Mi historia - Reseña crítica - Michelle Obama
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Mi historia - reseña crítica

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Biografías y memorias

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Becoming

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788401021756

Editorial: 

Reseña crítica

En su biografía, Michelle Obama cuenta su historia a través de diferentes procesos históricos y sociales. Desde cómo vivió la segregación racial en su infancia, a cómo conoció al futuro presidente Barack Obama. Además de su experiencia en la Casa Blanca, siendo una primera dama muy influyente. ¿Pero cuánto sabes realmente de Michelle? Te invitamos a conocerla.

Convirtiéndome en mí

Para entender la historia de Michelle LaVaughn Robinson es fundamental poner en contexto su infancia, su familia y el contexto social de ese momento. Nació el 17 de enero de 1964, en el South Side de Chicago, Illinois.

Allí tuvo una infancia feliz, con sus padres Fraser Robinson III y Marian Shields Robinson. Su progenitor era un demócrata amante del jazz, mientras que su madre fue ama de casa hasta que Michelle entró a la secundaria. Desde entonces ejerció como secretaria en la tienda de catálogos Spiegel. Su hermano Craig, dos años mayor, completaba el núcleo familiar.

Los Robinson vivían en el segundo piso de una casa doble. En el primero lo hacía la tía abuela de Michelle y Craig, Robbie. Era una profesora de piano y justamente fue con ella con quien comenzó a tomar clases.

Sin embargo, creció viendo los problemas sociales que afectaban a la ciudad y al país en general. Las protestas en contra de la guerra de Vietnam y la segregación racial eran usuales en las cercanías de su hogar.

El South Side era un barrio con un 96% de gente blanca en los años 1950s. Sin embargo, eso fue cambiando a medida que Michelle creció. Allí vivió una transición, porque cuando se fue a estudiar a la Universidad en 1981 ya era el 96% negro.

Logró vivir en un lugar racialmente mixto, con lo que eso significa. Los amigos de la infancia tenían apellidos variados como “Kansopant, Abuasef, Yacker, Robinson”. Para muchos el South Side era un ghetto, pero para todos ellos era su hogar.

Al mismo tiempo, Michelle demostró ser una gran estudiante. Era precoz y en segundo grado les dijo a sus padres que las clases eran aburridas y las odiaba, finalmente la adelantaron un curso, una decisión motivada por su madre que influyó mucho en su vida. Así lo afirma hasta hoy.

Con el tiempo terminó sus estudios en el progresivo Whitney M. Young High School. Le tomaba dos viajes en colectivo ir desde su casa hasta allí, aunque recuerda que el esfuerzo valió la pena.

Michelle tuvo un gran rendimiento en su high school, siendo una de las mejores de su clase. Pero según los consejeros de su escuela eso no era suficiente para ir a Princeton. No alcanzaba ser una de las alumnas top 10 de su instituto. Sin embargo, Princeton era su prioridad número uno, sobre todo porque su hermano Craig había conseguido entrar.

“El fracaso es una sensación mucho anterior a un resultado real”, sintió. Afortunadamente, usó esos comentarios para motivarse y finalmente pudo entrar en esa Universidad.

Entonces por primera vez en su vida, pudo darse cuenta del significado de la palabra división. Menos del 10% de los estudiantes de Princeton eran negros.

Afortunadamente, participó en una institución llamada Centro del Tercer Mundo (TWC, por sus siglas en inglés). Allí consiguió ser la asistente de Czerny Brasuell. “Una inteligente y bella mujer negra, que siempre pensaba cuatro a cinco ideas a la vez”, según describió en el libro.

Brasuell era una referente para todos los estudiantes de color, como activista y consejera. Michelle aprendió mucho de ella, incluido como ser madre: Czerney era la madre soltera de Jonathan, a quien la ex primera dama cuidó en varias oportunidades.

Después de hacer el test LSAT y de terminar en Princeton, asistió a la Escuela de Leyes de Harvard. Tras finalizar sus estudios, volvió a Chicago para trabajar en la firma Sidney & Austin. Fue allí donde conoció a un tal Barack Obama.

Barack había llegado allí para recibir consejos sobre su futuro. Pero era tan excepcional que en vez de aprender en la compañía terminó enseñando a sus compañeros. Todo esto a pesar de haberse tomado unos años sabáticos antes de entrar a Harvard.

Michelle fue asignada para trabajar tres meses a su lado, no se enamoró a primera vista. En especial, porque fumaba y ella odiaba a los fumadores.

Después de un tiempo Barack pudo acercarse a ella y, tras el primer beso, “todo cambió”.

Convirtiéndonos en nosotros

Antes de casarse, Barack tuvo que pasar una última prueba: el hermano de Michelle, Craig. Fue en un partido de baloncesto, donde Craig analizó su personalidad a través del juego. Se lo había pedido su hermana porque la opinión de su familia le importaba. 

Al final aprobó el examen. Barack terminó sus estudios en Harvard, regresó a Chicago y en octubre de 1992 dijeron el sí en el altar.

Sin embargo, estaban tan ocupados en sus trabajos y proyectos personales que no pudieron disfrutar de la luna de miel. “Cansado y estresado”, escribió Barack acerca de estos años. “Teníamos muy poco tiempo para hablar, y mucho menos para el romance”.

Luego del éxito de Barack en el Proyecto ¡VOTE!, un artículo periodístico de Chicago sugirió que se dedicara a la política. Aunque pospuso su carrera para publicar su inusual vida en el libro Dreams from My Father, en 1995. Las críticas positivas a su biografía le dieron el empujón de motivación que necesitaba para meterse finalmente en política.

Michelle era escéptica: Lo veía mejor al frente de una ONG. No obstante Barack soñó en grande. Pero más grandes son los sueños, más grandes son las responsabilidades.

Y esto empezó a ser problemático cuando nacieron sus hijas, Malia Ann (4 de julio de 1998) y Natasha “Sasha” Marian (10 de junio de 2001).

En el ambiente político tarde o temprano debes saber que si eres parte de él tu familia recibirá golpes bajos. Siempre hablarán o apuntarán hacia ellos.

Por ejemplo, en una ocasión su hija Malia enfermó en Hawaii y por eso la familia no pudo retornar a Chicago. Barack tenía que ir a votar sobre una enmienda sobre el control de armas. Sin embargo, decidió permanecer allí en vez de ir a su despacho, algo que generó críticas públicas. Eso no lo afectó, pero sí profundamente a Michelle.

Con el tiempo, Barack empezó a faltar a las cenas familiares. Y su mujer le dejó hacerlo. ¿Por qué? Estaba segura de que iba a perder en su elección como Senador. Por eso le hizo prometer que si fallaba en los escrutinios se dedicaría más a la familia y menos a la política.

Y entonces Obama mostró sus credenciales con un brillante discurso en la Convención Nacional Demócrata de 2004. Luego su competidor Jack Ryan perdió apoyos a su candidatura por un escándalo sexual y Barack ganó.

A pesar de la desconfianza de Michelle, empezó a sonar el nombre de Barack para convertirse en el primer Presidente negro de los Estados Unidos. Algo que finalmente terminaría sucediendo.

Convirtiéndonos en más

Ser Primera Dama no significa que dejes de ser madre. Y ser madre en la Casa Blanca es completamente distinto a serlo en cualquier otro lugar.

Un día recibió la llamada de la archirrival de Barack en las “brutales primarias” de 2008, Hillary Clinton. Después de todo, ella tenía algunas ideas de cómo ser madre al mismo tiempo de ser Primera Dama.

En su biografía revela que es más complicado de lo que imaginamos. Por ejemplo, los amigos de Malia y Sasha no podían presentarse sin avisar. Tampoco podían jugar en el patio sin seguridad.

¿El trabajo de Michelle? Encontrar una forma de decir a sus hijas que la Casa Blanca era ahora su hogar. Entonces, la deberían tratar como tal a pesar de todos los protocolos de seguridad.

Tan pronto como asumió su rol de Primera Dama, Michelle intentó usar su poder para crear un mundo mejor. Empezó por su nuevo hogar, creando una huerta para hacerlo más acogedor.

Después, a través del programa Let’s Move! luchó contra la obesidad infantil. El objetivo es disminuir en un 5% este problema para el 2030. Aunque ya pueden verse los primeros resultados: 45 millones de chicos ahora comen más sano y 11 son físicamente más activos que una década atrás.

El plan abarcó cuatro ejes. Informaron y reeducaron a los padres acerca del tema, ofrecieron comidas más sanas en los colegios, abastecieron a zonas rurales y alejadas con frutas y vegetales frescos e hicieron que los chicos hicieran más actividad física.

Este éxito motivó a Michelle a ayudar a otra parte de la sociedad, como a los veteranos de guerra y sus familias. Consiguió que más de 1 millón de ex combatientes y sus esposas obtuvieron un trabajo. Además, empoderó a las mujeres jóvenes a tener su educación garantizada con la iniciativa Dejemos que las Chicas Aprendan.

Mirando hacia atrás, Michelle está satisfecha con lo que ha logrado junto a Barack en ocho años.

Sin embargo, no está contenta con el ocupante de los despachos al que ellos dejaron su lugar, Donald Trump. Más allá de la política, todo Estados Unidos escuchó cómo atacó verbalmente a una mujer. Encima, logró salirse con la suya.

Esto fue lo que trató de mostrar Michelle cuando habló a favor de Hillary Clinton, antigua contrincante de su esposo Barack. “Desde la niñez he creído que es importante hablar y concientizar acerca de los bullies. Y para que quede claro, ahora estamos ante un bully”, dijo sobre Trump en plena campaña presidencial de Clinton.

Notas finales

En el cierre de su libro, Obama revela que a pesar de no seguir ligada de manera oficial a la política sigue preocupándose por su país. Especialmente con el presidente racista actual de Estados Unidos.

La actitud de Michelle en las últimas elecciones dejó claras sus prioridades como ciudadana. Priorizó el bien de los Estados Unidos, según su punto de vista, hablando a favor de Hillary Clinton.

No importó que Clinton fuera una antigua adversaria de Barack Obama. Había que evitar que Donald Trump ganará el poder. Finalmente no lo consiguió, pero lo intentó.

“Ha sido muy difícil ver cómo este presidente ha dudado de los americanos e hizo que los americanos dudaran y se enfurecieran contra sus compatriotas. Las políticas compasivas y cuidadosamente diseñadas fueron revertidas”, señaló.

Y Michelle Obama sabe mucho sobre este tema. En varias oportunidades de su vida le dijeron que no iba a poder o que no era suficiente. Pero eso no la detuvo.

Como por ejemplo, cuando desde su escuela secundaria le aconsejaron no presentarse a Princeton. Consideraban que no tenía nivel suficiente. Sin embargo, a través de su esfuerzo e inteligencia, logró hacerlo.

Años más tarde, cuando tuvo poder, lo utilizó por el bien común. Manejó las herramientas que tuvo a su alcance cuando fue Primera Dama. Focalizó su trabajo en ayudar a las minorías. Con diferentes programas cambió la realidad de chicos obesos, veteranos de guerra y mujeres vulneradas.

“Por cada puerta que se me ha abierto, he tratado de abrir mi puerta a otros. Y acá está lo que quiero decir, finalmente: Inviten a otros a entrar. Quizás así podamos empezar a temer menos, a cometer menos presunciones erróneas, dejar atrás los estereotipos que innecesariamente nos dividen. No se trata de ser perfecto. Es a donde llegas al final. Hay poder en usar tu propia voz y contar tu historia única. Y hay gracia en estar dispuesto a conocer y escuchar a los demás. Esto es, para mí, cómo nos convertimos”.

Consejo de 12min

Así como Michelle Obama ha sido un ejemplo para muchos por su perseverancia y su capacidad para ayudar al resto, hay otros personajes de características similares. Puedes leer “Steve Jobs”, la biografía del innovador empresario que cambió sustancialmente la cotidianeidad a través de la tecnología.

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¿Quién escribió el libro?

Nació en Chicago, Illinois, Estados Unidos. Es abogada, administradora universitaria y escritora formada en las Universidades de Princeton y Harvard. Está casada con Barack Obam... (Lea mas)

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