La psicología positiva como herramienta de control social
En 'Happycracia', Edgar Cabanas y Eva Ilouz argumentan que la psicología positiva ha sido cooptada por estructuras políticas y empresariales para ejercer control social. Al promover la idea de que la felicidad es un estado que depende únicamente de la actitud personal, se desvía la atención de factores estructurales y socioeconómicos que afectan el bienestar de las personas. Este enfoque individualista reduce la presión sobre instituciones para generar cambios sistémicos y perpetúa un estado de conformidad social.
El mito de la meritocracia emocional
Cabanas e Ilouz critican la noción de que el éxito y la felicidad son el resultado directo de la gestión emocional personal, un principio promovido por la psicología positiva. Este mito de la meritocracia emocional sugiere que cualquier persona puede alcanzar la felicidad si desarrolla las habilidades emocionales adecuadas, ignorando las desigualdades inherentes del sistema y responsabilizando al individuo por su propia infelicidad. Este discurso refuerza narrativas neoliberales que minimizan la importancia del contexto social en el bienestar personal.
La comercialización de la felicidad
El libro explora cómo la industria de la autoayuda y el bienestar ha convertido la búsqueda de la felicidad en un negocio lucrativo. Al capitalizar el deseo humano de ser feliz, esta industria ha creado un mercado saturado de libros, cursos y seminarios que prometen el secreto de la felicidad. Cabanas e Ilouz subrayan que esta comercialización no solo trivializa la complejidad de las emociones humanas, sino que también perpetúa un ciclo de consumo donde la felicidad es vista como una meta alcanzable a través de productos y servicios, más que como un estado subjetivo y personal.
