Cómo la música se volvió gratuita - Reseña crítica - Stephen Witt
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Cómo la música se volvió gratuita - reseña crítica

Cómo la música se volvió gratuita Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Tecnología y innovación

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: B0108JNED2

Editorial: Editora Independente/Não Encontrada

Reseña crítica

Es posible escuchar la música que deseamos a través de vídeos de Internet y aplicaciones que reproducen los principales trabajos de hoy y de ayer. Y los independientes también. Pero ¿cómo llegó a tal punto la industria de la música? Stephen Witt, un periodista estadounidense, explora cómo la industria musical entró en declive en esta era de mucha piratería. Reserva los próximos 12 minutos para aprender un poco más sobre los bastidores de la música, su industria y diversos aspectos que la hacen tan plural en la actualidad.

Punto de vista

Mitt cuenta toda la historia desde la óptica de tres personajes: el investigador y científico alemán Karlheinz Brandenburg, del Instituto Fraunhofer; Dell Glover, empleado de una fábrica de CDs en Carolina del Norte y el ejecutivo de la industria discográfica Doug Morris.

La larga jornada del mp3

Algo bellísimo había surgido en una oscura periferia científica: el producto refinado de una línea de producción, una investigación que databa de tres generaciones. Sólo que los hombres de traje en la sala no se importaban con el hecho del mp3 ser superior al mp2. La derrota, siempre amarga, en este caso lo era aún más, pues, después de trece años de trabajo, Brandenburg había resuelto uno de los problemas más complejos del área del audio digital. El volumen de investigación dispensado por el comité se remontaba a décadas, pues los ingenieros venían elaborando teorías sobre algo parecido al mp3 desde finales de los años 1970. El Moving Picture Experts Group (MPEG) es el comité de estandarización que hasta hoy decide qué tecnologías deben llegar al mercado consumidor. Sin embargo, el mp3 fue abandonado después de muchos años y se utilizó el mp2.

De la planta de la fábrica

Dell Glover comenzó como un simple empleado de PolyGram trabajando en la parte operativa de la fabricación de CDs. Siempre alimentó mucho interés por la tecnología. El primer día en la fábrica, Glover recibió la montaña estándar de papeles de trabajo, como por ejemplo, la norma de tolerancia para hurtos, que prohibía la retirada no autorizada de CDs inéditos bajo la amenaza de despido. Los términos de esta norma eran amplios, extendiéndose a la copia no autorizada y a las conspiraciones. Glover firmó, colocó la fecha y rubricó el documento, que fue adjuntado a su archivo. A continuación, fue llevado a la planta de la fábrica. Días después, fue a una fiesta, en su comienzo en la empresa, y percibió que el anfitrión animaba la reunión con canciones que había robado de la fábrica.

El complejo Morris

En junio de 1995 Doug Morris, que era el presidente para América del Norte de Warner Music, caminaba por los pasillos de la oficina de Manhattan de Time Warner hacia una reunión con su jefe. Tenía 56 años de edad y una carrera en la industria discográfica después de haber fracasado en sus intentos como compositor y músico. Siempre pragmático, fue despedido de la empresa después de una serie de lanzamientos de discos de rap, con fraseos demasiado fuertes para el puritanismo empresarial.

Todavía sobre el MP3

El mp3 continuaba mostrando mejores aspectos de calidad, pero el financiamiento público para sus investigaciones era algo raro, pues se consideraba demasiado complicado su uso. Para Brandenburg, era necesario buscar al consumidor doméstico. Él intentaba buscar y programar una aplicación para PC capaz de codificar y ejecutar archivos mp3. La mayor limitación aún era el proceso de codificación. El MP3 tocaba música de CD con una fidelidad casi perfecta con un tamaño 12 veces menor del original. Y Brandenburg veía el mp3 como una nueva pieza natural para la industria. Era sólo una cuestión de hacerles entender sus ventajas económicas.

Glover, el filtrador

En 1996, Dell Glover trabajaba tiempo completo en la fábrica de PolyGram. Había subido de cargo y conseguido algunos aumentos. Glover tenía una facilidad notable para hacer contabilidad en su cabeza. Sin embargo, enfrentaba dificultades financieras. El técnico a cuya fiesta Glover había ido en 1995 acababa de ser despedido después de denuncias anónimas de otros funcionarios, a la gerencia, sobre cómo él venía obteniendo su condenado acervo musical. La seguridad de la fábrica no había podido probar nada, pero tomaron las acusaciones en serio y usaron los servicios de un especialista en polígrafo para conducir una prueba de detección de mentiras. Cuando Glover supo que era posible rastrear a otros usuarios y rastrear su dirección de protocolo de Internet, el IP, descubrió maneras de burlar esa forma para ser el más exitoso "filtrador" de nuevas canciones dentro de la fábrica y complementar ingresos. En particular, los nuevos raperos.

Retorno a la industria

Doug Morris consiguió un nuevo empleo casi de inmediato. Menos de un mes después de su despido, ya estaba trabajando en una destilería hasta llegar a una división de la MCA, que enfrentaba dificultades financieras. Tal vez en el intento de exorcizar los fantasmas, Morris cambió el nombre de la MCA a Universal Music Group. Con foco en la venta de lanzamientos del rap en el auge del éxito.

Sofisticando las copias

En 1998, Glover construyó una torre: siete grabadoras de CD apiladas que hacían copias perfectas del original y eran cuatro veces más veloces. Así, en una hora, Glover podía producir cerca de treinta clones. Se concentró principalmente en las películas. La compresión de vídeo recién estaba empezando a llegar a las redes piratas, lo que llevó a una profusión de copias de baja calidad. Las grabadoras domésticas de DVD aún no habían sido lanzadas, y los grupos de uso compartido utilizaban una tecnología inferior llamada "Video Compact Disc". Glover bajaba ese material, hacía copias con la torre y luego vendía las copias piratas por un valor de 5 a 10 dólares cada uno. La calidad de los vídeos era baja, pero el negocio era prometedor. En poco tiempo Glover ya estaba comprando CDs vírgenes en grandes cantidades. La única cosa que no vendía eran los CDs de la fábrica. Aunque ya se vendían en el mercado negro, Glover prefería no llegar ni cerca de ellos.

Napster

En junio de 1999, un joven de dieciocho años, Shawn Fanning, que había abandonado la Universidad Northeastern, lanzó un software que había desarrollado, llamado Napster. Napster era un monopolio natural cuyo acervo y velocidad sólo aumentaban a medida que más gente se juntaba con él. A principios de 2000, había casi veinte millones de usuarios, y en el medio del año más de catorce mil canciones se bajaban a cada minuto. Toda música ya producida en cualquier lugar se podía encontrar en segundos. Las velocidades de descarga aumentaban rápidamente, incluso en las conexiones domésticas, y las canciones a menudo llegaban en menos tiempo que su propia duración. En esencia, era prácticamente un streaming. Napster no era sólo un servicio de intercambio de archivos, era el jukebox digital infinito. Y era gratuito. Hubo muchos intentos de hacerlo salir del aire, bloquear a los usuarios, pero la cultura impuesta por esa novedad era irreversible: la de la piratería de canciones y películas.

El mayor filtrador

Aunque era uno de los mejores clientes de los contrabandistas, por un buen tiempo Dell Glover no pudo descubrir cómo sacaban los CD de la fábrica. La seguridad en Universal era inviolable. Además de las revisiones aleatorias, los empleados ahora necesitaban colocar las mochilas en una cinta para pasar por una máquina de rayos X. La fábrica no tenía ventanas, y las salidas de emergencia disparaban una alarma alta. Los ordenadores portátiles estaban prohibidos en cualquier lugar de las instalaciones, así como sistemas de sonido, reproductores portátiles, aparatos de cinta de cassette o cualquier cosa que pudiera grabar o leer un CD.

En la línea de producción, las máquinas de prensa eran controladas digitalmente y producían registros a prueba de errores de todo lo que entraba y salía. Los discos empaquetados producidos al final se incluyeron inmediatamente en el inventario con un lector de códigos de barras. La gerencia producía un informe automático para cada uno, registrando lo que había sido impreso y lo que había sido enviado para la venta, y cualquier diferencia necesitaba ser justificada. Para un álbum popular, la fábrica podía prensar más de medio millón de copias en un período de 24 horas, pero la grabación automática de registros permitía a los jefes acompañar el inventario disco a disco. Y entonces venía la fila de la revista, en la salida del servicio. A partir de 2000, Glover se convirtió en el mayor responsable de la filtración de canciones antes del lanzamiento en el mundo tras perfeccionar los medios de burlar la seguridad, ayudado por su ascenso a mejores cargos en Universal.

La caída

El negocio del rap estaba en expansión, pero el de la música caía a mucha velocidad. La piratería estaba acabando con las ventas de la industria y, desde el pico en 2000, las ventas de CDs tuvieron una caída del 30%. A pesar del crecimiento impresionante de su participación de mercado, no había nada que Universal pudiera hacer para estimular el aumento de las ventas. En las otras discográficas se desarrollaba una masacre. La Tower Records bordeaba la quiebra. El sello Columbia, de Sony, estaba en guerra contra la propia división de electrónicos. La EMI estaba ahogada en deudas. Bertelsmann colocó sus activos del área musical a la venta.

Un acuerdo ventajoso

Desde 2002, Steve Jobs intentó convencer a Morris a embarcarse en iTunes. Los dos iniciaron un largo, y a veces cáustico, coqueteo. Ellos eran verdaderos opuestos. Morris creía en el poder de la investigación de mercado y estaba dispuesto a dejar a los consumidores decirle qué vender. Jobs en cambio encaraba la investigación de mercado con escepticismo. Sin embargo, de alguna manera, los dos se entendían, y Morris estaba bajo presión. A finales de 2002, en una reunión en la oficina de Morris en Universal, Jobs le mostró por primera vez el prototipo de una experiencia intuitiva de compra por la web que llevaría la distribución legal de música a las masas. El sitio se publicó a finales de abril, y por primera vez todas las canciones de Universal estaban disponibles para descarga legal y, por supuesto, pagas. La iTunes Store fue un éxito instantáneo, vendiendo más de setenta millones de canciones en el primer año.

Filtraciones

A la piratería se sumaba el problema recurrente de las filtraciones pre-lanzamiento. Cualquier persona que haya trabajado en una tienda de discos sabe que el martes era el día más movido, cuando nuevos lanzamientos llegaban a los estantes. El martes era el termómetro de la industria y la mitad de las ventas de un álbum típico ocurría en las primeras cuatro semanas después del lanzamiento. En el pasado, una filtración de un álbum podía ser encontrada, pero con la tecnología peer-to-peer una filtración pre-lanzamiento podía extenderse por todo el mundo en cuestión de horas. Siguiendo el antiguo modelo de negocios, iTunes también lanzaba la mayoría de las nuevas canciones los martes. Sin embargo, muchas veces ya estaban disponibles en mp3 semanas antes en los sitios peer-to-peer. Es obvio que eso obstaculizaba las ventas y, por alguna razón que Morris no podía entender, Universal parecía más susceptible que otras grabadoras a tales fugas. En 2002, surgió la sospechosa de que alguien en la fábrica de control rígido, donde Glover trabajaba, filtraba canciones.

Varias formas de downloads

En 2001, Brandenburg y sus amigos investigadores habían seguido sus caminos. Los defensores de la propiedad intelectual estaban un paso atrás. El Napster, sin embargo, estaba arruinado, y los herederos de su imperio no llegaban ni cerca de su calidad y alcance. Kazaa, eDonkey, LimeWire, BearShare, Gnutella, Grokster. Iniciar la descarga de una canción o una película en esas redes significa entrar en una fila detrás de cientos de usuarios. El tiempo de espera podía ser de horas, a veces hasta días, y durante todo ese período en la cola el usuario era obligado a dejar la dirección de IP vulnerable a cualquier abogado intrépido. Peor aún, cuando al fin el archivo era descargado, en general, era una codificación corrupta de baja fidelidad o una música completamente diferente, o incluso una falsificación deliberada con algún sonido extremamente desagradable.

Los torrents

Bram Cohen creó BitTorrent. Nacido en Manhattan, Cohen era un excelente programador que en su tiempo libre participaba de torneos de matemáticas. El cargo de Cohen en MojoNation le permitió analizar de cerca la mecánica del intercambio de archivos, y lo que él vio era chocante. Podía haber millones de copias de la música en el mundo virtual, pero, en un sitio como Napster o Kazaa, sólo era posible acceder una a la vez. Esto no tenía sentido para Cohen. La lógica sirvió de base para la tecnología de BitTorrent y la eliminación de las filas de descarga fue sólo el inicio. El punto más positivo del torrent fue haber resuelto uno de los viejos problemas de Internet: el cuello de la transmisión de datos. Con los torrents, cuanto más personas descargaban un archivo al mismo tiempo, más rápida se volvía la descarga. En septiembre de 2003, más de dos años después de que los servidores de Napster fueron cerrados, apareció el primer sitio público de torrents que tuvo éxito: The Pirate Bay. Recibido en Suecia, Pirate Bay pronto se convirtió en el principal catálogo de material pirateado del mundo. Películas, canciones, programas de TV, programas crackeados.

Crisis y más crisis

Debido a la crisis en las ventas en la industria discográfica, Morris fue forzado a cerrar divisiones enteras de la compañía. Desde 2002, más de dos mil empleados de Universal habían perdido el empleo en tres oleadas sucesivas de despidos masivos. Hubo una congelación en las contrataciones, y los adelantos a los artistas se redujeron. Los gastos de marketing también, y los presupuestos para los videoclips pasaron a ser restringidos. Aunque en 2005 los CDs aún representaban más del 98% del mercado de ventas legales de álbumes, Morris no estaba preso al formato. El CD era el pasado; el iPod, el futuro.

Filtraciones y perjuicios

A finales de 2006, Glover ya había filtrado casi dos mil CDs. A pesar de todas las reclamaciones que la compañía hacía en público sobre las filtraciones, la seguridad de la cadena de suministro de Universal estaba peor que nunca. La Universal volvió a actualizar las líneas de producción, y la fábrica ahora podía producir un millón de CDs al día. Pero ese había sido su último perfeccionamiento. La fábrica ahora era un activo en depreciación y era tratada como tal. Desde la transferencia a la nueva sede, no se había instalado ningún nuevo equipo, las contrataciones se congelaron, los cuidados más básicos de mantenimiento estaban siendo descuidados, la atmósfera era de pesimismo y muchos funcionarios habían comenzado a buscar nuevos empleos. Sin embargo, Glover continuaba haciendo tiempo extra, pues supervisar la línea de embalaje se estaba volviendo cada vez más difícil. Casi todos los lanzamientos ahora venían en varias ediciones, con DVDs bono, carteles doblados y encartes de lujo. En esa época, él ya pensaba en abandonar la filtración de CDs.

El cerco cerrándose

En enero de 2007, uno de los topsites europeos de descargas desapareció misteriosamente. El servidor, ubicado en Hungría y conteniendo varios terabytes de archivos pirateados, comenzó a rechazar todos los accesos, y la compañía de hospedaje no respondía a las órdenes de servicio. Después de once años el RNS llegó a su fin. Su último día en el aire fue una mezcla de alegría y tristeza. El canal de chat estaba lleno, con docenas de ex miembros dejando sus mensajes de despedida. Ellos recordaban amistades y hazañas del pasado. A pesar de seguir existiendo un alto grado de anonimato entre los miembros del grupo, muchas amistades habían sido formadas. Para Glover, fue la oportunidad de dejar infantilidades de lado y continuar con su medio de filtración de CDs, aunque, cada vez más, el cerco se cerraba para quien ejercía ese tipo de servicio.

La paradoja

A finales de 2007, las ventas de los CDs habían sufrido una caída del 50% desde su auge, en 2000, y eso con descuentos agresivos en los precios. Las ventas digitales de archivos mp3 legales ni comenzaban a compensar la diferencia. Los márgenes de lucro y los beneficios se redujeron, y una vez más Morris fue obligado a despedir cientos de empleados de todos los departamentos. Los problemas continuaron: empezaron a aparecer servidores que traían una línea tenue entre la legalidad y la criminalidad, como el Megaupload; el uso compartido de archivos peer-to-peer ahora ocurría en los sitios de torrents; los grupos de rivales de piratería surgieron para ocupar el lugar del RNS. La guerra contra la piratería parecía la guerra contra las drogas: cara y sin grandes posibilidades de victoria, incluso habiendo condenados en procesos penales. Los CDs estaban muriendo. Doug Morris, por su parte, iba muy bien. Presidiendo una industria en caída libre, seguía ganando casi 15 millones de dólares al año. Durante ese tiempo, en Universal, ya había ganado más de 100 millones de dólares, lo que, con un margen considerable, lo hacía el CEO mejor pago de una gran discográfica. Su fortuna empezó a llamar la atención fuera del mundo insular de la industria discográfica.

El ultimátum

Se planteó la exigencia de que los sitios más importantes dieran 8/10 de 1 centavo por cada ejecución de uno de sus vídeos, de lo contrario vendría la prohibición. A finales de 2007, miles de vídeos desaparecieron de YouTube, y todos los artistas de Universal desaparecieron de los sitios más populares de alojamiento de vídeos. El golpe fue dado no sólo para videos de música oficialmente licenciados, sino para millones de videos aficionados que usaban canciones de los artistas de Universal. Pero lo que dejó al público furioso dejó a sus artistas en éxtasis. En poco tiempo los sitios de hospedaje de videos fueron forzados a negociar y pasaron a dar un porcentaje significativo de los beneficios obtenidos con propaganda a Universal.

Con algunas cartas amenazadoras de su equipo de abogados, Morris generó cientos de millones de dólares de la nada. La revolución del mp3 lo tomó por sorpresa, pero le había enseñado una lección, y él estaba decidido a no dejar que nada parecido sucediera de nuevo. Morris comenzó a buscar fuentes similares de ingresos. Los anuncios comerciales publicados junto a vídeos de música en Internet eran una nueva fuente de beneficios que le ofrecía la oportunidad de corregir los errores del pasado. Además de las paradas de éxito, ahora empezaba a prestarle atención a la unidad fundamental de intercambio de Internet: el costo por mil impresiones, o "CPM".

La métrica representaba el precio que los anunciantes estaban dispuestos a pagar por un paquete de mil vistas de la propaganda. El CPM estaba determinado por las subastas electrónicas y que iban de fracciones de centavo a cientos de dólares. El CPM para vídeos era especialmente bueno, en promedio 30 dólares por unidad. El ingreso total potencial era gigantesco. El espacio publicitario reservado para un trecho de treinta segundos que precedía a la ejecución del videoclip de "Baby", de Justin Bieber, visto más de mil millones de veces en los años siguientes, dio un lucro de más de 30 millones de dólares. Finalmente, a los setenta años, Morris innovó. Vevo reunió treinta años de producción creativa de más de diez mil artistas y la transformó en un producto altamente lucrativo. Se convirtió en el canal más popular de YouTube, y las críticas a Morris comenzaron a desaparecer.

El mayor pirata de músicas

Al día siguiente de una búsqueda del FBI en su casa, Glover volvió al trabajo. Él tenía un turno programado y no había sido formalmente acusado de ningún crimen. Por lo tanto, paró en la garita de seguridad con su Ford, tuvo la entrada del vehículo liberada y encontró un lugar en el estacionamiento. Al salir del auto, fue recibido por su jefe. Sería la última vez que Glover colocaría los pies en el terreno de la fábrica. Él fue despedido una semana después y todo el esquema para la filtración de CDs fue desmantelado.

La estimativa era que algunos de los sitios para los que colaboraba, como el RNS, habían filtrado más de veinte mil álbumes en once años. Durante la mayor parte de ese reinado de terror, el activo más valioso del grupo fue Glover. Sus músicas filtradas habían llegado a los topsites del mundo entero, de ahí pasando a trackers privados como el Oink y repositorios públicos como el Pirate Bay, el LimeWire y el Kazaa. Él fue la principal fuente y punto de conexión de cientos de millones, tal vez hasta miles de millones, de archivos mp3 duplicados. Y, debido a la posición predominante de Universal en ese período, era improbable que hubiera una única persona con menos de treinta años cuya lista del iPod no incluía un mp3 conectado a Glover. El fue el flagelo de la industria discográfica, el héroe del inframundo de Internet. Fue el mayor pirata de canciones de todos los tiempos.

Notas finales

Es imposible, en el mundo contemporáneo, que alguien diga que nunca disfrutó de minutos escuchando música que no haya sido pirateada de algún lugar. Y toda esa telaraña compleja es explicada de forma didáctica por un periodista que investigó sobre el tema, desde los estudios sobre el MP3. Un boom de filtraciones y proliferación de canciones gratis en Internet, un camino sin retorno en el que la falta de visión de los grandes empresarios, que sólo pensaban en facturas millonarias. intensificó el escenario. No hay cómo detener esta tendencia: en cualquier sitio, la música está ahí, gratis, en un supuesto “crimen de piratería” relativizado por nuestra cultura cibernética.

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Es un periodista estadounidense radicado en Los Ángeles, California. Si bien tiene una carrera como freelance escribiendo artículos para revistas, diarios y sitios web, se hizo popu... (Lea mas)

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