México Bizarro - Reseña crítica - Alejandro Rosas
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México Bizarro - reseña crítica

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Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9786070744150

Editorial: Planeta México

Reseña crítica

El historiador Alejandro Rosas y el periodista Julio Patán recopilaron historias y relatos surrealistas de la historia mexicana. Los textos pueden llevar al lector de la indignación a la risa en cuestión de minutos.

Cada suceso ilustra lo absurdo y la locura de la política, la economía, el entretenimiento, el deporte y la vida cotidiana de los mexicanos.

Bajo las categorías de política, entretenimiento, leyendas urbanas y santoral el libro realiza un recorrido donde conocemos a personajes irreverentes, capaces de tomar decisiones carentes de cualquier lógica.

La improvisación, los enredos y la falta de sentido común abundan en cada una de estas breves anécdotas.

¿Estás listo para conocer una versión de México alejada de la historia oficial? Acompáñanos entonces a revisar una selección de los relatos más peculiares del libro.

Papelones políticos

Si nos referimos al ámbito político, difícilmente haya un mejor episodio para comenzar que aquel donde el procurador general de la República recurrió a una médium para resolver un caso de homicidio.

Septiembre de 1994. Pablo Chapa Bezanilla es designado como fiscal especial para encontrar al asesino de Francisco Ruiz Massieu, secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

El primer detenido no fue otro que el hermano de un expresidente, Raúl Salinas de Gortari, acusado de ser el autor intelectual del crimen y de matar a otro involucrado, el diputado Manuel Muñoz Rocha.

La médium entró en escena ante la necesidad de encontrar los restos del diputado, supuestamente enterrado en una propiedad de Salinas. Se trató de la vidente Francisca Zetina que, en efecto, ayudó a encontrar huesos humanos. Pero estos pertenecían al suegro de la profesional esotérica.

Ella terminó presa junto a otros siete culpables. Pasó once años en la cárcel. El fiscal, por su parte, escapó a España, desde donde fue extraditado. Acabó en prisión por apenas unos meses.

Además de los cuatro millones de pesos pertenecientes al Estado que costó tamaño papelón, resultó decepcionante que Antonio Lozano Gracia, el primer procurador general de la República que no pertenecía al PRI, fuera el responsable de este capítulo vergonzoso.

Otra bella y extremadamente absurda anécdota tiene como protagonistas a una serie de diputados del PRD. En 1999 impulsaron una iniciativa que consistía en vender un producto lácteo a precios populares. Valía apenas $2,50 y se produjeron 130 mil litros diarios.

Quienes quisieran adquirir la “Leche Betty”, además de la módica cantidad, debían presentar su credencial de elector y afiliarse a la Unión de Abasto Popular, vinculada con el PRD. El envase incluso tenía los colores del partido y los nombres de los diputados.

Lo que seguramente ninguno de ellos esperaba es lo que reveló la Secretaría de Salud: el líquido no sólo era pobre en proteínas y calcio, también tenía 300 veces la cantidad aceptable de “bacterias coliformes”. En criollo: heces fecales. No sorprende entonces que el producto no contara con fecha de caducidad.

Martí Bartrés, uno de los diputados responsables, se limitó a acusar a los partidos rivales de organizar una campaña para dañar la imagen de los suyos.

Decisiones polémicas

El libro repasa algunas resoluciones hechas por mandatarios que podemos llamar de curiosas o incluso extremas.

Aquí encontramos a Pascual Ortiz Rubio, presidente en 1930. Llegó a su puesto a través del fraude y era un conocido títere del Jefe Máximo de la Revolución, Plutarco Elías Calles.

Con esos antecedentes, quizás su decisión sorprende menos. Al llegar la época navideña de ese año, y con la aprobación del mandamás Rubio, el gobierno determinó que el símbolo de la Navidad en México iba a ser Quetzalcóatl, una divinidad para varios pueblos indígenas, y no Santa Claus.

A pesar del clima de extremo nacionalismo que se respiraba, esto fue demasiado para la sociedad, que no admitió el cambio: la Navidad era una celebración católica, no podía usarse a un dios pagano para celebrarla.

Aún así, el gobierno continuó con su locura, con una fiesta enorme en el Estadio Nacional de por medio. Fue la primera y última vez que Quetzalcóatl bajó a la Tierra para entregar regalos.

La siguiente historia nos ubica en 1946, en los primeros meses del mandato presidencial de Miguel Alemán. Fue el primer presidente civil de México, a diferencia de sus antecesores militares.

Oriundo de Veracruz, era un abogado con fama de conciliador. Prometió mantener distancia con los sindicatos y buscar el apoyo norteamericano para renovar los ferrocarriles y fortalecer el petróleo, dando un paso importante hacia el capitalismo.

Por su imagen de negociador y dicharachero, el sindicato de petroleros intentó hacer en huelga para conseguir un aumento. Lo que no esperaban era que Alemán mandase al ejército a ocupar una de las mayores refinerías y las gasolineras. El intento de protesta quedó en la nada y los petroleros aceptaron un aumento discreto.

“Nada más lo estábamos calando, señor presidente”, dijeron los representantes sindicales en la comida de reconciliación. Su respuesta pasó a la historia: “Pues ya me calaron, hijos de la chingada”.

La tercera anécdota de este apartado tiene como protagonista de la historia a Ignacio Comonfort, presidente en 1857. A diferencia de Alemán, “Nachito” era realmente endeble, quería que todos los partidos estuvieran contentos en todo momento.

Su indecisión como líder político en un contexto de polarización extrema entre liberales y conservadores lo convertían en una bomba de tiempo. Aunque nadie esperaba un desenlace tan absurdo.

En febrero de 1857, Comonfort juró la nueva Constitución, que favorecía a los liberales y aumentaba aún más las distancias entre los dos bandos. La Iglesia llegó a amenazar con excomulgar a todos los que juraran la Carta Magna.

El padre Francisco Javier Miranda, referente conservador, decidió visitar a la madre del presidente. Doña Guadalupe, devota en su fe, se horrorizó al saber que su hijo se encontraba fuera de la Iglesia, condenado en vida.

Tal fue su sufrimiento que convenció a su hijo de desobedecer la Constitución que antes había jurado. Fue así que este indeciso presidente realizó un autogolpe de Estado y desató la Guerra de Reforma.

La farsa de la democracia

A pesar de lo que podamos creer, México no es un país que goce de una historia muy democrática. Desde 1929 y hasta 1997, la democracia apenas fue parte del discurso político, pero no de los hechos.

Primero, las elecciones estuvieron plagadas de violencia armada. Y, desde 1934, se formó una sistematización del fraude a favor del partido oficial. La perpetuidad del PRI en el poder durante todos estos años lo comprueba.

El problema fue que la ciudadanía aceptó estas prácticas durante décadas. Recién en los años ochenta, debido a las crisis económicas, la sociedad comenzó a despertar. Los asesinatos políticos de 1994 dieron el golpe final, junto a las reformas de la ley electoral para lograr la alternancia que se consumó en el 2000.

Tampoco fue muy respetada nuestra Constitución Nacional. La mayoría de nuestras leyes fueron creadas a conveniencia del gobierno de turno, o como un parche para calmar una urgencia y no para solucionar problemas de raíz.

Todos los gobiernos “democráticos” hablaban de la ley en sus discursos. De la importancia de respetarla y que nadie estuviera por encima de ella.

Pero ya tuvimos siete versiones diferentes de la Constitución desde que existimos como país. Y prácticamente todos los mandatarios desde 1970 metieron mano en ella. Enrique Peña Nieto tiene el récord, con 147 artículos reformados hasta agosto de 2016.

Para rematar la desfachatez de nuestra clase política, tenemos al Congreso. Un recinto merecedor del adjetivo incluido en el título de este libro. Como ejemplo podemos citar una sesión realizada en 1868 en la sede del Circo Chiarini, debido a las reformas del Palacio Nacional. Apenas una nota de color comparado con lo siguiente.

En 1913 le entregaron el poder a un presidente por apenas 45 minutos. Permitieron la reelección indefinida del máximo mandamás, y luego la prohibieron para permitirla una vez más. Usaron máscaras de cerdos y burros. Acamparon en el propio recinto. En 2006, quisieron impedir una toma de posesión. Pidieron cuentas al director técnico de la selección de fútbol. Y aplaudieron a un asesino serial supuestamente rehabilitado.

Ejemplos que más que divertir, indignan. Porque somos nosotros, el pueblo, quien paga sus sueldos, automóviles, propiedades y fraudes. Y ellos, rendidos al Poder Ejecutivo o a los partidos, jamás nos representaron en sus casi 200 años de historia.

Entretenimiento para todos

El mundo del espectáculo mexicano tampoco escapa a lo absurdo. Sara García es un claro ejemplo. Fue una actriz de cine, televisión y publicidad que se destacó al interpretar papeles de ancianas.

Obsesionada con asegurar su futuro, decidió quitarse los dientes y fracturarse una rodilla para darles verosimilitud a sus personajes. Absurdo se queda corto.

Las estrellas extranjeras también tuvieron una probadita mexicana. Cuando, en 1993, se anunció que Madonna daría una serie de conciertos en México, se debatió en el Congreso si el evento debía realizarse.

¿Los argumentos? La cantante no era un buen ejemplo para los jóvenes y representaba una amenaza a los valores de la familia, la cultura y las tradiciones mexicanas. No sorprende a nadie que estas posturas surgieran de grupos derechistas como Pro-Vida y la Unión Nacional de Padres de Familia.

Fue una pena que las 30 mil firmas para cancelar los conciertos no fueron suficientes. Las 150 mil entradas y la defensa de la libertad de expresión pesaron más.

El deporte también tiene su lugar en este repaso. Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928. La delegación mexicana envió a dos aborígenes de la tribu Tarahumara para competir en la disciplina de maratón.

Esta tribu era conocida porque correr formaba parte de su manera de vivir. Habitantes de las sierras de Chihuahua hasta el día de hoy, cazan a los venados cansándolos de tanto correr y practican un deporte propio donde patean una pelota durante cien o doscientos kilómetros.

Pero las autoridades olímpicas mexicanas no contaban con que, en la competencia oficial, el uso de zapatillas era obligatorio. Y que los aborígenes se enfocaban en la resistencia y no en correr rápido. Los atletas improvisados acabaron en los lugares 32 y 35. Y México regresó de los Juegos sin ninguna medalla.

Más reciente fue el escándalo vergonzoso de la selección de fútbol Sub 20. Después de clasificarse para el Mundial de Arabia Saudita 1989, un periodista denunció que varios jugadores inscriptos superaban la edad reglamentaria.

La Concacaf suspendió a la categoría por dos años. Pero un intento de apelación llevó a que la FIFA extendiera la suspensión a todas las divisiones de la selección mexicana. Adiós a los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y al Mundial de Italia 1990.

Leyendas urbanas

Es cierto: no hay evidencias que comprueben su existencia. Pero la historia es tan buena que vale la pena contarla. A mediados del siglo XIX se comenzaron a construir barcos hechos de hormigón. Sí, llamativo.

Su desarrollo aumentó con ambas guerras mundiales, a pesar de su alto coste de producción. Pero en México aún no existían. Fue Heriberto Jara, marinero veracruzano, quien tuvo la idea de construir uno a partir de sus días como embajador en Cuba, donde se fabricaban estos buques.

Según el relato, el barco se hundió apenas zarpar, aparentemente con Jara a bordo. Aunque otras versiones señalan que el proyecto sólo llegó a la construcción de una dársena de hormigón que no resistió y, efectivamente, se hundió.

La lucha libre es, sin duda, un pilar en la cultura del entretenimiento mexicano. Varios de sus protagonistas tienen historias increíblemente absurdas. Como Juana Barraza Samperio, que fue condenada a más de 700 años de cárcel por asesinar a más de 40 ancianas entre los noventa y principios de este siglo.

O los hermanos Alberto y Alejandro Jiménez, “la Parkita” y “Espectrito Jr”: dos luchadores mellizos de talla baja. Aparecieron muertos luego de pasar una noche con “la Tía” y “la Gorda”, otras dos pugilistas.

Los crímenes se extendieron fuera del cuadrilátero. Esta vez, a las hermanas González Valenzuela, conocidas como “Las Poquianchis”. Son las asesinas seriales más mortíferas de México, con un récord de 91 víctimas entre 1930 y 1964. Hijas de un policía violento y una fanática religiosa, presenciaron ejecuciones de presos desde pequeñas y aprendieron a temer a Dios.

La mayor de las hermanas, Delfina, era dueña de varios prostíbulos. Las asesinas actuaban además como tratantes de personas, secuestrando a niñas de 12 a 15 años para prostituirlas. Cuando las esclavas sexuales cumplían los 25 años, eran entregadas a Salvador Estrada Bocanegra, un enfermo que las torturaba y enterraba vivas.

Juicio mediante, las tres hermanas acabaron con extensas condenas.

Santoral absurdo

En este apartado, los autores destacan a personajes a los que habría que encenderles varias velas, y bien de cerca. Como Carlos Salinas de Gortari, presidente de 1988 a 1994 que, en 1995, realizó una huelga de hambre… de 36 horas.

Salinas protestaba luego de que su hermano fuera detenido, acusado de estar involucrado en el asesinato del secretario general del PRI, Francisco Ruiz Massieu. Su alboroto no le hizo adelgazar ni un gramo.

Llamativa fue la medida tomada por Tomás Garrido, gobernador de Tabasco y fiel seguidor de Plutarco Elías Calles, presidente entre 1924 y 1928. Calles llevó a cabo una intensa campaña contra la clase religiosa.

Garrido, por su parte, tuvo puntos positivos durante su gobierno. Masificó la educación pública, propició el voto femenino y apoyó la agricultura y la ganadería. Pero eso no lo hubiera hecho merecedor de integrar esta lista: también obligó a los sacerdotes a casarse sobre pena de cárcel, continuando con la persecución inspirada por su héroe.

Durante su mandato se clausuraron iglesias y se multiplicaron los asesinatos de religiosos. Demostró una actitud autoritaria al intentar también impulsar la ley seca. Todo un personaje.

Finalmente, alumbramos con los focos a Elba Esther Gordillo. Líder del Sindicato Mexicano de Trabajadores de la Educación, el sindicato más grande de América Latina con un millón y medio de afiliados.

Fue detenida por la Procuraduría General de la República en 2013 por defraudación fiscal, uso de recursos de procedencia ilícita y crimen organizado.

Gastó 2.1 millones de dólares en una tienda de ropa y accesorios, tenía diez propiedades, un jet privado, se vestía por un valor de cien mil pesos diarios y regaló 59 Hummels a sus allegados. Todo, con un salario mensual de 35 mil pesos y después de haber declarado al fisco ingresos por un millón cien mil pesos entre 2009 y 2012. Hasta fundó su propio partido político. Un ícono más de nuestra historia.

Notas finales

Las breves historias eternizadas en este libro funcionan como una muestra fehaciente de lo absurdo que México pudo y puede ser. Pero también de la negligencia, el nepotismo y la corrupción de las clases altas, así como de la indiferencia y la apatía del pueblo.

Más allá de las risas que podamos dar, Rosas y Patán nos enseñan a informarnos sobre la realidad de nuestro país, tanto presente como pasada, para aprender de los errores ya cometidos y no repetirlos.

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¿Quién escribió el libro?

Alejandro Rosas es un historiador mexicano que imparte clases en la Universidad Autónoma de M... (Lea mas)

Mientras que Julio Patán es un escritor, presentador de radio y televisión y periodista especializado en cultura. Tiene... (Lea mas)

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