¿De dónde vienen las buenas ideas? - Reseña crítica - Steven Johnson
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¿De dónde vienen las buenas ideas? - reseña crítica

¿De dónde vienen las buenas ideas? Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Tecnología y innovación

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Where Good Ideas Come From - The Natural History of Innovation

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788537806845

Editorial: Editora Independente/Não Encontrada

Reseña crítica

Steven Johnson identifica siete patrones que originan la verdadera innovación. Además examina la evolución de la vida en la Tierra y la historia de la ciencia.

Si la innovación es una prioridad para ti y tu empresa, esta es una lectura obligatoria. ¿Empezamos?

Evolución e innovación

La evolución y la innovación comienzan a partir de lo que es posible en un momento dado: el posible adyacente. Millones de años atrás, los átomos de carbono comenzaron a formar una mezcla de sustancias que daría origen a la vida en nuestro planeta. Poco a poco, los átomos se combinaron y formaron moléculas, llamadas proteínas.

Estas moléculas y proteínas se combinaban iterativamente para formar las células de los primeros organismos vivos. Así surgieron los seres vivos más elaborados y complejos en la Tierra.

Para garantizar que ciertas combinaciones funcionan, se multiplican, es necesario pasar por varias etapas. De la misma forma, una empresa de internet como eBay no podría haber sido creada hace 50 años. 

No existían las computadoras, ni las herramientas para que ellas se interconectaran. Tampoco había una red mundial que permitiese que las personas estuvieran online y pudieran comprar por ese medio.

Las nuevas condiciones tienden a suceder en los límites del posible adyacente, en la esfera de las posibilidades disponibles de un momento determinado. Los avances que no se basan en el posible adyacente son raros y condenados a volverse fracasos a corto plazo. 

Si YouTube hubiese sido lanzado en los años ‘90, habría sido considerado un fracaso. En  aquella época no existían conexiones de internet rápidas que permitieran a los usuarios ver videos en sus PCs. El posible adyacente está limitado por las piezas y el conocimiento existentes en el momento actual.

Eso explica por qué muchas veces personas en lugares diversos del mundo descubren cosas muy similares casi al mismo tiempo. 

Carl Wilhelm Scheele y Joseph Priestley aislaron el oxígeno en el siglo XVIII, sin conocerse el uno al otro, y solo con dos años de diferencia. Pero partieron del mismo punto inicial, pues la búsqueda por el oxígeno no podría haber comenzado antes de que la naturaleza gaseosa del aire fuera comprendida.

Las ideas no dan saltos repentinos

Aunque parezca que los grandes descubrimientos suceden aisladamente, cuando los observamos en detalle, percibimos que en verdad se desarrollan de forma lenta. Maduran poco a poco.

La teoría de la selección natural de Charles Darwin surgió mientras estudiaba la teoría maltusiana del crecimiento poblacional. Con una observación más detallada, es posible notar que, antes de esa epifanía, él ya había descrito una teoría de la selección natural casi completa.

Mirar en retrospectiva hace parecer la idea como obvia, a punto de parecer un insight inmediato, un descubrimiento momentáneo. Sin embargo, esa no es la verdad en la mayoría de los casos.

La historia de internet también tuvo un origen similar. El ingeniero Tim Berners-Lee es considerado el padre del concepto de internet como lo conocemos hoy. Algunos años atrás, abordado por un reportero, le preguntaron de dónde vino esta idea tan visionaria. Tim no sabía qué responder y se quedó paralizado.

No se había olvidado de la circunstancia de su momento eureka. En realidad, la idea básica de internet estuvo en su mente durante más de una década. Pero fue solo cuando comenzó a trabajar como consultor en el laboratorio del CERN que las ideas se cristalizaron en su mente.

Para Tim Berners-Lee, no hubo una epifanía, sino años de combinaciones lentas. Inició un proyecto paralelo que permitió almacenar y conectar pedazos de información, como nodos en una red.

Luego, pasó más de una década. El CERN lo autorizó a trabajar en un proyecto y surgió la tecnología que permitió que la red mundial de computadoras exista hoy en día.

La clave es la innovación

El término científico “especie clave” se usa para describir organismos que son desproporcionadamente importantes para el bienestar del ecosistema. Son como ingenieros del ecosistema. Crean hábitats para otros organismos, construyen plataformas que muchos otros seres necesitan para sobrevivir.

Un buen ejemplo son los castores que derriban árboles. Estos árboles atraen pájaros carpinteros para hacer huecos para colocar sus nidos. El castor crea por lo tanto una plataforma para el pájaro carpintero.

Cuando los pájaros carpinteros se van, esos huecos son ocupados por pájaros cantores. Así, el pájaro carpintero crea una plataforma para los pájaros cantores. Este patrón también existe en la esfera de la innovación, por ejemplo, en la navegación por GPS.

Esta fue creada en un centro de investigaciones del ejército para situar elementos basados en sus coordenadas geográficas captadas vía satélite. Décadas después, el GPS se volvió la fuente de decenas de combinaciones que nos trajeron grandes ideas nuevas.

Permitió que surgieran decenas de servicios basados en localización y miles de aplicaciones móviles. Hoy en día hasta la publicidad se basa en la ubicación del usuario alcanzado.

Las plataformas generalmente trabajan en conjunto, o sea, sirven de base para que otras surjan. Estas combinaciones producen ambientes propensos a la innovación. Un buen ejemplo son las redes sociales como Twitter o Facebook.

Hoy existen millones de aplicaciones derivadas de la red mundial de computadoras. El posible adyacente está en constante evolución y transformación.

Las redes lo son todo

Toda la vida en la Tierra se basa en el átomo de carbono, que es el componente fundamental para conectar átomos y formar cadenas de moléculas. Esas conexiones permiten que surjan nuevas estructuras, como las proteínas.

Sin el carbono, la Tierra probablemente sería una sopa muerta de productos químicos. Las conexiones también son propulsoras de ideas. Cuando los humanos comenzaron a organizarse en comunidades, empezaron a exponerse a nuevas ideas y a esparcir sus propios descubrimientos. 

Antes de esas conexiones, la idea nueva de una persona no se multiplicaba, pues no había una red para esparcirla. En los años ‘90, los psicólogos decidieron grabar todo lo que sucedía en cuatro laboratorios de biología molecular.

Se cree que en un campo como la biología molecular, los grandes descubrimientos se observan por el microscopio, ¿no? Sorprendentemente, se verificó que las ideas más importantes surgían durante las reuniones del laboratorio, cuando los científicos discutían su trabajo con sus compañeros.

Además, los estudios comprobaron que los individuos más creativos tienen amplias redes sociales que se extienden fuera de su propia organización. Se predisponen a recibir ideas nuevas en diferentes contextos.

Así como el surgimiento de las comunidades y ciudades aceleró la multiplicación de las ideas, internet también se tornó un canal clave de su difusión. En la red mundial de computadoras, las ideas se crean, se conectan y se difunden a velocidades cada vez mayores.

La importancia de la competición

Poder beneficiarse financieramente de tus descubrimientos es uno de los principales factores que llevan a la innovación. Es cierto que la comercialización de las invenciones estimula la generación de nuevas propuestas. Sin embargo, ella también puede generar patentes y otras restricciones que perjudican la diseminación y evolución de las ideas. 

Por lo tanto, los propios mercados que deberían garantizar la constante innovación, son, de hecho, estructuralmente ineficientes. Crean mecanismos (como las patentes) para evitar que las ideas se combinen.

Las innovaciones estimuladas por el mercado, como en los Estados Unidos, han sido más efectivas que las innovaciones en economías cerradas, como la Unión Soviética. Pero eso no significa que este sea el mejor camino. Los inventores merecen ser recompensados, pero el objetivo final debe ser aumentar la innovación como un todo, sin restricciones.

En su libro “El origen de las especies”, Charles Darwin pone el énfasis en la colaboración entre las especies. La selección natural deriva de la competición por recursos. Las conexiones entre ideas, así como la colaboración entre las especies, pueden ser un estímulo tan bueno para la innovación como la propia competición.

El orden y la anarquía

La habilidad del carbono de conectarse con otros átomos fue vital para la evolución de la vida. Pero una segunda fuerza imprevisible fue necesaria también: el agua. Además del carbono, capaz de combinarse con facilidad para el surgimiento de la vida, la molécula de H2O fue otro componente esencial,.

El agua se mueve disolviendo y erosionando lo que está en su camino, alimentando así nuevas formas de conexiones entre átomos. Por otro lado, las fuertes conexiones de hidrógeno de las moléculas de agua ayudan a mantener esas relaciones de forma estable.

Esa mezcla de turbulencia y estabilidad determina que las conexiones líquidas y maleables sean fundamentales para la evolución de la vida y la creatividad. Conexiones aleatorias e imprevistas llevan a descubrimientos accidentales.

El caos y la creatividad están relacionados hasta en un nivel neurológico. Las ideas son, de hecho, manifestaciones de una compleja red de neuronas conectándose. Las nuevas ideas solo son posibles cuando se forman nuevas conexiones.

Nuestras neuronas se alternan entre estados de caos, cuando se activan completamente fuera de sincronía, y estados sincronizados, cuando lo hacen en la misma frecuencia. Los estudios muestran que cuanto más tiempo el cerebro está expuesto al estado de caos, más inteligente la persona es. Esto la vuelve capaz de hacer conexiones más complejas.

Las corazonadas a solas no existen

El serendipity es el acto de hacer descubrimientos afortunados, aparentemente, por azar.

Cuando las ideas convergen en un espacio compartido, como en una reunión entre personas de diferentes áreas del conocimiento, surgen mezclas creativas. Se hacen posibles nuevas combinaciones. 

Las interacciones compartidas en espacios, físicos o virtuales, permiten que las ideas se difundan, circulen y se combinen de forma aleatoria. Facilitar esas conexiones depende solo de que uses tu cerebro para procesar ideas de diferentes áreas. 

Innovadores como Benjamin Franklin se beneficiaron mucho de esto al trabajar en varios proyectos simultáneamente. Así pueden surgir conexiones entre ambientes muy distintos entre sí. En una empresa, la clave para la innovación es una red que permita que las corazonadas maduren, se esparzan y se combinen con otras abiertamente.

La evolución depende del error

Los fallos están presentes tanto en la evolución de la vida como en la innovación de grandes ideas. No son necesariamente algo malo. Los genes se pasan de padre a hijo, ofreciendo instrucciones sobre cómo el hijo debe desarrollarse.

A veces suceden mutaciones genéticas ocasionales en estas instrucciones y, sin estos errores, la evolución se habría estancado.

Las mutaciones crean nuevas formas de vida, con sus propias características. A pesar de que muchas mutaciones fallan, ocasionalmente aciertan. De aquí procede la evolución.

La penicilina solo fue descubierta por un error. Una muestra que estaba analizando Alexander Fleming fue contaminada por moho. Así, empezó a investigar qué fue lo que había matado a la bacteria.

Las innovaciones necesitan de la reinvención y la reutilización de lo pasado. A veces una característica originalmente desarrollada para un propósito específico es eventualmente usada de una forma completamente diferente. A este fenómeno se le denomina exaptación.

Por ejemplo, las plumas de las aves tenían como objetivo inicial regular la temperatura, pero acabaron permitiendo que los pájaros pudiesen volar.

Frecuentemente, las ideas son similarmente reaprovechadas y exaptadas. Internet fue creada para la investigación científica, pero se transformó en una red para compras, consumo de noticias, relaciones con amigos y hasta pornografía.

Gutenberg, por otro lado, encontró un uso diferente para una invención milenaria. Combinó la vieja máquina de exprimir uvas con su conocimiento de metalurgia y creó la primera imprenta del mundo. Revolucionó la manera en que la humanidad se comunicaba.

Los usos no convencionales para los ítems e ideas antiguas, o hasta rechazadas, inducen a la innovación. Los ítems descartados también son transformados a través de la innovación. 

Pensemos en que la estructura del esqueleto dejada por los corales muertos es la base para el ecosistema de los arrecifes. Otro ejemplo son los edificios abandonados que pueden ser el origen de nuevas subculturas urbanas.

Notas finales

Las ideas derivan de la combinación constante entre lo que es posible en un momento dado y su futuro adyacente. Así como la evolución de la vida en el planeta Tierra. 

En la innovación no existen grandes saltos disruptivos, sino cadenas de evoluciones constantes. Este desarrollo es lento y gradual pero puede acelerarse por algunos factores. Plataformas, redes y espacios compartidos ayudan a las ideas a combinarse más libremente y hacer más grande el posible adyacente.

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No solo es un divulgador científico, sino que se ha transformado en un escritor de culto. Tanto su libro “¿De dónde vienen las buenas ideas?” como su charla TED hom... (Lea mas)

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