El código Federer - Reseña crítica - Stefano Semeraro
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El código Federer - reseña crítica

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Deportes y Biografías y memorias

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788494894817

Editorial: Roca Editorial

Reseña crítica

El periodista italiano Stefano Semeraro nos invita a repasar la carrera de Roger Federer, a quien pudo entrevistar en los más diversos destinos, como Roma, Shanghai, Wimbledon y Nueva York.

El autor ha sido testigo de las hazañas del Genio de Basilea a lo largo de su carrera. En este trayecto, Stefano consiguió conocer y descifrar a Roger. Y decidió plasmarlo todo en esta obra que, más que una biografía, es una auténtica novela, repleta de testimonios y anécdotas. ¿Preparado? Empecemos.

Retrato del artista cachorro (1981 a 1998)

Roger Federer nació en Binningen, Suiza, una pequeña población cercana a Basilea, el 8 de agosto de 1981. Hijo de Robert, empleado de la farmacéutica Ciba, y Lynette, de nacionalidad sudafricana y funcionaria de la misma empresa; y hermano menor de Diana.

Desde una edad muy temprana, Roger desarrolló su habilidad con la raqueta. Aún siendo un niño, afirmaba que su objetivo era convertirse en el número uno mundial y ganar el torneo de Wimbledon.

En su adolescencia asistía al club de tenis Old Boys, donde conoció a uno de sus más grandes amigos, el también tenista Marco Chiudinelli (puesto número 52 del ranking ATP en 2010).

A pesar de que su físico lo limitaba, Roger solía vencer muchos partidos gracias a su técnica. En esos años, su actitud en la cancha estaba lejos de la reputación sobria y elegante que tiene actualmente: era insoportable.

En 1995, Federer ya estaba bien posicionado en las clasificaciones regionales y nacionales. Sus padres decidieron enviarlo a la academia Ecublens para que diera un salto de calidad.

Poco antes de cumplir los 16, tomó la decisión de dejar los estudios y dedicarse al tenis. En 1997, su nombre apareció por primera vez en la clasificación ATP: ocupaba el número 803 del ranking.

A finales de ese año, ya había escalado hasta el puesto 704.

Pero el año de quiebre fue 1998: primer partido jugado en un cuadro de la ATP, donde ganó su primer punto y un premio de $50.200 dólares -derrota en Gstaad contra el argentino Lucas Arnold-; primer título en el torneo júnior de Wimbledon; primera ronda en un torneo del circuito mayor -en Toulouse, donde venció a Raoux y a Fromberg, dos top 50- y primer título como profesional, en Davos.

Terminó 1998 como número uno del mundo en la categoría sub-18 y número 301 de la ATP.

Su carrera profesional había comenzado definitivamente.

La construcción de un campeón (1999 a 2003)

Roger siguió sorprendiendo. En la primera ronda del torneo de Marsella de 1999 venció a Carlos Moya, número cinco del mundo.

También debutó en la Copa Davis con la delegación suiza, enfrentando a Italia. Los helvéticos avanzaron de ronda con dos triunfos de Federer, sobre Davide Sanguinetti y Gianluca Pozzi. Aunque el equipo caería en cuartos de final frente a Bélgica.

El incipiente astro suizo terminaría el milenio en el puesto 64, escalando 238 posiciones en un año.

En el 2000 conocería a dos personas muy importantes. Por un lado, al sueco Peter Lundgren, ex número 25 del mundo, que sería su nuevo entrenador. Con él pudo perfeccionar su técnica.

Por el otro, a Mirka Vavrincova, colega suiza aunque nacida en Eslovaquia. Luego de conocerse en los Juegos Olímpicos de Sidney, comenzaron una relación que continúa hasta hoy. Juntos, tuvieron dos pares de gemelos, nacidos en 2009 y 2014.

Los Juegos, en lo deportivo, no fueron tan benevolentes: derrota con Tommy Haas en semifinales y con Arnaud di Pasquale en el tercer puesto. A casa sin medalla.

En 2001 llegó el primer título, en Milán, ante Julien Boutter. Otros logros, como llegar a semifinales en Marsella, a la final en Rotterdam y a cuartos en Miami, lo posicionaron entre los diez primeros del mundo.

Dio el broche de oro de ese año al vencer al mítico Pete Sampras en los octavos de final de Wimbledon, en su primera participación en la Centre Court.

Ya en 2002, ganó en Sidney, Hamburgo y Viena. Se había convertido en un jugador maduro, incluso fuera de la cancha, y aprendería a no subestimar a sus rivales.

En esta época, Roger fue golpeado por una tragedia. Su antiguo entrenador Peter Carter, al que había conseguido colocar como supervisor del equipo nacional suizo, falleció en un accidente automovilístico en Sudáfrica, mientras estaba de luna de miel con su esposa Silvia.

Fueron tiempos difíciles. Según su madre, fue “la primera muerte que Roger vivió en primera persona”.

En 2003, Federer dio un gran paso en su carrera: comenzó el año en el puesto número seis y levantó su primer Grand Slam en Wimbledon, con 24 años. También festejó en Marsella, Dubái, Mónaco, Viena, Múnich, Halle y en la Copa Masters celebrada en Houston.

Después de colocarse en la segunda posición del ranking, decidió terminar su relación laboral con Lundgren y optó por continuar su carrera sin entrenador.

Un genio en acción (2004 a 2007)

Tras vencer a Marat Safin en la final, Roger se corona campeón del Australian Open, convirtiéndose en el número uno de la ATP.

En la tercera ronda de Miami se depararía por primera vez con un joven de 17 años, Rafael Nadal. El español lo vencería por 6-3 y 6-3.

Lejos de suponer un bajón en su carrera, Federer repetiría el título en Wimbledon y ganaría por primera vez el US Open. Consiguió tres de los cuatro Grand Slam de la temporada, hazaña que conseguiría reproducir en 2006 y 2007. En 2005 se le resistiría el título australiano.

Roland Garros, el otro gran título del circuito, le sería más esquivo, teniendo como verdugo a Nadal en las finales de 2006, 2007 y 2008.

El 2004 le depararía más victorias: repetiría en Dubái, Hamburgo y Halle y ampliaría sus vitrinas con los títulos de Indian Wells, Gstaad, Bangkok y el Masters de Canadá. Cerró el año con un saldo de 74 partidos ganados y sólo seis derrotas.

En 2005, Roger decidió que era hora de volver a tener un entrenador. Comenzó a trabajar con el ex tenista australiano Tony Roche.

Luego de algunos episodios frustrantes, Federer eligió no participar de la primera ronda de la Copa Davis por primera vez. Suiza caería con Holanda en octavos de final.

Roger se había convertido en un fuera de serie global, siendo elegido en 2005 embajador del deporte por la ONU y campeón del año por la revista L’Equipe.

También se dedicó a causas fuera del deporte. Desde 2003, a través de la fundación que lleva su nombre, puso en marcha un proyecto en New Brighton, el municipio negro de Port Elizabeth, ciudad sudafricana donde su madre trabajó. En ese centro, ofrecía dos comidas al día para 30 jóvenes, colegio, educadores, atención médica y dos canchas de tenis.

Actualmente, la fundación realiza trabajos similares en Botswana, Malawi, Namibia, Zambia y Zimbabue.

Los éxitos seguirían, terminando la temporada 2007 con 12 títulos de Grand Slam, únicamente superado por la marca de Pete Sampras (14). Era el rey absoluto en Wimbledon y Nueva York, con cinco y cuatro torneos consecutivos, respectivamente.

Si bien Nadal acumulaba “solo” tres Slam, su rivalidad era la máxima sensación del circuito. Aunque ya asomaba un adversario aún más joven, pero que prometía: un tal Novak Djokovic.

Tres jugadores para un puesto (2008 a 2012)

El 2008 fue el peor año profesional de Federer hasta entonces. Tuvo su peor inicio de temporada desde el 2000 y contrajo mononucleosis en Melbourne.

Roger estaba decidido a romper con la racha de Nadal en Roland Garros. En esta época, el autor consiguió hablar con quien era su entrenador, José Higueras. “¿Realmente es la tierra el problema de Federer en París?”, le preguntó.

“No, la tierra no es el problema. Quitando a un jugador, Federer les gana a todos, incluso en tierra batida. Su problema es Nadal. Para derrotarlo en tierra, Rafa tiene que jugar mal y su adversario tiene que estar en racha”, sentenció.

El entrenador también admitió cuál era la clave para frenar a Nadal: “Con saques potentes. Arriesgándose. Obligándolo a cansarse en la respuesta. Quitándole tiempo”.

A pesar de todos los preparativos, la historia se repitió una vez más, esta vez con una crueldad poco antes vista: 6-1, 6-3 y 6-0 para Rafa.

Después de ver como Djokovic se quedó con el Australian Open a principios de año, Federer pretendía mantener su reinado en Wimbledon, pero ni eso iba a conseguir. Nadal rompió todos los pronósticos ganando la final en cinco sets. 

Para completar la serie de derrotas, Nadal se hizo con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing. Roger tuvo el consuelo del primer puesto en dobles, con su compatriota Stan Wawrinka.

Sobre el final de la temporada, Federer consiguió ganarle la final del US Open a Andy Murray y levantó el trofeo en su Basilea natal.

Nadal, por su parte, le arrebató el primer puesto del ranking.

El 2009 tendría mejores planes para Roger. Se casó con Mirka y fue padre por primera vez, de las gemelas Charlene Riva y Myla Rose.

En el Masters 1000 de Madrid -torneo que sustituyó al de Hamburgo-, venció a Nadal en la final. En su casa y en su superficie, por 6-4 y 6-4. Roger estaba mostrando su mejor tenis.

Para sorpresa de todos, Rafa fue eliminado en octavos del Roland Garros, a manos del sueco Robin Söderling. Mismo rival tendría Roger en la final, pero con un desenlace diferente: 6-1, 7-6 y 6-4 para que Federer se quede con el Grand Slam que le faltaba.

Se convirtió en uno de los seis tenistas de la historia que ganaron cada uno de los grandes torneos e igualó el decimocuarto Slam de Sampras. Poco duró la marca, porque meses después también levantó el título de Wimbledon ante Andy Roddick.

Roger había crecido como jugador. Luego de una crisis profunda, se lo veía más maduro. El autor identifica esta como su cuarta fase: talento insumiso, dominador absoluto, esclavo de Nadal, y ahora un Federer diferente.

Roger acabó el año en el primer puesto de la ATP por quinta vez.

Los siguientes tres años no darían tantos frutos en lo referente a los torneos del Grand Slam -bajo los estándares de Federer-. “Apenas” el Australian Open de 2010 y Wimbledon 2012. En ese período, Nadal cosechó cinco Slam, Djokovic cuatro y Murray, uno.

Fuera de los grandes torneos, Federer acumuló la asustadora cifra de 16 títulos entre 2010 y 2012. Además contrató a Paul Annacone, ex entrenador de Pete Sampras.

Los Juegos Olímpicos de Londres le brindaron a Roger la oportunidad de saldar una deuda, ganando una medalla. Lamentablemente para el suizo, fue la presea de plata, tras caer con Andy Murray.

Un largo sueño (2013 a 2016)

Hasta 2009, la ATP exigía que todos sus jugadores, sin importar cuántos años llevaran en el circuito, cumplieran con un mínimo de participaciones en torneos Masters 500 y Masters 1000.

Eso cambió gracias a una regla que permite evitar un Masters 1000 a quien haya jugado por lo menos 600 partidos, haya cumplido 30 años o lleve 12 como profesional. Para quien cumpla estos tres requisitos, la exención es total.

En 2013, Roger ganó ese privilegio, por lo que pudo organizar su temporada a gusto. Como no tenía que preocuparse por dinero, se enfocó en los torneos del Grand Slam.

Aunque ese año, el dolor de espalda que lo atormentaba desde hacía un tiempo lo estaba incomodando mucho más, al punto de no permitirle participar del Masters de Montreal.

Una baja en sus resultados lo relegó hasta el sexto puesto, saliendo del top tres tras diez años.

En diciembre anunció a Stefan Edberg como su nuevo asesor técnico.

El 2014 trajo un nuevo par de gemelos, Leo y Lenny, y la tan ansiada Copa Davis. Tras vencer a Serbia, Kazajistán e Italia, Suiza debía disputar el título con Francia.

Federer y Wawrinka se encargaron de lidiar con un equipo formado por Tsonga, Monfils, Benneteau y Gasquet. 3 a 1 y, por fin, la Copa para los helvéticos.

El despertar de la fuerza (2017 hasta hoy)

Los últimos años le dieron a Roger la oportunidad de disputar otras cuatro finales de Wimbledon (2014, 2015, 2017 -donde fue campeón- y 2019), dos del Australian Open (2017 y 2018, siendo ganador en ambas) y una del US Open (2015).

Hasta 2020, Federer acumula 20 títulos de Grand Slam en 31 finales disputadas. El máximo ganador, junto con Rafael Nadal. Además ganó seis torneos del ATP World Tour Finals, 28 Masters 1000, 24 trofeos ATP 500 y 25 ATP 250.

En total, el Genio suizo ostenta la salvaje cantidad de 103 títulos en 157 finales; el último, en Basilea 2019.

Notas finales

En “El código Federer”, Semeraro consigue plasmar el éxtasis glorioso de la carrera de Federer, así como sus pocas -pero dolorosas- derrotas.

El autor también nos muestra una cara rebelde poco conocida de Roger, y cómo su identidad se fue transformando hasta llegar a ser la eminencia deportiva de nuestros días.

Sin dudas, este libro es una pieza infaltable para todos los amantes del deporte.

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¿Quién escribió el libro?

Periodista nacido en Bolonia, Italia en 1963. Escribe desde hace 26 años para La Stampa de Turín. Ha cubierto decenas de torneos del Grand Slam, cuatro edi... (Lea mas)

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