
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El albergue de las mujeres tristes - reseña crítica

El albergue de las mujeres tristes Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Textos latinos

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788408055129

Editorial: ALFAGUARA

Reseña crítica

La autora nos sitúa en un albergue alejado de la ciudad, donde diferentes mujeres se abrazan en el dolor y se reinventan codo a codo para así volver a creer en el amor.

El relato está centrado en Floreana, una historiadora con baja autoestima a la que descubrimos a lo largo del libro y llegamos a ver como un personaje entrañable.

¡Transitemos juntos por esta maravillosa historia de amor y desamor!

El Albergue

La historia comienza con Floreana Fabres llegando a la isla donde se encuentra el Albergue. Siente una excitación muy grande al ver el lugar al que su fantasía la había llevado antes. Son cinco cabañas, cada una equipada para cuatro habitantes. Va a vivir por tres meses entre veinte mujeres, más Elena, la fundadora del Albergue.

Floreana convive en su cabaña con Constanza Guzmán, una reconocida economista que aparece a menudo en televisión y a quien jamás imaginó encontrarse en un albergue para mujeres tristes. También en su cabaña está la famosísima actriz Toña Paris, una persona muy original que siempre es el alma de la fiesta y centro de atención.

La cuarta integrante de la cabaña es Angelita Bascuñán, una hermosa mujer que parece caída del cielo por su belleza y templanza. Al principio, Floreana se siente menos que aquellas mujeres tan extraordinarias y no valora sus logros como historiadora; no cualquiera publica sus investigaciones con tanto éxito como ella, aunque no lo perciba.

Al albergue lo construyó el padre de Elena para su amante, Ofelia. Ella había quedado viuda y convirtió su casa en un hotel donde recibía nada más que a mujeres modestas, las que por una razón u otra habían perdido su hogar o nunca lo habían tenido.

Luego de un tiempo, comenzó a alojar a las prostitutas de una calle cercana para que no pasaran frío cuando se quedaban sin clientes. Este acercamiento que tuvo con ellas y sus ganas de salvarlas fueron simultáneos. Con los contactos del cura del pueblo en Santiago, las ubicaban después en la Escuela Normal para que estudiaran y recomenzaran sus vidas.

Una de ellas se hizo cargo de Ofelia hasta el día de su muerte, cuando el adinerado padre de Elena estaba terminando el Albergue, que tristemente su amada nunca llegaría a pisar.

Allí fue cuando Elena abandonó el trabajo político que venía haciendo y desarrolló a fondo su profesión. Al trabajar con los problemas psicológicos y culturales de sus pacientes, descubrió que para poder sanarlas no bastaba la actividad psiquiátrica. Era necesario darle un carácter más sistemático al proceso de recuperación de las mujeres.

Así, Elena decidió instalarse en el pueblo para ayudar a mujeres a encontrarse con ellas mismas, haciendo del que iba a ser el Albergue de Ofelia su propio albergue.

Floreana llega luego de la muerte de la menor de sus cuatro hermanas, Dulce, quien falleció después de dar batalla a un cáncer que terminó por vencerla. Sumado a un desencanto amoroso, el dolor la invadió y no encontró otra alternativa que escuchar a su hermana Fernandina, excompañera de militancia de Elena, que le recomendaba ir al Albergue.

Allí se realizan diferentes actividades comunitarias, conversatorios y confección de muñecas. Se dividen en turnos para cocinar y encargarse de las compras, y el domingo es el único día que tienen habilitado para holgazanear.

Además, tienen prohibido el consumo de alcohol, ya que algunas de ellas habían acudido a la bebida para paliar su angustia antes del Albergue.

Las charlas del Albergue

En el hogar de las mujeres tristes, las charlas giran alrededor de los desamores por los que han pasado las mujeres. Buscan respuestas en charlas interminables y llegan a conjeturas para intentar sanar.

Discuten acerca de las mujeres de Chile, que en los noventa soñaban con abarcar más espacios y tener más reconocimiento, para ser más felices. Pero la desconfianza y la incomprensión entre hombres y mujeres se fue agigantando y encuentra a estas mujeres tristes, en general, por penurias de amor.

Los viejos códigos del amor ya no sirven, y los hombres y las mujeres aún no han dado con los nuevos. Sucede que, alcanzada su autonomía, las mujeres se quedaron a medio camino entre el amor romántico y la desprotección.

Las mujeres del Albergue consideran que los hombres se sienten amenazados por esta independencia, y así sucede el rechazo, por la impotencia ante el miedo a relacionarse, dando comienzo a un círculo vicioso bastante dramático.

Elena cree que el día en que los hombres dejen aflorar su lado femenino, que indudablemente tienen, como las mujeres el masculino, las cosas cambiarán. Pero muchas piensan que eso es casi imposible.

Toda la liberación femenina ha revuelto un poco las relaciones de poder, y la reacción de los hombres ha sido optar por el descompromiso, que es la mejor forma de herir a las mujeres. Pero el tema para estas mujeres es: ¿quién sigue ostentando el poder?

El médico

Cuando Elena llegó, el pueblo tenía infraestructura, pero no tenía un médico. Ningún profesional parecía dispuesto a ir al pueblo perdido. Ella convenció a su amigo Flavián, que atravesaba por una crisis personal en Santiago, para que fuera, y así el lugar adquirió otro carácter. El Policlínico hoy es su orgullo, van de todos los pueblos vecinos a atenderse allí.

Flavián tiene un encanto muy especial, y todas las mujeres del Albergue se ven atraídas por él. Floreana se lo cruza ni bien llega al pueblo, en el kiosco, y no es la excepción.

Escuchó que fumaba cigarrillos Kent, y a los dos días decide llevarle de regalo dichos cigarrillos, pero evitando ser vista por el doctor. Aquí comienza una historia de amor con muchas idas y venidas.

Por su parte, Elena y Flavián fueron compañeros en la universidad, él estaba varios cursos más abajo que ella y era uno de sus tantos enamorados. Se volvieron a encontrar mucho tiempo después en un curso de psiquiatría; Flavián ya se había separado una vez porque su mujer se fue con otro, y estaba a punto de separarse de nuevo, de la misma mujer.

Él sufría mucho por esta situación y Elena se enamoró de él, perdió la cabeza y se desvivió en el esfuerzo de curarle las heridas. Se consideraba un esclavo de su mujer y la verdad es que lo era. Fueron extremadamente discretos; sin embargo, la esposa se enteró.

La mujer le mintió acerca de las pastillas anticonceptivas, y quedó embarazada. Así, Flavián permaneció a su lado en ese matrimonio oscuro, y Elena partió lejos de él. Luego de un tiempo, Flavián descubre una nueva infidelidad de su esposa, y decide aceptar la propuesta de su ahora amiga Elena, e ir al pueblo para trabajar en el Policlínico.

Una tarde, Elena le pide a Floreana que acompañe al doctor a un pueblo cercano que necesita de su atención, ya que él está muy cansado y teme quedarse dormido manejando. La lluvia los deja varados en aquel lugar, y se produce un acercamiento entre el resentido Flavián y la mujer decidida a la castidad, Floreana.

Confundidos, comienzan a tener encuentros esporádicos donde no sucede absolutamente nada carnal, pero la tensión sexual ronda el ambiente.

Luego de meses transcurridos de esta forma, llega al pueblo Pedro, sobrino de Flavián y gran admirador de Floreana. Pedro es un intelectual homosexual que encuentra en Floreana, además de una ídola, una gran amiga. Ella no puede creer que alguien la admire de esta forma, ya que nunca se sintió muy valorada por nadie, ni siquiera por Flavián.

Luego de varios encuentros entre los tres, que por muy familiares que parecieran se veían teñidos de una gran atracción entre Flavián y Floreana, se da una discusión. Floreana se ofende con Flavián luego de que él dijese que Elena era más confrontativa que ella.

Floreana estalla frente a él, acusándolo de que Elena lo enfrenta con una seguridad que a ella nunca le ha concedido. A ella la ha tomado como receptáculo de sus heridas, y no le da nada a cambio. Pese a que Flavián se disculpa, Floreana se levanta y se retira. Por unos días, no se ven.

El encuentro

El cura del pueblo da una fiesta para todos los habitantes del lugar, y en el albergue las mujeres se encuentran impacientes con la idea de ir a bailar después de tanto tiempo que llevan allí. Se visten con sus mejores ropas, se maquillan y emprenden la caminata hacia la fiesta.

Al llegar, Floreana divisa a Flavián luego de varios días sin verse. Se siente ansiosa e incómoda, pero Pedro se acerca a ella y la saca a bailar de inmediato. Luego de un rato disfrutando con su amigo, se acerca Flavián y la invita a bailar.

Sus cuerpos se encuentran danzando, y Flavián interrumpe el baile para poner una canción. Elige un tango canadiense que su sobrino les hizo escuchar a ambos hace unos días y vuelve a la pista de baile con Floreana, que se ve muy conmovida por la canción que él eligió.

La excitación que se genera mientras bailan es tal que prácticamente no se dan cuenta de que son los únicos que están en la pista y que todo el pueblo los está mirando. El doctor jamás se mostró cerca de alguna mujer y es toda una novedad. La magia concluye cuando termina la canción, y otra mujer saca a bailar al doctor.

Floreana se va repentinamente al albergue e intenta olvidar lo que pasó, está cansada de las confusiones con Flavián. Ella apostó por la castidad para no sufrir más por amor, y sin embargo se encuentra entre la espada y la pared.

El tiempo de Floreana en el Albergue ya se va terminando, y pese a la invitación de Pedro de quedarse en el pueblo, Floreana está decidida a volver a su casa y apresura su partida luego de lo sucedido en la fiesta. Arma sus maletas y pretende no decirles nada a Pedro y Flavián, pero Elena se cruza al primero en el almacén y no logra mentirle.

Pedro cocina para Floreana, con mucho dolor por su partida, mientras Flavián no se muestra muy afectado. Pero en un momento su sobrino les lee un pasaje del libro “El amante de Lady Chatterley”, donde habla de la castidad y el miedo al amor, y todo cambia. Pedro termina, cierra el libro y se aleja un momento.

A la luz de las velas por la falta de electricidad en el pueblo en ese momento, Flavián y Floreana se acarician como nunca antes, sin besarse, hasta que él, nuevamente, le dice que la acompaña a la cabaña.

Floreana, dolida y harta ante tanto sentimiento no correspondido, se despide de Flavián pidiéndole que por favor lo hagan como merecen. Ambos se funden en un beso apasionado, y entre lágrimas Flavián le pide a Floreana que se quede.

La mujer toma sus maletas y emprende camino para tomar el micro. Al subirse, la invade la nostalgia y una tristeza enorme. Al tantear su pantalón y notar que tiene la llave de la casa de Flavián, que él mismo le dio para que vuelva cuando quiera, se da cuenta de que su lugar no es en Santiago de Chile, sino allí. Así es como se baja del micro, y se queda en la isla.

Notas finales

“El albergue de las mujeres tristes” es la historia de amor entre Floreana y Flavián. La autora nos lleva por diferentes laberintos literarios donde encontraremos una sororidad inmensa y hermosa y, a la par, el reencuentro con el amor por parte del personaje principal.

Consejo de 12min

Escucha “La casa de los espíritus” de la escritora también chilena Isabel Allende, donde nos invita a conocer la historia de una familia muy particular, con vericuetos esotéricos y desventuras amorosas, en un contexto político y social que pone a los miembros de una misma parentela en veredas opuestas.

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¿Quién escribió el libro?

Nació en Santiago de Chile en 1951. Es una de las figuras más destacadas de la narrativa de América Latina. Ha estado siempre comprometida con la realidad política de su país, siendo militante de izquierda y defensora de las reivindicaci... (Lea mas)

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